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Alonso Luis Sierra y Avello Castrillón

Biografía

Sierra y Avello Castrillón, Alonso Luis de. Jarceley, Cangas de Tineo (Asturias), 19.IV.1788 – Oviedo (Asturias), 10.III.1864. Militar, mariscal de campo, gobernador militar.

Hijo de Francisco-José de Sierra y Llanes y de María del Carmen Avello Castrillón, fue educado en su infancia según los principios usuales en las familias de la nobleza local asturiana. Vivió con sus padres en la casa solariega de Jarceley. En los primeros años del siglo XIX, vivió en Andés.

Sentó plaza de guardia marina el 15 de noviembre de 1803. Tenía entonces diez años cumplidos el 19 de abril de aquel año. Desde febrero de 1804 a julio de 1805 se examinó de Aritmética, Geometría, Cosmografía, Dibujo, Francés, Navegación, Artillería y Maniobra. Obtuvo la nota de suficiente en todas estas materias. Se embarcó en el navío Príncipe de Asturias el 11 de julio de 1805. Con diecisiete años, ascendió a alférez de fragata el 9 de noviembre siguiente, por haber estado en el combate de Trafalgar el 21 de octubre de aquel año, a bordo del navío San Agustín, procedente de Ferrol. A la desgracia del naufragio del navío San Agustín frente al cabo de Trafalgar, después de una vigorosa defensa, se había visto Alonso Luis irremediablemente prisionero de guerra. Sólo bajo palabra de honor de no servir hasta su canje “al enemigo”, los ingleses le concedieron la libertad.

Alonso Luis obtuvo pasaporte del comandante general del departamento de Cádiz para que pasase por tierra a la ciudad de Ferrol, ya que pertenecía a este departamento. Durante más de un mes que empleó en el viaje desde Cádiz hasta la casa de sus padres en Andés (Navia, Asturias), sufrió penalidades y enfermó.

Parece que llegó exánime. En instancia que dirigió al Rey por medio del capitán general de Ferrol el 8 de enero de 1806, atribuyó sus dolencias al naufragio en el combate naval, debido “a las anteriores tareas y fatigas que ocasionaba el servicio de la escuadra” y a haber desempeñado con honor las obligaciones que tenía. Recordó que, a los padecimientos del combate naval y del naufragio, se había añadido “la penosa traslación desde Cádiz por tierra en los meses de noviembre y diciembre, hasta Asturias”, con lo que habían aumentado sobremanera sus dolencias.

Debido a ello, señalaba en la instancia que no había podido pasar, desde la casa de sus padres en Andés, al departamento de Ferrol, para donde había obtenido pasaporte el 26 de noviembre, por el término de sesenta días. Decía tratar de su curación en Andés, “a beneficio de los aires patrios”. Hizo constar asimismo que, al tener la condición de prisionero de los ingleses, no podía servir ni desempeñar las funciones militares mientras durase la guerra. El bachiller físico de la villa y concejo de Navia, José Alonso Miranda, certificó, el mismo día 8 de enero, que Alonso Luis, en términos que “merecían toda precaución”, padecía “una fluxión catarral inveterada que, habiendo hecho decúbito a los bronquios”, le había constituido “cierto género de tos con ronquera”. Añadía el físico que, para la curación, necesitaría “el mejor régimen dietético y auxilio médico”, durante “toda la temporada” mientras se mantuviese fría y húmeda. Y, esto “en concepto de que la insinuada tos” no estuviese “complicada con algún virus sifilítico”. El 10 de junio siguiente, Alonso Luis solicitó otra licencia de cuatro meses por persistir sus achaques, hasta el punto de que le impedían regresar al departamento, especialmente en una estación tan calurosa, “sin exponerse a un notorio peligro de la vida”. Solicitaba que se le concediesen cuatro meses más de permiso con sueldo para permanecer en Andés. Parece que sufría “una fluxión catarral vehemente” provocada por “las fatigas ordinarias del servicio y de la intemperie y frialdad de la estación” en que había emprendido su marcha, por lo que se había dirigido al pueblo de Andés “su patria” con objeto de restablecerse allí “con los aires y alimentos nativos”. Al espirar el tiempo que se señalaba en su pasaporte, y al no poder continuar el viaje a causa de sus dolencias, envió al capitán general de Ferrol, Félix de Tejada, instancia dirigida al Rey.

