Silva y Pacheco de las Mariñas y Sotomayor, Diego de. Santiago de Compostela (La Coruña), 1606 – Astorga (León), 22.V.1677. Benedictino (OSB), abad general, teólogo, profesor y obispo de Guadix-Baza y Astorga.
Hijo natural de Alonso de Silva y Pacheco, VII conde de Cifuentes, y de Gregoria de las Mariñas y Sotomayor, su prometida —aunque luego no se efectuó la boda—, el 20 de junio de 1620 ingresó en el Colegio de Infantes de San Benito de Valladolid, pero tomó el hábito benedictino en el Monasterio de San Juan de Burgos el 9 de noviembre de 1622. Estudió Filosofía en la Universidad navarra de Irache (1614-1626) y Teología en la de Salamanca (1626-1629). Luego fue pasante del Colegio de San Pedro de Eslonza (León) (1630-1633), predicador (1633-1637), profesor de filosofía, maestro de estudiantes, lector de prima y de vísperas de teología (1637-1641) de la Universidad de Irache, donde se graduó en filosofía y teología el 12 de enero de 1638. Asimismo fue regente de estudios de Irache (1641-1645), abad de San Juan de Burgos (1645-1649) al tiempo que lector de teología moral.
El capítulo general de 1649 le dio permiso y 400 ducados para graduarse en Salamanca y le nombró maestro general y regente de estudios de los pasantes de Eslonza (1649-1653). Luego fue lector de Prima de Teología del Colegio de San Vicente de Salamanca (1653-1654), que dejó al ser elegido abad de San Martín de Madrid (1654-1657) para acabar el cuatrienio de su antecesor, que había fallecido. Después fue abad general de la Congregación de San Benito de Valladolid (1657-1661), elegido en el capítulo general de 1657, pasó visita a los monasterios, y convocó capítulo general en 1661, en el que propuso quitar las elecciones de abades intermedias a los propios monasterios y que se abrieran colegios en las casas pequeñas, como El Espino, Obarenes, Dueñas, Obona, Lérez y Cornellana, para que se acrecentara la observancia regular y “no se malograsen muchos sujetos de prendas por falta de ellos”, al tiempo que pedía que se premiara a los que sobresalieran en las letras, que se hiciesen capitulares las casas de San Mancio de Rioseco y San Bartolomé de Medina del Campo y que Silos perdiera la alternativa de elección de abad y visita en el Monasterio de San Martín de Madrid.
Durante su generalato trató de que los monasterios de Austria no se separasen de la Congregación y favoreció las obras de los monasterios, especialmente del de Espinareda, que había sido pasto de las llamas.
Acabado el generalato, fue nuevamente abad de San Martín de Madrid (1661-1665), donde hizo muchas obras en la iglesia y monasterio, y publicó sus cuatro volúmenes de Commentaria theologica in Primam Partem D. Tomae, que dedicó a Felipe IV. En el primer volumen trata de las cuestiones 1 a 12, en el segundo, de la 13 a la 19, en el tercero de la 20 a la 43 y en el cuarto de la 44 a la 107. En ella explica las materias tratadas por santo Tomás, repartiéndolas en cuestiones y artículos, y éstos en dubia; y según el método escolástico, presenta las diversas sentencias y argumentos en que se fundan, antepone las nociones, resuelve la cuestión y las dificultades. Las cuestiones que trata son las más candentes entre los teólogos de su época, y en puntos controvertibles aguza el entendimiento, sopesa los argumentos de los adversarios, pero no pertenece a ninguna escuela determinada, aunque siente cierta predilección por San Anselmo.
Intervino en las controversias sobre la gracia, presentando un nuevo método inventado por él, que es el siguiente: En virtud de la ciencia simplicis intelligentiae contempló Dios las inclinaciones de los seres dotados de libertad, intervino en sus decretos totalmente absolutos y vio por la ciencia de la visión, los futuros bienes absolutos. Instaló provisionalmente en San Martín una imprenta para que el P. Argaiz pudiera imprimir cómodamente sus obras y en ella dio a los tórculos una historia de Valvanera, sin crítica alguna, que al parecer no es suya sino del P. Mauro Olabarrieta. Y un comentario a los primeros capítulos del Génesis, algunos sermones de Cuaresma, dejó manuscritos tres volúmenes de teología, preparó las ediciones del Breviarium monasticum, de los Officia propria y de las Constituciones de la Congregación impresas en 1671, año que publicó el primer volumen de sus Commentaria theologica in Primam Secundae Divi Thomae, donde comenta la Prima parte. En estas se intitula teólogo y predicador real, censor del Real Junta de la Inmaculada, consultor de la Inquisición y examinador del arzobispado de Toledo, además de miembro del Consejo Real: Carlos II le hizo su teólogo personal para la Junta de Medios y para todas las demás juntas de teólogos reales.
