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Francisco de Rojas y Enríquez

Biografía

Rojas y Enríquez, Francisco de. Marqués de Poza (III). Valladolid, 1546 – Madrid, I.1605. Cortesano y consejero de Felipe II y Felipe III.

De una rancia familia noble oriunda de Rojas (Burgos), era nieto de Juan de Rojas, I marqués de Poza (título concedido por Carlos V en 1537), e hijo de Sancho de Rojas y de Francisca Enríquez de Almansa, a su vez hija del I marqués de Alcañices. Francisco de Rojas formaba parte de esa generación de nobles, nacida en la década de 1540, que pudo vivir y aprender de la trascendental experiencia cortesana del tránsito del reinado de Carlos V al de Felipe II. Estos personajes integraron años después la “academia”, formada por un grupo de nobles reunidos para ensalzar los valores aristocráticos, en un tiempo de apogeo de los letrados. Probablemente su progreso en la Corte se paralizó debido a la participación de miembros destacados de su familia en los brotes luteranos que se descubrieron en Valladolid a mediados de la centuria (un tío suyo y su hermano, que fue desterrado y excluido de sus derechos). Tras ser nombrado caballero de Alcántara en 1563, emprendió su carrera cortesana como gentilhombre de boca desde el 13 de septiembre de 1567 en el servicio del príncipe Carlos.

La desgraciada muerte del heredero al año siguiente supuso, sin embargo, una fractura en el destino de los miembros de su servicio doméstico-personal. Con todo, desde 1568 se incorporó en la Casa de Felipe II como gentilhombre.

Tras la muerte años antes de su padre (que no llegó a suceder al I marqués, Juan) y de su hermano Sancho, el II marqués (asesinado en una calle madrileña el 1 de septiembre), en 1569, Rojas se convirtió en el III marqués de Poza, además de en señor de Monzón, Cabia, Valdespina y Serón. Asimismo, se distinguió como alcalde mayor de los hijosdalgo de Castilla y merino mayor de Burgos. Quizás para hacer méritos en la estima del Rey, formó parte también del Ejército que, dirigido por Juan de Austria, sofocó la revuelta de los moriscos granadinos.

Atendiendo a la gestión de sus estados señoriales, tuvo que esperar bastantes lustros para mejorar su protagonismo en el escenario cortesano. El 4 de julio de 1595 fue nombrado presidente del Consejo de Hacienda, en sustitución de Pablo de Laguna. Se le asignó una quitación de 750.000 maravedís, y en el título se le facultó para “administrar por mayor mi Hacienda real”, cuidando de su acrecentamiento, negociar provisiones, efectuar enajenaciones, impulsar arbitrios, despachar libranzas, y presidir las contadurías mayores y el Tribunal de Oidores. En esta designación concurrió tanto la voluntad de Felipe II de situar en el puesto a un noble y no a un letrado, como la vinculación clientelar de Poza con Cristóbal de Moura, favorito del Monarca, a quien Poza siempre mantuvo informado de sus actividades al frente de la presidencia. Poza ejerció este puesto hasta enero de 1602, período en el que la Real Hacienda padeció graves convulsiones. Por una parte, Poza mantuvo tenaces pugnas con los banqueros genoveses y fue uno de los inspiradores de la bancarrota de 1596.

Por otra, protagonizó agudos conflictos jurisdiccionales con el Consejo Real y enfrentamientos personales con Rodrigo Vázquez de Arce, su presidente, al procurar defender la autoridad y atribuciones del Consejo de Hacienda. El marqués llevaría a cabo también una expansión de los diversos arbitrios, dado el agotamiento de otros recursos, para financiar las empresas de la Monarquía. Su labor en estos años de dificultades financieras sin duda fue ardua y tenaz. Al alabar su dedicación y denuedo en la ingente tarea de allegar recursos para los crecientes gastos cortesanos, en contestación a la exposición de la notoria penuria de la Hacienda Real, Cristóbal de Moura en cierta ocasión señalaba: “¿A quién se han de pedir milagros sino al Marqués de Poça?”.

Con el cambio de reinado no tardaron en producirse cambios en las elites cortesanas. Perdida la influencia de Cristóbal de Moura, el marqués de Poza tuvo que soportar acusaciones de fraude y malversación, ya que fue objeto de una visita emprendida con el fin de investigar los posibles fraudes habidos en el manejo de los caudales reales durante los últimos años de gobierno de Felipe II. Esta inspección podía resultar sorprendente, puesto que pocos años antes, en 1596, había concluido otro proceso de revisión de la actuación de los consejeros y oficiales del ramo.