El cirujano titular del Puerto de Vega, Antonio Goñi, certificó en Andés, el 10 de junio de 1806, que, hallándose enfermo Alonso Luis en casa de sus padres, a comienzos del mes de marzo le habían llamado para asistirle. Diagnosticó que el paciente sufría, “por intervalos, una hemotisis biliosa que, al menor ejercicio violento, prorrumpía en un copioso flujo”, notándose también en él “una extraordinaria decadencia de espíritu”. Añadía que, para conseguir la curación, se le estaban “propinando” “las medicinas conducentes”; que el propio pariente le había informado de que, al comienzo de la enfermedad, le había atendido José Miranda Villaamil, sin que consiguiese alivio alguno en sus males con los medicamentos que le había aplicado; que había acudido a Goñi, “por apelación”, y que, “habiéndole mudado de método” y, aplicadas las medicinas que había juzgado oportunas, había tenido alguna mejoría, aunque no la bastante para ponerse en camino “sin un notorio peligro de su vida, por exponerse con la agitación y los calores a la hemorragia y con ella a perecer sofocado, o cuando menos a las funestas consecuencias de una tisis pulmonar”. Dada la mala salud de Alonso Luis, el cirujano Goñi diagnosticó que el peligro habría de subsistir durante algunos meses, al menos hasta que refrescase el tiempo y “los vasos” volviesen “a adquirir el debido tono”. Se le concedió la prórroga el 8 de noviembre de 1806.

El 12 de octubre siguiente, Antonio Goñi volvió a certificar que, en la misma fecha, había visitado a Alonso Luis, al que curaba de la hemotisis que sufría, “especialmente a los crecientes de luna”, y que seguía “con una tos pulmonar” que le impedía “todo ejercicio violento, manteniéndole con la dieta más exacta” que debía tener para el alivio de su enfermedad. Goñi certificaba que el paciente estaba “imposibilitado absolutamente no sólo para el ejercicio de su ministerio, sino para emprender cualquier viaje”, especialmente cuando, además, comenzaba a notarse en él “parte escirrosa en el lóbulo mayor del hígado”. El 19 del mismo mes y año, después de recordar todos los antecedentes, incluidos los del naufragio en Trafalgar y las circunstancias de su salud, Alonso Luis suplicó al Rey que le concediese licencia por cuatro meses más, para su restablecimiento, “en atención a sus servicios, con sueldo entero necesario para su restablecimiento”. Félix de Tejada, capitán general de Ferrol, dirigió la instancia a Su Majestad el 1 de noviembre de 1806.

En carta dirigida al gran duque de Berg el 24 de mayo de 1808, desde Andés, Alonso Luis manifestó que, “habiendo quedado gravemente lisiado en su salud”, de resultas del combate sostenido en Trafalgar a bordo del San Agustín, había, no obstante, continuado en el servicio de los arsenales de Ferrol, único destino que podía tener, como prisionero que era de los ingleses. Señalaba que, por habérsele agravado su enfermedad, había obtenido real licencia para pasar a la casa de sus padres en Asturias, en la que permanecía por entonces para su curación, y que aún no se había restablecido. Acreditó, mediante certificado, que continuaban sus achaques, por lo que decía hallarse en la imposibilidad de restituirse al departamento de su destino dentro del término de la licencia de que disfrutaba, a menos que pusiese en peligro su vida. Por ello, solicitaba que se le concediese segunda prórroga de la licencia que tenía, por otros cuatro meses, para conseguir su restablecimiento. Antonio Goñi certificó el 22 del mismo mes de mayo que atendía a Alonso Luis desde el mes de noviembre anterior para curarle “de unas erupciones cutáneas” que padecía, acompañadas “de tumores vagos e intensos dolores”; que las erupciones iban desapareciendo, gracias a “las medicinas del arte” que le propinaba y debido a que subsistían los dolores, le había recetado, entre otras cosas, “el uso continuado de las aguas termales de Prelo” [concejo de Boal] cuando lo permitiese la estación, que aún se mantenía destemplada. Juzgaba “totalmente necesario” que se cumpliera lo que señalaba y que el paciente guardase “el sosiego y método dietético”, para conseguir la “radical curación”, pues, de no hacerlo así, habrían de seguírsele “las más funestas consecuencias”. El 12 de junio de 1808 le fue concedida prórroga por cuatro meses con todo su sueldo de alférez de fragata para que pudiese atender a su salud.

Alonso Luis se reincorporó enseguida a la lucha contra las tropas francesas. En los años 1808, 1809 y 1810 participó en las acciones de Menagaray, Valmaseda y su retirada, toma de Vigo, en las del Puente de San Payo, Tuy, Santiago, el Padrón, ermita de la Salud, La Bañeza, Tamames, Carpio, Medina del Campo, cuadro de Alba de Tormes, retirada de Jerez de los Caballeros y en la acción de Cantalgrullo. Después de la retirada del Ejército, con tres soldados del Regimiento del Príncipe, hizo prisionero a un edecán del general Becièrs y a seis cazadores, con sus caballos. En 1811, participó en las salidas de la plaza de Badajoz del 7 y el 9 de febrero. El 19 del mismo mes, fue hecho prisionero de guerra por los franceses. Consiguió evadirse, de modo que, en junio, participó en el sitio de la plaza de Badajoz. Luego, por Arroyo del Puerco, pasó a Cáceres, entrando en la ciudad en agosto. Tomó parte en las acciones de La Eliseda y de Arrollo Molinos el 28 del mismo mes, en la retirada a Almagro y en el ataque de Porcuna. En el año 1812, participó en dos acciones sobre Sevilla, en el mes de junio, como ayudante del general Morillo, quedando “contuso” en una de ellas. Participó en la batalla de Alba de Tormes el 26 de mayo de 1813 y, en la de Vitoria, el 21 de junio.

