Leonor de Castilla. Condesa de Ponthieu y Montreuil. ?, 1241 – Harby (Inglaterra), 28.XI.1290. Infanta de Castilla y de León, reina de Inglaterra.
Nacida en 1241 del segundo matrimonio de Fernando III, rey de Castilla y de León; por parte de su madre, Juana, descendía de Simón de Dammartin, conde de Aumale, y de María, condesa de Ponthieu.
A la muerte de Fernando III, en 1252, tanto la Reina viuda como sus hijos quedaron en una situación un tanto inestable. De hecho, Juana de Ponthieu regresó poco tiempo después a Francia, a sus estados del norte, acompañada de Fernando, el mayor de sus hijos varones. Por su parte, Leonor pronto abandonó también la Península Ibérica, aunque por un motivo bien distinto: su matrimonio con Eduardo, príncipe heredero de Inglaterra.
Este enlace, celebrado en 1254, se acompañó de todo tipo de celebraciones en Castilla y en Inglaterra.
El propio novio fue armado caballero por la mano de Alfonso X, y la novia llevó en dote los derechos sobre el ducado de Aquitania que, de esta manera, revertía a los Plantagênet.
Su primer año de esposa transcurrió en Francia, para, a continuación, cruzar a Britania. El 9 de octubre de 1255 llegó a Dover, una entrada que fue descrita con rica minuciosidad por el cronista Mateo París, y en la que le acompañaron unos pocos castellanos y algunas damas.
Su suegro, Enrique III, la acomodó en el castillo de Windsor, donde Eduardo disponía de sus propias estancias. Este castillo que se convirtió en su principal residencia en la isla durante nueve años. No se sintió sola la nueva princesa de Inglaterra, pues, en aquellas tierras, se encontraba un buen número de parientes de su madre, como los condes de Arundel o Shrewbury, que se convirtieron en el germen de su Corte personal, y a ellos habrá de sumarse, en 1256, su hermano Enrique de Castilla, que se refugió a su lado después de sus problemas con Alfonso X, hecho que provocó con su presencia notables tensiones entre ambas Coronas, Castilla e Inglaterra.
Entre 1258 y 1265 asistió a un período de conflictos que enfrentan a la Corona con el partido nobiliario acaudillado por el conde Simón de Montfort, tío y padrino de su esposo Eduardo. La víspera de Navidad del año 1262 estalló una revuelta en la frontera de Gales. Los episodios desafortunados se sucedieron, hasta que, el 14 de mayo de 1264, después de la batalla de Lewes (Sussex), Eduardo cayó en las manos de los rebeldes y aunque el Monarca continuó gobernando nominalmente lo hizo bajo la tutela del conde Simón.
Leonor solicitó la ayuda económica de su hermano Enrique, que por entonces servía en calidad de mercenario a las órdenes del califa Hafsida de Túnez. Con el dinero que éste le envió, la princesa compró la libertad de su esposo, que consiguió evadirse de su prisión con la ayuda de la familia de Clare. La posterior batalla de Evesham supuso el final del dominio de los Montfort y la muerte de los principales cabecillas nobiliarios, cuyas tierras fueron confiscadas por la Corona. Gracias a estos episodios, el prestigio de Eduardo y el de su esposa crecieron notablemente, consolidándose su posición en el reino.
Apenas unos años más tarde llegó a Inglaterra el legado papal Ottoburno, con el fin de predicar una nueva cruzada, un llamamiento que asumió pronto Eduardo. En agosto de 1270 los preparativos para participar en la misma estaban completados y tanto Leonor como su esposo abandonaron la isla para iniciar su nueva misión. El objetivo de Eduardo no era otro sino unirse a la hueste del rey Luis de Francia.
Pero la inesperada muerte de éste en Túnez desvió su atención. Durante el invierno de 1270-1271, fueron alojados por Carlos I en Sicilia, donde se interesaron por la suerte de Enrique de Castilla, hermano de Leonor, preso en Canosa. Después de unos oscuros episodios que culminaron con la muerte de uno de los principales caballeros de Eduardo, su primo Enrique de Alamain, partieron hacia Tierra Santa, y arribaron a las costas de Acre.
Su llegada proporcionó nuevas fuerzas a los cristianos y Nazareth fue reocupada por ellos, aunque pronto la enfermedad se propagó entre los cruzados y el propio Eduardo cayó enfermo. Por si fuera poco, un asesino enviado por Baybars casi terminó con la vida del príncipe con un arma envenenada. Pretende una leyenda, con mucha aceptación a partir de finales del siglo xvi, que Leonor chupó la herida de su esposo para extraer el veneno y así le salvó, ganándose la admiración de todos. Sin embargo, parece que la parca visión de los hechos de la que se dispone no ratifica esta romántica reconstrucción.
