Olalla Aldea, Remigio Ángel. Beato Agapito León. Acinas (Burgos), 2.VIII.1903 – Valdepeñas (Ciudad Real), 18.VIII.1936. Hermano de las Escuelas Cristianas, La Salle (FSC), educador, mártir, beato.
Fue bautizado el 4 de agosto del mismo año en que nació, 1903. Ingresó en el noviciado menor de Bujedo (Burgos) en 1916, cuando contaba trece años. Hizo sus primeros votos el 9 de agosto de 1921 y los votos perpetuos el 26 de agosto de 1928. Después del escolasticado inició su apostolado como profesor del noviciado menor de Griñón (Madrid). En 1935 fue a Lembecqlez-Hal (Francia) para seguir el segundo noviciado. Al regresar, fue nombrado provisionalmente director de la comunidad de Santa Cruz de Mudela, porque el director estaba enfermo. Y allí se encontraba cuando comenzó la persecución religiosa en julio de 1936.
Santa Cruz de Mudela era en 1936 una pequeña localidad de Ciudad Real pero contaba con una escuela dirigida por los Hermanos de las Escuelas Cristianas (La Salle). Formaban la comunidad cinco hermanos: Agapito León, como director; Josafat Roque, Julio Alfonso, Dámaso Luis y Ladislao Luis. El 22 de julio de 1936 un grupo de milicianos rodeó tumultuosamente el colegio, lo invadieron y detuvieron a los cinco hermanos. Los llevaron a la “checa” del pueblo, donde estuvieron cinco días. Luego, junto con otros dos detenidos, los llevaron a otra prisión, donde los tuvieron hasta el 19 de agosto. humillaron e hicieron sufrir a los hermanos. Varias veces les hicieron barrer la plaza pública, entre insultos y vejaciones. Les obligaban a hacer marchas militares cantando consignas marxistas. En más de una ocasión los abofetearon. En medio de sus sufrimientos, durante la cautividad, se mostraron animosos y fueron ellos quienes sostuvieron y alentaron a los otros presos, que eran sacerdotes y católicos militantes de la localidad. Mientras estuvieron detenidos, una señora bienhechora del colegio, Cecilia Ramiro, se encargó de su sustento, que les llevaba diariamente a la cárcel.
El 18 de agosto, fiesta de san Agapito, el hermano director celebró su onomástica y pidió que compraran unos pastelillos para convidar a todos, incluidos los carceleros. Al día siguiente, 19 de agosto de 1936, un grupo de milicianos se presentó en la cárcel reclamando a los hermanos y a otros veinticinco detenidos, entre ellos cinco sacerdotes. Los cargaron en una camioneta y a media noche los asesinaron en el cementerio de Valdepeñas (Ciudad Real). El hermano Agapito León tenía treinta y tres años. A todos los arrojaron a una fosa común y unas horas después echaron sobre ellos cal viva.
Los otros cuatro hermanos que enseñaban en este colegio, y que murieron con el beato Agapito León el 19 de agosto de 1936, habían ingresado en los hermanos de las Escuela Cristianas (La Salle) en el Seminario Menor de Bujedo (Burgos) entre 1913 y 1926 y habían desarrollado su actividad apostólica y docente en diversas escuelas.
Son: Urbano Corral González, beato Josafat Roque —Navaojos de Losa (Burgos), 6.XII.1899 – Valdepeñas (Ciudad Real), 18.VIII.1936—. Había profesado el 2 de febrero de 1916 y ejercido su apostolado en el Colegio Maravillas, de Madrid, donde le sorprendió el incendio de 1931. Desde 1933 estaba en Santa Cruz de Mudela. En el momento de su muerte contaba treinta y seis años de edad.
Valeriano Ruiz Peral, beato Julio Alfonso —Arconada (Palencia), 15.IX.1911 – Valdepeñas (Ciudad Real), 18.VIII.1936—. En 1931 había iniciado su apostolado en la Escuelade San Martín, en Madrid. El 12 de septiembre de 1933 llegó a Santa Cruz, donde falleció a los veinticuatro años de edad.
Antolín Martínez Martínez, beato Dámaso Luis —Armellada (León), 12.I.1915 – Valdepeñas (Ciudad Real), 18.VIII.1936—. Fue asesinado con sólo veintiún años. Santa Cruz de Mudela fue su único campo de apostolado.
Isidro Muñoz Antolín, beato Ladislado Luis —Arconada (Palencia), 8.V.1916 – Valdepeñas (Ciudad Real), 18.VIII.1936—. Había llegado a Santa Cruz de Mudela en 1935. Éste fue su único campo de apostolado antes de morir a los veinte años de edad.