En ésta, se distinguió por su valentía, lo que le elogió el comandante general de la División. Intervino, desde el 25 al 30 de julio, en las acciones sobre los puertos de Castellpelón, en la frontera con Francia, en las de las alturas de Mesquiri y de Villaba, en los campos de Pamplona y Pueblo de Sorauren, siguiendo a las tropas enemigas hasta el valle del Baztán. Actuó, el 10 y el 12 de noviembre, sobre las alturas de Anoa e Illasus, inmediaciones de Conubo, en Francia y, en la del paso del río Nive, el 9 de diciembre. El 23 de enero de 1814, participó en el forrageo de Baigorri y fue hecho allí prisionero de guerra. El 20 de abril, conseguida su libertad, se presentó en el Cuerpo.

Terminada la guerra, Alonso Luis pasó a América en 1815 en la expedición que mandaba Pablo Morillo.

Actuó en la toma de la isla Margarita y en el sitio de la plaza de Cartagena de Indias hasta que se rindió ésta el 6 de diciembre. En los años de 1816 a 1820, hizo el servicio que le correspondía como agregado a los Regimientos de León y de Sevilla. Restablecida la Constitución de 1812, reemplazado de teniente coronel mayor del Regimiento de Infantería de Zaragoza, pasó a Cataluña desde Mallorca, mandando una columna de cuatrocientos hombres para perseguir las facciones que actuaban allí. Consiguió dispersarlas en varias ocasiones. En una de aquellas operaciones, sufrió una caída del caballo, que lo arrojó en un barranco y del que se le sacó malherido. Una vez repuesto, salió enseguida con su columna para socorrer a las autoridades de Barcelona, atropelladas por los batallones de la milicia nacional. Arrastró al coronel que había instigado el alboroto y lo condujo a la ciudadela.

Sierra fue nombrado gobernador interino de la ciudad y, en 1822, coronel efectivo del Regimiento de Infantería de Valencey, que estaba por entonces en Navarra, y participó, al mando de una brigada, en varios encuentros contra los facciosos, a las órdenes del general Torrijos. Las principales acciones en las que se halló fueron la de Peñacerrada y en la del socorro, en Estella, a la brigada del coronel Jáuregui.

En 1823, siendo gobernador, en comisión de servicios, de la plaza de San Sebastián, la defendió durante seis meses, al estar sitiada por tropas francesas y por facciones de aquella tierra. Mandó fuerzas que, en varias salidas, pudieron tomar los parapetos desde los que actuaban los asaltantes, con lo que consiguió expulsar a las tropas francesas que ocupaban el arrabal.

Al agotarse los alimentos en la ciudad, incluso después de haber sacrificado un gran número de caballos para disponer de carne, tuvo que capitular el 1 de octubre, con todos los honores de guerra. La guarnición fue hecha prisionera y conducida a Francia. Él permaneció prisionero y, después, fue impurificado, en primera y segunda instancia, y como tal permaneció desde 1824 hasta 1833. Al regresar a España a la muerte de Fernando VII, fue destinado al ejército expedicionario de Portugal, a las órdenes del general Rodil. Participó en toda la campaña, en el año 1834, como encargado interino del Estado Mayor de aquel ejército. En 1835, pasó con el mismo Ejército a Navarra y a las provincias vascongadas. Allí persiguió sin descanso a las partidas de don Carlos, destacándose en la segunda acción de Alegría, de lo que fue notificada Su Majestad la Reina. Por Real Orden de 3 de noviembre de 1835, fue condecorado con la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. En 1836, a las órdenes inmediatas del capitán general de Castilla la Vieja, obtuvo el mando de una columna de setecientos hombres para defender la comarca del Bierzo de las incursiones y ataques de las facciones que entraban allí desde Galicia. En ese mismo año, persiguió a los componentes de la expedición de Gómez, en Asturias. Llegó a alcanzar la retaguardia de los facciosos en Villablino, consiguiendo derrotarlos y dispersarlos, persiguiéndoles hasta León y causándoles bajas. Se apoderó de armas y enseres de guerra, a pesar de que los facciosos eran superiores en número.

En León, se incorporó con sus soldados a la división del general Espartero, quien le nombró comandante de la brigada de vanguardia. Permaneció en este mando hasta después de la batalla de Escaso.