En noviembre de 1271 el rey Enrique III falleció y Eduardo y su esposa decidieron regresar a Inglaterra, ahora como Monarcas. El 2 de agosto de 1274 desembarcaron en Dover, y fueron coronados en Westminster el domingo 19 de agosto.
Los siguientes años aparecieron marcados por las guerras con Gales. Todo comenzó cuando Llewelyn de Snowdon, vasallo de Eduardo, aprovechando la ausencia de éste, comenzó a actuar de manera independiente.
La situación se agravó por momentos, y forzó a los ahora Reyes a centrar su atención en la frontera de Gales, hasta la resolución de la guerra, que culminó con la muerte de Llewelyn, sus hermanos y los principales partidarios de éstos. En octubre de 1282 Eduardo escribió al papa Martín IV para darle noticia de lo que denominó “la última rebelión galesa”.
Allí, en las tierras de Gales, ahora convertidas en principado por Eduardo, se establecieó la Corte en el castillo de Caernarfon, donde Leonor alumbró a su último hijo: Eduardo, llamado a convertirse en Eduardo II.
Los asuntos familiares también pasaron a un primer puesto durante la etapa galesa. A comienzos de 1279 la reina Juana de Ponthieu murió y Eduardo I partió hacia Francia para negociar con Felipe III los derechos de su esposa, Leonor de Castilla, a las tierras de su madre. En mayo, ambos Monarcas sumaron a sus dignidades el título de conde y condesa de Ponthieu.
Durante estos años Leonor comenzó a mostrar los primeros síntomas de la enfermedad que la llevó a la muerte: una afección pulmonar que se ha identificado como tisis. Entre mayo de 1286 y agosto de 1289 los monarcas ingleses residieron en Francia, visitaron sus estados, pero, de nuevo, se produjeron otros episodios de fiebres y enfermedad que agravaron la precaria salud de la Reina.
Mientras se deterioraba su estado, el asunto de la cruzada volvió a latir, recordándole a Eduardo que, en 1287, prometió volver a los santos lugares y todavía no había cumplido su palabra. Pero los asuntos de Escocia terminaron por atraer toda la atención del Monarca, desviándola definitivamente de Acre.
El 28 de noviembre de 1290, en Harby, Leonor falleció después de largos días de padecimiento. Su esposo, Eduardo, ordenó que su cuerpo fuera trasladado a la abadía de Westminster, donde todavía hoy reposa. En cada uno de los lugares más significativos por donde el cortejo fúnebre se detuvo en su camino, se alzó por regia orden una cruz. En total doce, la última de ellas denominada Charing Cross, en Londres.
Todas ellas fueron demolidas durante las guerras del xvii, entre 1642 y 1647. Algunas de ellas fueron más tarde reconstruidas, otras desaparecieron para siempre.
De la mayoría se conserva su recuerdo y el topónimo indicativo del lugar donde se asentaron.
Leonor también ha pasado a la historia por su afición a la cultura, forjada sin duda durante su juventud en España, pues, al igual que sus hermanos Alfonso X, Fadrique y Enrique, sentía admiración por los autores clásicos y los más sobresalientes del momento. Prueba de esta común afición fue el envío por parte del monarca castellano de una copia de su versión francesa del árabe Escalera de Mahoma, así como otros manuscritos.
Por su parte, Leonor ordenó al maestro Richard que preparase una versión en anglo-normando del conocido De Re Militari de Flavio Vegetio, considerado la biblia militar de la Caballería.
Numerosa fue la prole nacida de la unión entre Eduardo I y Leonor de Castilla. Entre sus hijos destacan: Catherine (1264), Joan (1265), John (1271), Eleanor (1298), esposa del conde Henry de Bar; Joan de Acre (1307), que casó en dos ocasiones, la primera con Gilbert de Clare, conde de Cloucester, y la segunda con Ralph de Monthermer; Alfonso (1284); Margaret (1333), mujer del duque Juan de Brabante; Berengaria (1278), Mary (1332); Elizabeth (1316), que desposó primero con el conde John de Holland y después con el conde de Hereford Humphrey de Bohun, y, finalmente, Eduardo de Caernafon (1327), llamado a coronarse con el nombre de Eduardo II.
Bibl.: J. C. Parsons, The Court and Household of Eleanor of Castile in 1290, Toronto, Pontifical Institute of Mediaeval Studies, 1977; “The Year of Eleanor of Castile’s Birth and her Children by Edward I”, en Medieval Studies, 46 (1984); J. Powrie, Eleanor of Castile, Studley, Brewin Books, 1990; D. Parsons (ed.), Eleanor of Castile (1290-1990). Essays to Commemorate the 700th Anniversary of her death: 28 November 1290, Stamford, Paul Watkins and University of Leicester, 1991; Eleanor of Castile. Queen and Society in Thirteenth- Century England, London, MacMillan, 1995; M. Prestwich, Edward I, New Haven-London, Yale University Press, 1997, passim.
Margarita Torres Sevilla