Salavarrieta Ríos, Policarpa. La Pola. Guaduas (Colombia), 26.I.1796 – Bogotá (Colombia), 14.XI.1817. Heroína y mártir de la Independencia.
La pareja conformada por Joaquín Salavarrieta y Mariana Ríos, hijos de españoles y dueños de algunos bienes de fortuna, aparece residenciada en la población de Guaduas hacia finales del siglo xviii y allí nacieron siete de sus diez hijos. Hacia 1798 se trasladaron a Santafé, en donde nacieron los tres últimos y murieron los padres en 1802, víctimas de una epidemia de viruelas. Dos de los hijos mayores siguieron la carrera religiosa como sacerdotes agustinos. A consecuencia de su orfandad, Policarpa, de seis años, y Bibiano, de uno, regresaron a Guaduas para vivir junto a la madrina de la niña.
Perteneciente a una familia respetada pero sin condición de hidalguía, ella recibió la formación que usualmente se daba a las mujeres criollas y ayudó a su sustento con los trabajos de maestra y costurera. Guaduas era un lugar de tránsito entre el río Magdalena y la capital, sitio estratégico para recibir y difundir las noticias sobre la agitada situación del virreinato al comenzar el siglo xix. Poco después de 1810, cuando se proclamó la independencia de Santafé, algunos miembros de la familia Salavarrieta Ríos se unieron al ejército del presidente Antonio Nariño. En efecto, Domingo García, esposo de la hermana mayor, murió como soldado en 1813 y Bibiano permaneció prisionero hasta 1815, todo lo cual estimuló la decisión de Policarpa de unirse a las luchas de independencia.
En mayo de 1816 las tropas de la reconquista llegaron hasta Santafé al mando de Pablo Morillo para dar inicio a la denominada “pacificación” del Nuevo Reino que precipitó la audacia e intensidad del movimiento de resistencia. Para ese tiempo Policarpa ya actuaba como enlace, correo y auxiliadora de las guerrillas. A comienzos de 1817, se trasladó a Santafé en compañía de Bibiano, dotados ambos de salvoconductos falsos, y allí se puso bajo la protección de Andrea Ricaurte y Lozano, dama de alta alcurnia comprometida con el movimiento.
De bella presencia, viva e inteligente, se colocó como costurera en la casa de una dama realista, Beatriz O’Donell, ubicación estratégica para proseguir su labor de espionaje. Simultáneamente se ocupaba de reunir material de guerra e incentivar por diversos medios el movimiento de resistencia, por entonces concentrado en los Llanos de Casanare. Uno de sus colaboradores fue Alejo Sabaraín, con quien se ha presumido tuvo una relación amorosa. Capturado éste, se encontraron en su poder documentos que la comprometieron, por lo cual fue apresada y sentenciada a muerte. El 14 de noviembre de 1817, con paso firme, demostrando dignidad y valor, sin perdonar a sus verdugos, marchó al suplicio. Sus últimas palabras, recogidas por testigos presenciales, fueron una increpación al pueblo incitándolo a unirse a la causa de la libertad. La muerte de esta mujer joven y hermosa conmovió a la población y recrudeció la animosidad contra el virrey Sámano, responsable de la sentencia. En la misma fecha también fue fusilado Sabaraín.
En honor de La Pola se han levantado monumentos en Guaduas y en Bogotá, su vida ha inspirado obras de teatro, poesías, novelas y numerosos relatos históricos. Su efigie y su sacrificio han producido abundantísimo material iconográfico y exornan documentos oficiales como estampillas de correo, monedas y billetes. Es la heroína más popular de la historia colombiana y su nombre, un sinónimo de valor.
Bibl.: J. M. Groot, Historia Eclesiática y civil de la Nueva Granada, t. III, Bogotá, Casa Editorial de M. Rivas & Cía., 1891, pág. 454; J. D. Monsalve, Mujeres de la Independencia, Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1926; J. M. Caballero, Particularidades de Santafé, Bogotá, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, 1946, pág. 260; B. Castro Carvajal, “Policarpa Salavarrieta”, en Las mujeres en la historia de Colombia, vol. I, Bogotá, Grupo Editorial Norma, 1995, págs. 117-131; B. González et al., Policarpa 200, Bogotá, Museo Nacional de Colombia, 1996 (Cuads. Iconográficos del Museo Nacional de Colombia, n.º 1).
Aída Martínez Carreño