Con los hermanos de las Escuelas Cristianas fue asesinado, a los sesenta y siete años, el capellán de la comunidad, el sacerdote diocesano Justo Arévalo Mora —Miguelturra (Ciudad Real), 19.VII.1869 – Valdepeñas (Ciudad Real), 18.VIII.1936—. También los sacerdotes párroco y coadjutor de Santa Cruz de Mudela Félix González Bustos —Alcubillas (Ciudad Real), 23.II.1903 – Valdepeñas (Ciudad Real), 18.VIII.1936—, que murió a los treinta y tres años. Y Pedro Buitrago Morales —La Solana (Ciudad Real), 24.I.1883 – Valdepeñas (Ciudad Real), 18.VIII.1936—, de cincuenta y tres años.
Desde el 20 de julio de 1936 Santa Cruz de Mudela estaba siendo un nuevo calvario para sacerdotes, religiosos y seglares católicos. El párroco, Félix González, fue detenido el día 20 de julio y el 21 los aludidos cinco hermanos de La Salle integrantes de la comunidad del Colegio de San José, y los encerraron en la cárcel del pueblo. Días después los trasladaron al Pósito (granero), convertido en cárcel, con otros presos. Allí llevaron también, el 3 de agosto, a los otros dos sacerdotes, Pedro Buitrago y Justo Arévalo. Permanecieron todos detenidos hasta el día 18. Pasaron los días soportando duros castigos físicos y psicológicos por el hecho de ser religiosos. Sin sentencia alguna, la noche del día 18 de agosto, las ocho víctimas fueron asesinadas.
Unos días más tarde fue también asesinado el compañero de prisión de los cinco hermanos de La Salle y de los tres sacerdotes, el laico Álvaro Santos Cejudo —Daimiel (Ciudad Real), 19.II.1880 – Alcázar de San Juan (Ciudad Real), 17.IX.1936—, padre de familia, ferroviario de profesión. Había sido hermano de las Escuelas Cristianas durante ocho años y tuvo que abandonar la Congregación por problemas familiares. Años después contrajo matrimonio con María Rubio Márquez y fue padre de siete hijos. Trabajaba en la red nacional de ferrocarriles, era adorador nocturno y católico practicante.
El 22 de julio de 1936 un grupo de fusileros registraron su casa y lo detuvieron durante unas horas. A pesar de ese aviso, no dejó de ir al trabajo. El día 2 de agosto uno de sus compañeros le dijo a otro que Álvaro iba todos los días a misa, y que tenía dos hijas religiosas, por lo que lo quiso matar, pero se lo impidieron otros ferroviarios. No obstante, lo mandaron arrestar y lo llevaron a la cárcel de Santa Cruz de Mudela, donde se encontró con los tres sacerdotes y los cinco hermanos de La Salle. Con ellos rezaba el rosario y se animaba a testimoniar su fe. Fue asesinado un mes más tarde, el día 17 de septiembre. Por la tarde lo llevaron a Alcázar de San Juan y lo encerraron en el exconvento de los Trinitarios, que hacía de cárcel. Esa misma noche lo llevaron al cementerio y lo fusilaron. Tenía cincuenta y siete años.
Todos ellos fueron beatificados en Roma el 28 de octubre de 2007.
Bibl.: F. S. C. “Fieles... hasta dar la vida. Martirologio Lasaliano”, en Boletín del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Roma), n.º 244 (1998), pág. 104; Fratelli delle Scuole Cristiane, La capella dei martiri, Roma, Postulazione Generale [1999]; Hermanos de La Salle, Testigos de Jesucristo, s. f.; 58 Hermanos de La Salle testigos de Cristo Rey. La vida que se entrega, Roma, Postulación General F. S. C., 2007; F. del Campo Real, Mártires de Ciudad Real, El Obispo Narciso de Estenaga y diez de sus diocesanos mártires, Madrid, EDIBESA, 2007; F. M. Jiménez Gómez, No temieron la muerte. Don Narciso de Estenaga y compañeros mártires de Ciudad Real, Ciudad Real, Obispado, 2007; M.ª E. González Rodríguez (ed.), Quiénes son y de dónde vienen. 498 mártires del siglo xx en España, Madrid, Conferencia Episcopal Española, Edice, 2007, págs. 131-135; ~ Hablar hoy de martirio y de santidad, Madrid, Conferencia Episcopal Española, Edice, 2007, págs. 145-206; CONFER, 28 de octubre de 2007. Beatificación de 462 Religiosos y Religiosas Mártires de España,“Vosotros sois la luz del mundo”, “Folletos Con Él. Testimonio y Testigos”, n.º 282 (octubre de 2007); P. Aliaga Asensio, Entre palmas y olivos, Mártires Trinitarios del siglo xx en Jaén y Cuenca, Córdoba-Madrid, Provincia España Sur, 2007, págs. 127-139.
María Encarnación González Rodríguez
