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José Bonaplata Corriol

Biografía

Bonaplata Corriol, José. Barcelona, 1795 – Buñol (Valencia), 2.VI.1843. Empresario.

Hijo de Ramón Bonaplata Roig y de Teresa Corriol y Sala, propietario de un taller dedicado al pintado de “indianas”, José Bonaplata comenzó a trabajar en el negocio familiar, con lo que pudo conocer aspectos importantes de la fabricación de telas. Cuando tenía treinta y tres años, en 1828, se emancipó y emprendió el camino empresarial por su cuenta. Las razones de esa emancipación hay que buscarlas en la pervivencia de la institución del hereu, que no le hacía a él heredero de la empresa familiar, y en sus deseos y voluntad de ser fabricante de telas. En ese mismo año de 1828 formó la primera empresa, teniendo como socio a Juan Vilaregut. El fin de la sociedad creada era el de montar en Sallents, a orillas del río Llobregat, un telar mecánico para fabricar telas de algodón. Al año siguiente, en 1829, por Real Orden de 26 de noviembre, se le concedió a Bonaplata privilegio para importar la maquinaria necesaria para la instalación de ese telar y poder comenzar la producción de tejidos de algodón. No obstante esa iniciativa y esa decisión de emprender inmediatamente la producción de tejidos de algodón, en 1830 se desplazó a Inglaterra, en compañía de su socio Juan Rull, para adquirir, de primera mano, un conocimiento mejor de los métodos y modos de producción que allí se seguían, para conocer la maquinaria que se utilizaba y poder comprar la más moderna y de mayor eficiencia, y para emplear en una fábrica de Mánchester a un joven que se apellidaba Camps. Al dar por terminada su estancia en Londres, cuando consideró que ya había adquirido la información que necesitaba, José Bonaplata comunicó a Francisco Cea Bermúdez, entonces embajador de España en Londres, que tenía el propósito de montar una fábrica de hilados y de tejidos mecánicos, conformada a los nuevos métodos que se habían establecido y desarrollado en las fábricas de Gran Bretaña.

De regreso a Barcelona, después de esa estancia en el Inglaterra, José Bonaplata acometió la tarea de preparar el proyecto de la fábrica que quería levantar y cuando lo tuvo terminado presentó a la Comisión de Hacienda, el 13 de junio de 1831, la propuesta de montar talleres con las máquinas necesarias para aplicar los sistemas traídos del extranjero, entre los que iban a estar las “selfactinas”, telares mecánicos, que constituían una innovación importante, un avance técnico de trascendencia en el ámbito industrial de la época. También propuso el establecimiento de una fábrica de fundición, si conseguía para ello la ayuda económica que necesitaba, ayuda que le tendría que llegar por la vía de la subvención u otra similar. El 30 de noviembre de 1831, cuando el expediente seguía su curso en las dependencias oficiales madrileñas, se constituyó la sociedad Bonaplata, Vilaregut, Rull y Compañía, con un capital de un millón seiscientos mil reales de vellón y una duración prevista de cinco años. El 22 de diciembre del referido año 1831, el Ministerio de Hacienda hizo público el convenio establecido con la sociedad catalana, convenio articulado en dieciocho puntos, en los que quedaban determinados los elementos con los que contaría el establecimiento fabril en el ramo textil, el número de hiladoras y telares que producirían al año la fábrica de fundición y el taller de maquinaria, la renuncia al privilegio de introducción de maquinaria del extranjero, la autorización para importar, durante cinco años, libre de los derechos arancelarios, el hierro colado, el cobre y el carbón que fuesen necesarios para la fábrica de fundición y el taller de maquinaria, sin perjuicio de ensayar con los hierros colados de las fábricas del reino y con el carbón de piedra nacional, así como la subvención que iba a recibir la empresa, subvención que ascendería a la cantidad de un millón trescientos mil reales, así como que la empresa contaría con la protección del intendente.

