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Esteban Terreros y Pando

Biografía

Terreros y Pando, Esteban de. Trucios (Vizcaya), 12.VII.1707 – Forlí (Italia), 3.I.1782. Jesuita (SI), lexicógrafo y traductor.

Nacido en el seno de una familia hidalga, vivió durante su infancia en su localidad natal, situada en las Encartaciones de Vizcaya, hasta que, huérfano de padre a temprana edad, pasó a Madrid, donde, protegido por un tío suyo, estudió Latinidad y Retórica e ingresó en la Compañía de Jesús (1727). Prosiguió sus estudios, sucesivamente, en Villarejo de Fuentes, Oropesa (Filosofía) y Alcalá (Teología), e hizo la profesión de cuatro votos el 15 de agosto de 1744.

Desde ese momento, la vida del padre Terreros estuvo consagrada a la enseñanza y el estudio: hasta que se produjo el extrañamiento de la Compañía fue profesor en el Seminario de Nobles y en el Colegio Imperial de Madrid, primero de Latín y de Retórica, después de Teología y finalmente de Matemáticas. De su dedicación docente a esta última disciplina dan fe distintas Conclusiones o ejercicios públicos que Terreros hizo imprimir, dedicándolos a diversos miembros de la Familia Real.

Entre 1753 y 1755 publicó los 16 tomos de la traducción y adaptación de una obra con pretensiones enciclopédicas, el Espectáculo de la Naturaleza del abate Noël-Antoine Pluche. Esa tarea le enfrentó al arduo problema de emplear la más adecuada terminología española para un diverso conjunto de ciencias y oficios, y le indujo a enriquecer la traducción con unas mil quinientas notas a pie de página que, muy frecuentemente, abordan problemas de índole terminológica.

En el tomo XIII de dicha obra se incluye, en sustitución de una Paleografía francesa que tenía el original, una Paleografía española (impresa también aparte, y de nuevo, con correcciones y adiciones, en 1758), para la que Terreros pidió la colaboración del también jesuita Andrés Marcos Burriel. El alcance de la intervención de Burriel en esta Paleografía, que podría ir desde el mero suministro de materiales hasta —como algunos han sostenido— la completa redacción y confección del tratado, no se ha dilucidado de manera plenamente satisfactoria (por más que, al parecer, Burriel dejó anotado en un ejemplar: “En esta impresión primera, aunque hablé en nombre ajeno, todo fue mío”).

La actividad de traductor condujo a Terreros a la lexicografía. Pronto debió de surgir en él la idea de ofrecer en un inventario todo ese caudal léxico que estaba manejando. El resultado será el más importante diccionario español del siglo XVIII después del de Autoridades de la Real Academia Española (a la que Terreros había declinado pertenecer): el Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes.

Esta gran obra, de interés no sólo por el manejo de fuentes librescas y las ocasionales referencias a textos ejemplificadores, sino también y sobre todo por recoger directamente de los “profesores” que mejor podían conocerlo el léxico de las artes, oficios y ciencias, estaba ya prácticamente terminada en 1765, fecha en que el autor consiguió las licencias oportunas y comenzó a imprimirse.

Sin embargo, la fulminante expulsión de los jesuitas, decretada por Carlos III el 1 de abril de 1767, dio al traste con el proceso de publicación. Terreros, junto con sus compañeros de orden, hubo de embarcarse precipitadamente rumbo a Italia y, tras diversas vicisitudes, se instaló en Forlí, localidad de los Estados Pontificios próxima a Bolonia. Allí falleció en 1782, creyendo que su gran obra iba a quedar definitivamente inédita, y después de haberse interesado, en diversos memoriales dirigidos al Rey y al Consejo de Castilla, por la suerte que habían corrido sus libros y papeles, en particular el Diccionario. En esta etapa del destierro publicó una gramática de italiano para españoles, escribió un elogio de Lope de Vega que modernamente ha rescatado J. L. Gotor y trabajó en varias obras y traducciones (entre ellas una de Della pubblica felicità, oggetto de’ buoni principi, de Muratori) hoy no localizadas.