En realidad, la visita había sido encargada por Rodrigo Vázquez de Arce antes de dejar la presidencia del Consejo de Castilla en 1598, enemigo declarado de Poza. En sus últimos años al frente del Consejo de Hacienda, Poza perdió, además, todo protagonismo en la toma de decisiones. Otros personajes afines a Lerma, como el confesor fray Gaspar de Córdoba, el secretario Franqueza o el licenciado Alonso Ramírez de Madrid, asumieron la iniciativa en materia financiera a través de las diversas juntas que se instituían.

A finales de enero de 1602 se produjo finalmente su salida del Consejo de Hacienda. Fue nombrado entonces miembro del Consejo de Estado, pero este destino parecía más un alejamiento honorífico que una promoción. En enero de 1603, una junta particular formada por los consejeros más afines a Lerma había acordado que mantuviera sus emolumentos como presidente de Hacienda, de 2000 ducados al año, mientras Felipe III decidía hacerle “maior merced”.

En este sentido, por entonces se rumoreaba que, a modo de retiro, el marqués podría ser nombrado Grande.

Continuaba mientras tanto la visita a manos de Juan de Acuña, que le había relevado precisamente unas semanas después al frente del Consejo de Hacienda.

Fueron ocho las acusaciones formuladas finalmente en el otoño de 1605, con la supervisión del confesor real y del conde de Miranda. En una vehemente carta a Felipe III, Poza se explayó sobre el proceso que había sufrido. Se quejaba de que nunca antes había sido visitado un presidente de Consejo, y que él había tenido que padecer una larga inspección desde que había sido encargada por Vázquez de Arce. Tal y como señalaba Poza, además, los cargos que le habían sido comunicados podían revelar algún que otro “descuido” de las ordenanzas y obligaciones, pero nunca un aprovechamiento personal a costa del Real Erario.

Se le acusaba de haber permitido elevados intereses de cambios en los tratos financieros, de constituir censos personales con hombres de negocios, de haber comprado y crecido juros, y de efectuar nombramientos de criados y amigos para comisiones de la Real Hacienda.

Poza no llegó a recibir sanción alguna. Quedaba de manifiesto que, más que revelar irregularidades, a la postre la inspección había tenido como objeto propiciar el relevo cortesano acaecido en los inicios del reinado.

Casado con Francisca Enríquez, hija del almirante de Castilla, del matrimonio nacieron tres mujeres: Mariana, heredera del título, IV marquesa de Poza (casada con el duque de Cabra, en cuya casa quedó incorporado el mayorazgo), Juana y María (casadas respectivamente con el duque de Cardona y el conde de la Monclova). Falleció Francisco de Rojas y Enríquez en enero de 1605 sin ver cumplido su mayor deseo, que era obtener del Rey la exaltación a la Grandeza, pero, a decir de Cabrera de Córdoba, en vida había conseguido duplicar el valor de su mayorazgo de 22.000 a 46.000 ducados de renta. Ordenó que se le enterrase en la iglesia de San Pablo de Palencia, donde aún hoy puede contemplarse su hermoso sepulcro.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Escribanía Mayor de Rentas, Quitaciones de Corte, leg. 18, fols. 1076- 1082; British Library, ms. add. 28. 378, fols. 247-252.

A. López de Haro, Nobiliario genealógico de los reyes y títulos de España, Madrid, 1622, 2 vols. (ed. facs., Ollobarren, 1996); L. Cabrera de Córdoba, Relación de las cosas sucedidas en la corte de España desde 1599 hasta 1614, Madrid, 1857 (ed. facs., Valladolid, Consejería de Educación y Cultura, 1997); C. Espejo, El Consejo de Hacienda durante la presidencia del marqués de Poza, Madrid, 1924; F. Barrios, El Consejo de Estado de la Monarquía española, 1521-1812, Madrid, Consejo de Estado, 1984; D. J. Martín Gutiérrez, La Junta de Hacienda de Portugal, Pamplona, Universidad, 1996; C. J. de Carlos Morales, El Consejo de Hacienda de Castilla. Patronazgo y clientelismo en el gobierno de las finanzas reales, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1996; J. Martínez Millán y C. J. de Carlos Morales (dirs.), Felipe II (1527-1598). La configuración de la Monarquía Hispana, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1998; S. Martínez Hernández, El Marqués de Velada y la corte en los reinados de Felipe II y Felipe III. Nobleza cortesana y cultura política en la España del Siglo de Oro, Valladolid, Junta de Castilla y León, 2004; J. Martínez Millán y S. Fernández Conti (dirs), La Monarquía de Felipe II: la casa del rey, Madrid, Mapfre, 2005.

 

Carlos Javier de Carlos Morales

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