Fue comisionado para llevar a León a los heridos que hubo en aquella acción y a los prisioneros que se hicieron en ella. En ese año, fue nombrado por Su Majestad comandante general de Asturias y defendió la ciudad de Oviedo de los ataques del cabecilla carlista Sanz en los días 4 y 18 de octubre. Por la “gloriosa defensa” de Oviedo, fue declarado Benemérito de la Patria. El 15 de agosto de 1836, recibió el nombramiento de brigadier. Como comandante general de León, en el año 1837 deshizo la facción del cabecilla Valderas y mandó que lo fusilasen. También destruyó la facción que mandaba el cabecilla Pasiego e hizo fracasar la “insurrección anárquica” promovida en el cuarto batallón franco de Castilla que había proclamado la república en León. Al hacer prisioneros a los promotores, los subtenientes Francisco Doti y Joaquín Guisasola, fueron sometidos a Consejo de Guerra de oficiales generales. Al condenarles a muerte, fueron ejecutados.

Alonso Luis, en octubre de 1851, tenía los siguientes honores y condecoraciones, según declaración que hizo el 29 de ese mes: era caballero de las Grandes Cruces de San Hermenegildo y de la Militar de Cristo de Portugal. Estaba condecorado con las Cruces de 3.ª y 4.ª Clase de la Orden de San Fernando y con otras varias por sus acciones de guerra. Era Benemérito de la Patria, mariscal de campo de los Ejércitos Nacionales, 2.º cabo del distrito de Galicia, gobernador de la plaza de La Coruña y comandante general de aquella provincia.

Desde el 18 de diciembre de 1840, estuvo de cuartel en Asturias, hasta el 7 de julio de 1843 en que viajó a Valladolid para presentarse a la Junta Provincial.

Ésta le destinó a la división mandada por Francisco J. Azpiroz que operaba en las cercanías de Madrid.

Participó en la acción de Ardoz, agregado al Estado Mayor. Asistió al desarme de la milicia nacional de Madrid. El 17 de septiembre, fue destinado a ponerse a las órdenes del capitán general de Cataluña.

Éste le nombró gobernador de la ciudadela de Barcelona, que era base de operaciones del ejército que sitiaba la plaza sublevada contra el Gobierno de Su Majestad. Allí, durante los tres meses que tardó en rendirse la ciudad, Alonso Luis dio órdenes de sostener constante fuego, tanto de cañón como de fusil.

El 6 de mayo de 1844, fue elegido jefe de la brigada de reserva compuesta de la guarnición. El 6 de junio siguiente, en atención a sus méritos y servicios y a los particulares contraídos en Barcelona, fue ascendido a mariscal de campo. El 8 de julio de 1846, fue destinado de segundo cabo al distrito de Galicia. Al llegar, tomó el mando de la línea de Portugal. Por las actuaciones allí, el 18 de septiembre de 1847 fue condecorado con la Cruz de San Fernando de 3.ª Clase.

En las mismas fechas, el Rey de Portugal le concedió la Gran Cruz de la Orden Militar de Cristo. Estuvo al frente, en varias ocasiones, de la Capitanía General del distrito. En una de ellas, dirigió la acción contra los facciosos del Ebanista, que se encontraban en Portugal, y consiguió vencerlos. También contribuyó a descubrir la conspiración que se preparaba, en septiembre de 1848, contra la seguridad de la plaza de La Coruña. El 8 de noviembre de 1846, fue condecorado con la Gran Cruz Americana de Isabel la Católica, cuyo diploma no reclamó por falta de medios.

Posteriormente, fue gobernador militar de la ciudad y provincia de La Coruña desde finales de septiembre de 1852. También fue segundo cabo del distrito.

En varias ocasiones, asumió el mando superior por ausencia del titular. El 31 de octubre de 1853 declaraba que, desde final de septiembre del año anterior, hallándose de gobernador militar de la plaza y provincia de La Coruña, y de segundo cabo del distrito, no había obtenido empleo, condecoración ni gracia alguna, habiendo desempeñado el mando superior en varias épocas por ausencia de su superior. Alonso Luis de Sierra y Avello falleció en Oviedo el 10 de marzo de 1864, hallándose allí de cuartel.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Museo don Álvaro de Bazán (El Visó del Marqués, Ciudad Real), Cuerpo General, leg. 620/1160; Archivo General Militar (Segovia), Secc. 1.ª, leg. S-2698.

G. Anes y Álvarez de Castrillón, “Don Francisco-José de Sierra y Llanes. Su familia y nobleza”, en Hidalguía (Madrid), n.º 340-341 (mayo-agosto de 2010), págs. 309-395 (cf., especialmente págs. 330-340).

 

Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón, marqués de Castrillón