La reina regente, Mariana de Austria, el 16 de diciembre de 1667 le presentó para el obispado de Guadix-Baza y Clemente IX lo confirmó el 27 de febrero de 1668. Fue consagrado el 6 de mayo por el nuncio de España, e hizo su entrada solemne en Guadix el 10 de junio. Visitó su obispado, trató de poner paz entre los Cabildos de Guadix y Baza, dio licencia a los franciscanos para fundar el convento de Caniles, renovó los edificios del palacio episcopal, trajo a la catedral y al monasterio de concepcionistas franciscanas el agua de las minas de la ciudad y dio clases de Filosofía a sus clérigos. Y aunque tuvo algunos roces con el corregidor, era de carácter amable, pero duro con los desobedientes e incorregibles y tenía gran cuidado de los pobres y enfermos. Prosiguió las obras de la torre de la catedral, donde fundó un aniversario para la fiesta de San Benito. El 12 de febrero de 1675 fue presentado para el obispado de Astorga y Clemente X le confirmó el 27 de mayo del mismo año. En Astorga su principal preocupación fue el adoctrinamiento de los fieles, para lo cual mantuvo un grupo de misioneros ambulantes. Pero no pudo hacer gran cosa, porque murió a los dos años y fue enterrado a los pies del altar mayor de la catedral, junto a la reja del coro. El padre Argaiz que le trató mucho en Madrid dice que fue “Varón docto en la sagrada teología escolástica, en la expositiva, y en la historia, diestro en materia de política y gobierno...
y de felicíssimo ingenio y genio” para las obras “como para lo eclesiástico, predicativo y político”.
Y el cardenal Aguirre, que fue su discípulo, dice que era de gran ingenio y singular doctrina.
Obras de ~: Oraciones evangélicas para los domingos y ferias principales de Quaresma, Madrid, 1661; Commentaria theologica in Primam Partem D. Tomae. A prima quaestione usque ad duodecinan inclusive. Philipo IV Regi Catholico utriusque Orbis Imperator dicata, Madrid, Ex Tip. Regia, 1663; Commentaria theologica in Primam Partem D. Tomae a quaestione XIII usque ad XIX inclusive, Madrid, S. Martín, 1663; Commentaria theologica in Primam Partem D. Tomae a quaestione XX usque ad XLIII inclusive, Madrid, S. Martín, 1664; Commentaria theologica in Primam Partem D. Tomae Tomae a quaestione XLIV usque ad CVIII inclusive, Madrid, S. Martín, 1665; Historia de la Sagrada Imagen de Nuestra Señora de Valvanera, Madrid, S. Martín, 1665 y 1679; Commentaria literalia, moralia, mystica in Genesim, sive De Opere Sex Dierum, Madrid, Typ. Regia, 1666; Commentaria theologica in Primam Secundae Divi Thomae, Madrid, 1669- 1671; Preparó las ediciones del Breviarium monasticum, Officia propria y Constituciones de 1671; dejó manuscrito un curso de filosofía y 3 vols. infolios de teología, que serían probablemente la continuación del comentario de Santo Tomás de Aquino.
Bibl.: G. de Argaiz, La Perla de Cataluña. Historia de Ntra. Sra. de Monserrate, Madrid, imprenta de Andrés García de la Iglesia, a costa de Gabriel de León, 1677, pág. 400; E. Z aragoza, Los Generales de la Congregación de San Benito de Valladolid, IV, Silos, Abadía, 1982, págs. 213-226 y 453- 454; “Abadologio del monasterio de San Martín de Madrid (1594-1835)”, en Anales del Instituto de Estudios Madrileños, 25 (1988), págs. 165-167; “Abadologio del monasterio de San Juan Bautista de Burgos (Siglos xi-xix)”, en S. López Santidrián (dir.) San Lesmes en su tiempo, Burgos, 1997, pág. 370.
Ernesto Zaragoza Pascual