Pocos años después de su muerte, Francisco Meseguer y Miguel de Manuel, bibliotecarios de los Reales Estudios de San Isidro (la institución docente heredera de la que habían regentado los jesuitas), localizaron, por encargo de Floridablanca, los pliegos ya impresos del diccionario (todo el tomo primero y, aproximadamente, la mitad del segundo), junto con el resto del original, incluido el prólogo, que Terreros había llegado a escribir entero. Gracias a todo lo cual pudieron ver la luz, en 1786-1788, los tres tomos del cuerpo principal del Diccionario castellano, cuyo límite ante quem, pues, a efectos históricos, es 1767.

En ellos, cada voz o acepción lleva su equivalencia en francés, latín e italiano, y esas equivalencias se reúnen, ordenadas, en el tomo IV y último, Los tres alfabetos francés, latino e italiano con las voces que les corresponden en la lengua castellana, cuya elaboración corrió ya a cargo, en exclusiva, de Miguel de Manuel (pues Meseguer había fallecido en 1788) y cuya aparición se retrasó algo más (1793), debido a que esta parte, meramente complementaria, era la única que Terreros, al partir al exilio, había dejado en estado fragmentario.

 

Obras de ~: Espectáculo de la Naturaleza, o Consideraciones a cerca de las particularidades de la Historia Natural que han parecido más a propósito para excitar una curiosidad útil y formarles la razón a los Jóvenes Lectores, por el Abad M. Pluche, y traducido al castellano, Madrid, 1753-1755, 16 vols.; Reglas a cerca de la lengua toscana o italiana, Forlí, 1771; Diccionario castellano, con las voces de ciencias y artes y sus correspondientes en las tres lenguas francesa, latina e italiana, Madrid, 1786-1793, 4 vols. (ed. facs., con “Presentación” de M. Alvar Ezquerra, Madrid, Arco/Libros, 1987).

 

Bibl.: J. Sempere y Guarinos, Ensayo de una biblioteca española de los mejores escritores del reynado de Carlos III, t. VI, Madrid, 1789, págs. 48-53; M. de Manuel y Rodríguez, “Memorias para la vida y escritos del P. Estevan de Terreros” [redactadas por ~ con noticias suministradas por el jesuita Manuel Calahorra], en Diccionario castellano [...], t. IV, 1793, págs. V-XIV; M. L. Amunátegui Reyes, “Esteban de Terreros i Pando i sus opiniones en materia ortográfica”, en Homenaje ofrecido a Menéndez Pidal, t. I, Madrid, 1925, págs. 113-135; A. Pérez Goyena, “Un sabio filólogo vizcaíno”, en Razón y Fe, 94 (1931), págs. 5-19 y 124-135; F. Lázaro Carreter, Las ideas lingüísticas en España durante el siglo xviii, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1949; M. Batllori (SI), La cultura hispano-italiana de los jesuitas expulsos, Madrid, Gredos, 1966; J. L. Gotor, “Una defensa inédita de Lope de Vega en la ‘querelle’ de los jesuitas españoles expulsos”, en Studia historica et philologica in honorem M. Batllori, Roma, Instituto Español de Cultura, 1984, págs. 659-684; F. San Vicente, “Innovación y tradición en el Diccionario (1786-1793) de E. de Terreros y Pando”, en Sapere linguistico e sapere enciclopedico. Atti del Convegno Internazionale svoltosi a Forlì dal 18 al 20 Aprile 1994, Bolonia, CLUEB, 1995, págs. 139-158; I. Echevarría Isusquiza, “El primer vocabulario montañés y otros vocabularios castellanos. Terreros y la dialectología en España en el siglo XVIII: la experiencia del léxico”, en Boletín de la Real Academia Española, LXXXI (2001), págs. 53-150; “El autor en el Diccionario de Terreros”, en VV. AA., Actas del II Congreso Internacional de la Sociedad Española de Historiografía Lingüística, Madrid, Arco/Libros, 2001, págs. 371- 384; VV. AA., Esteban de Terreros y Pando: vizcaíno, polígrafo y jesuita. III Centenario: 1707-2007, Bilbao, Universidad de Deusto, 2008; P. Álvarez de Miranda, “El P. Terreros y su diccionario castellano”, en Los diccionarios del español moderno, Gijón, Trea, 2011, págs. 55-87.

 

Pedro Álvarez de Miranda