En 1832 comenzó la producción en la fábrica de fundición y en 1833, en las de hilados y tejidos. El crecimiento de la empresa fue grande y en 1835 ya tenía en plantilla seiscientos trabajadores. En la noche del 4 al 5 de agosto de ese año fueron asaltadas e incendiadas las instalaciones de la sociedad, en lo que se consideró un posible ejemplo de “ludismo”, al ser una protesta contra la introducción de maquinaria que sustituyese a la mano de obra. El incendio no sólo puso fin a la actividad de la planta industrial, sino también, transitoriamente, a la brillante trayectoria empresarial de José Bonaplata y a lo que había sido y era una revolución en el campo de la hilatura de algodón.

Al poco tiempo de esos sucesos, José Bonaplata compró una finca, El Espinar, en el término de Liria, en la provincia de Valencia, en la que plantó almendros y montó un molino de aceite. También invirtió una suma importante en la Compañía del Canal de Tamarite, que había constituido Antonio Gassó y Calafell para el aprovechamiento de las aguas del Cinca y el Segre y para que el Alto Aragón tuviese comunicación con el mar, empresa que entonces no pudo llevarse a cabo.

Las pérdidas que ocasionó el incendio de la fábrica barcelonesa, en esa noche de agosto de 1835, se elevaban a la cifra de 2.696.625 reales, según estimaciones realizadas, y José Bonaplata responsabilizó de ellas al Estado y solicitó la indemnización correspondiente. Fue aceptada como legítima la reclamación, tanto por el Gobierno como por las Cortes, pero la falta de recursos por parte del erario público dificultó el pago de la indemnización.

Mientras esa reclamación se atendía, José Bonaplata constituyó en Madrid, el 20 de mayo de 1837, la sociedad Bonaplata, Sanford y Compañía, para levantar un fábrica de fundición y de construcciones mecánicas, en el barrio de Hortaleza, en el solar del que había sido el desamortizado convento de Mercedarios Descalzos de Santa Bárbara. El 27 de noviembre de 1839 quedó separado de la sociedad Sanford y entraron a formar parte de ella los hermanos de José, Ramón y Narciso, quienes crearon la sociedad Bonaplata Hermanos, con un capital de doscientos mil reales para la fábrica de Madrid y de noventa mil para la que en Sevilla se iba a levantar, también de fundición y construcciones mecánicas. A los dos años de la formación de esa nueva sociedad, se disolvió, al separarse de ella Narciso Bonaplata, que se quedó con el establecimiento sevillano, mientras que los otros dos hermanos, José y Ramón, se quedaron con la marca y con el establecimiento que habían levantado en Madrid. Reconstituida la sociedad Bonaplata Hermanos, en 1843 se escrituró de nuevo, con un capital de 403.068 reales, de los que 263.451 correspondían a José y 139.616, a Ramón, que fue administrador único, como también lo había sido antes.

Enfermo José Bonaplata, con dificultades respiratorias, en mayo de 1840 otorgó testamento, del que se hicieron cargo sus albaceas testamentarios, al emprender el que fue su último viaje a su finca de El Espinar, ya que el 2 de junio de 1843, cuando se encontraba en Buñol, falleció de un ataque de asma. Al morir no dejó descendencia, pues una hija, Sofía, habida con quien fuera su esposa, Jesusa Romero de Oliván, había fallecido tres años antes.

 

Bibl.: J. Vicens Vives y M. Llorens, Industrials i politics del segle xix, Barcelona, Vicens Vives, 1961; J. Nadal, “Los Bonaplata, tres generaciones de industriales catalanes en la España del siglo xix”, en Revista de Historia Económica (Madrid), año I, n.º 1 (1983), págs. 79-95 (reprod. en J. Nadal, Moler, tejer y fundir. Estudios de historia industrial, Barcelona, Ariel, 1992); Josep Bonaplata: capdavanter del primer “vapor” barceloní, Barcelona, Ajuntament de Barcelona-Institut de Cultura, 1997.

 

Rafael Anes y Álvarez de Castrillón