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Cosme Acuña Troncoso

Biografía

Acuña Troncoso, Cosme. La Coruña, 1758 – ¿Estambul? (Turquía), 1814 post. Pintor y profesor de Bellas Artes.

Natural de La Coruña, Manuel Ossorio da como fecha de su nacimiento 1760, si bien recientemente se ha podido precisar que éste se produjo en 1758. Se duda si su nombre exacto era Cosme Acuña Troncoso o Cosme Acuña Varela, que es como aparece registrado el 18 de mayo de 1775, cuando tenía diecisiete años, en el Libro de Matrículas de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Se ignora de quién recibió su primera formación. Cuando tenía dieciocho años ganó un premio de cien reales, que distribuía en certamen público la sala de Principios de la Academia de San Fernando. Desde esa fecha participa asiduamente en las competiciones artísticas que se organizan en Madrid, pero sin ningún éxito reseñable. En 1779 le conceden la ayuda de doscientos reales en la sala del Natural. En 1781, ganó el segundo premio de la primera clase, aprobando el correspondiente ejercicio, que consistía en pintar a Teresa Enríquez asistiendo a los heridos en la conquista de Granada, cuadro del que sólo se conoce el boceto preparatorio, y una Alegoría del Nacimiento del Infante Carlos Eusebio, cuyo original, propiedad de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, se guarda actualmente en el Museo Municipal de Madrid. El 25 de abril de 1785 solicitó ser nombrado académico de mérito, graduación que obtuvo gracias al lienzo Abraham e Isaac camino del sacrificio, que se conserva en el Museo de la Academia de San Fernando.

El 5 de junio de 1786 Acuña solicitó ser nombrado segundo director de pintura de la Academia de San Carlos de México. Antes de partir para América pintó los retratos del Conde de Fernán Núñez y el retrato del Marqués de Laurizábal, embajador de Portugal en la Corte. Ya en México, en 1787 se le confió la dirección del programa de estudios de pintura. La Academia de San Carlos mexicana fue fundada por Carlos III en 1781 y puesta bajo la protección de San Carlos Borromeo. Durante sus primeros diez años de vida se instaló en lo que actualmente es el Museo de las Culturas de México, pero en 1791 se trasladó al antiguo Hospital del Amor de Dios. En ambos lugares Acuña desarrolló una intensa labor docente y pintó un considerable número de retratos, pero, por problemas de convivencia y criterio con el grabador Jerónimo Antonio Gil, solicitó al Rey su regreso a España, que se produjo en 1791, pues en noviembre de aquel año consta que volvía a la docencia como profesor ayudante en la sala de Principios de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Dejó un considerable número de obras en México, entre las que debe destacarse el desaparecido ciclo iconográfico de la cúpula del Sagrario Metropolitano, donde representó el Bautismo de Cristo, San Agustín de Hipona, El emperador Constantino y San Felipe de Jesús. La pintura mexicana del cambio del siglo xviii al xix adeuda mucho al arte de Acuña ya que, habiendo sido muy estimado como retratista, formó a muchos de los más importantes pintores de esta época, entre otros, José María Vázquez, José Antonio de Castro y Ramón de Torres. Sus discípulos Vicente Cerdá y Atanasio Echevarría permanecieron al servicio de la Corona como dibujantes científicos en el Jardín Botánico de México y en diversas expediciones científicas.

De vuelta a Madrid, Acuña fue nombrado profesor ayudante de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y, desde 1795, teniente director de pintura, al quedar la plaza vacante tras el nombramiento de Goya como director de la institución. Consta que formó a José Madrazo, pues en el año 1797 figura como alumno suyo.

Se sabe que Acuña trató, sin éxito, de que le acompañaran a la Península sus discípulos mexicanos, y así consta en las actas de gobierno de la Academia de San Fernando. En 1792 logró que Carlos IV le comisionara para seleccionar a los seis mejores artistas mexicanos y concederles una pensión que les permitiese completar sus estudios en Madrid, pero su carácter exaltado le fue creando enemistades entre los otros académicos que formaban la comisión. A pesar de todo, los mexicanos llegaron a instalarse en la Corte, y en 1796 se documenta la primera exposición en que se mostraban sus trabajos.

Se conoce suyo un conjunto de lienzos pintados en Madrid y enviados para la iglesia de los Carmelitas de Cochabamba en Bolivia que se documentan en la década de 1790: Tobías y el Ángel, San José y San Juan de la Cruz. En 1793 Acuña pintó el retrato de Pedro Francisco Suárez de Góngora y Luján, que fue director de la Real Academia de la Historia, y por aquellas mismas fechas consta que retrató a Antonio Ponz, a Diego Gardoqui y a Francisco Cerda, todos ellos personalidades de relieve en el mundo cultural e ilustrado de Madrid. Antes de 1795 pintó el fresco de la Sala de la Reina en el Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial, del que no se ha conservado nada.

La Real Imprenta le encargó en 1796 que dibujase una serie de láminas sobre equitación que, grabadas por distintos artistas, iban a ilustrar una edición traducida al castellano de la obra de Dupaty Pratique de l’Equitation [...] Acuña llegó a dibujar el Esqueleto del caballo, Trote corto y Posición del hombre a caballo.

Su colaboración con grabadores dio algunos frutos interesantes; entre otros, cabe citar que Acuña proporcionó a Ametller el dibujo de su estampa Premio Lácteo de San Bernardo. Ossorio afirma haber visto la firma de Acuña en algunas láminas que se guardaban en el Banco Nacional de San Carlos (hoy Banco de España).

El 24 de abril de 1797 fue nombrado pintor de cámara de Carlos IV, lo que supone el cenit de su carrera profesional. Se sabe que el 14 de octubre de 1797 Acuña solicitó la plaza de director de pintura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, vacante por la dimisión de Goya, pero le fue negada. Éste parece ser el origen de sus primeros desequilibrios psíquicos. Sus relaciones con Mariano Salvador Maella, que era primer pintor de cámara, fueron siempre enconadas y difíciles y, poco a poco, se fue desequilibrando su personalidad.

En octubre de 1805 protagonizó una serie de desgraciados incidentes, llegando a los insultos y al enfrentamiento físico con Maella en las escaleras de la Academia de San Fernando. Maella denunció a Acuña en los tribunales y su situación de desequilibrio mental quedó en evidencia al tiempo que se iba agudizando. El Rey dictó sentencia en enero de 1807 condenando a Acuña a permanecer dos años alejado de Madrid y de cualquiera de los Reales Sitios, lo que suponía la pérdida de su condición de pintor de cámara.

Tras la condena, se instaló en Ávila al amparo del obispado y de sus encargos, pero, dada su profunda perturbación mental, se enfrentó abiertamente contra el obispo Manuel Gómez de Salazar, su protector.

Finalmente, se marchó de Ávila, enloquecido y, al parecer, medio desnudo. Se tiene noticia de que, al estallar la Guerra de la Independencia, intentó pasar al servicio de la familia de Carlos IV en Francia, y, de hecho, consta que estuvo vagando por Bayona, Burdeos y París durante el año 1807, buscando quizá la protección de Godoy. Después, pasó a Roma y vivió allí hasta 1810. Se sabe que, totalmente enloquecido, estuvo en Londres y en Constantinopla, lugar en el que se tienen las últimas noticias de este pintor que, al parecer, ejercía la mendicidad y sufría toda suerte de alucinaciones, negando ser español. Se ignoran la fecha y el lugar exacto de su muerte, pero en 1814 su esposa, Francisca Regio, que vivía en la más completa soledad y miseria, escribe un memorial a Fernando VII solicitándole un auxilio económico. En el documento afirma tener noticias de su esposo, de modo que Acuña hubo de morir en algún momento posterior a aquella fecha.

Un número considerable de dibujos suyos, firmados, se guardan en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, institución a la que los regaló, antes de iniciar su peregrina existencia de viajero.

Algunos sirvieron para hacer estampas, por lo que la sección de grabados y dibujos de la Biblioteca Nacional de Madrid guarda obra suya de cierto interés, que permite averiguar el aspecto de algunas obras hoy perdidas.

 

Obras de ~: Teresa Enríquez asistiendo a los heridos en la conquista de Granada, 1781; Alegoría del Nacimiento del Infante Carlos Eusebio, 1781; Abraham e Isaac camino del sacrificio, 1785; decoración de la iglesia de Carmelitas de Cochabamba: Tobías y el Ángel, San José y San Juan de la Cruz, 1790; Pedro Francisco Suárez de Góngora y Luján, 1793; decoración de la Sala de la Reina, 1795; Esqueleto del caballo, 1796; Trote corto, 1796; Posición del hombre a caballo, 1796; Conde de Fernán Núñez, s. f.; Marqués de Laurizábal, s. f.; decoración del Sagrario Metropolitano de México: Bautismo de Cristo, San Agustín de Hipona, El emperador Constantino y San Felipe de Jesús, s. f.; Antonio Ponz, s. f.; Diego Gardoqui, s. f.; Francisco Cerda, s. f.; Premio Lácteo de San Bernardo, s. f.; láminas del Banco Nacional de San Carlos, s. f.

 

Bibl.: M. Ossorio y Bernard, Galería biográfica de artistas españoles del siglo xix, Madrid, Moreno y Rojas, 1883-1884, pág. 3; F. J. Sánchez Cantón, “Los pintores de Cámara de los Reyes de España”, en Boletín de la Sociedad Española de Excursiones (Madrid), XXIV (1916), págs. 216-217; C. Bédat, L’Academie des Beaux Arts de Madrid (1744-1808), pról. de E. Lafuente Ferrari, Toulouse, Universidad, 1974, págs. 116-117; J. L. Morales y Marín, Pintores cortesanos de la segunda mitad del siglo xviii, en Colección de Documentos para la Historia del Arte en España, vol. VII, Madrid, Real Academia de San Fernando-Museo e Instituto de Humanidades Camón Aznar, 1991; A. E. Pérez Sánchez, Inventario de las pinturas, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1964, pág. 27; [“Acuña Troncoso, Cosme”], en J. Rogelio Álvarez (dir.), Enciclopedia de México, t. I, México, Enciclopedia de México, 1977, pág. 64; J. M. Arnaiz, “Cosme Acuña y la influencia de la escuela madrileña de finales del siglo xviii en América”, en Academia (Madrid), 73 (1991), págs. 135-177; G. Reyero y M. Freixa, Pintura y escultura en España, 1800-1910, Madrid, Cátedra, 1995, pág. 54. A. E. Pérez Sánchez, H. González Zymla y L. de Frutos Sastre, Catálogo de pinturas de la Real Academia de la Historia. Madrid, Real Academia de la Historia, 2003, págs. 25-26 y 264-265.

 

Herbert González Zymla

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