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José María Padierna de Villapadierna y Avecilla

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Biografía

Padierna de Villapadierna y Avecilla, José María. Conde de Villapadierna (III). Málaga, 26.XII.1909 – Madrid, 23.X.1979. Deportista, piloto de carreras, propietario de la escudería y de la cuadra Villapadierna, creador del derby español, presidente de la Real Federación Española de Automovilismo.

Villapadierna estudió Derecho en la Universidad de El Escorial, fue oficial de Húsares y cursó oposiciones a diplomático. Había nacido casualmente en Málaga, de cuyo turismo sería luego avanzado, y un toque andaluz acompañó siempre a su reputada galantería, como a su manera torera de dar el banderazo de llegada en el circuito del Jarama.

Su padre, Felipe Padierna de Villapadierna y Erice, emparentado con Urquijo, Cubas y Gaitanes, no sólo familiarmente sino en inversiones y negocios que resultaron de la parcelación del barrio de Salamanca, falleció siendo él joven. Esto lo lanzó pronto a una gran vida entre damas, automóviles y caballos que no iba a remitir hasta casarse, ya con cincuenta años, con Alicia Klein y García-Aráoz, con quien tuvo dos hijos: Alicia y Felipe, éste jugador de polo y posterior titular del condado, y aquélla, propietaria del Hotel Villa Padierna en Marbella.

De su rocambolesca vida es fama que el conde disfrutó y disipó en vida hasta tres herencias, que incluían manzanas del centro de Madrid, del canal del Este y el de Isabel II o la antigua ciudad deportiva del Real Madrid, además de los palacios de Villapadierna y Linares, pero resultó expropiado repetidamente en la posguerra, notoriamente del valle de Cuelgamuros, que pasó a ser de los Caídos, o la gran dehesa y palacio de Cijara en Herrera del Duque, con fama de ser de las mayores de España y que provenía de la célebre ruina de Osuna.

Villapadierna estiró la belle époque entre carreras y lances, gastando fortunas en viajes y aficiones deportivas y rodeándose, por igual, de la gran sociedad, tanto como de truhanes, coristas, toreros y mecánicos de coches. Ello lo condujo a algún incidente con las autoridades, fuesen civiles —detenido por la República—, militares —por vestir con otro rango, de lo que lo sacó el general Izquierdo Arroyo, pionero de la aviación y a la sazón su cuñado—; o policiales en la posguerra —por el fallecimiento en su hotel de una conocida miss—, además de padecer incautaciones, la menor de las cuales no sería el propio palacio Villapadierna en la calle Goya, derribado por su enemistado convecino, el ministro Ibáñez Martín, para edificar el Instituto Beatriz Galindo.

Fue seductor de mujeres deseadas, desde la reina del Bugatti Hellé Nice a su luego segunda esposa, la campeona de golf Alicia Klein —ex mujer de un hijo del marqués de Jura Real— pasando por la malograda belleza de la preguerra, Josefa Antón Ruiz, hasta la cantante francesa Fernanda Montel o la actriz Rita Hayworth. Gran aficionado al toro y fiel amigo de Manolete —como luego de Bienvenida, Gitanillo y Belmonte—, sería introductor a la fiesta de estrellas como Gary Cooper, Orson Welles, Ava Gardner o Porfirio Rubirosa.

Fascinado tanto por las incipientes carreras de coches como por el mundo del caballo, compró su primer Bugatti T35 —según es fama— distrayéndole joyas a su madre, heredera de los marqueses de Linares. Corrió para equipos italianos, comprando dos Maserati 8CM y un Alfa Romeo P3 para formar la escudería Villapadierna con el pionero Joaquín Palacio Power; pilotos como Zanelli y Léhoux defendieron su novedoso color amarillo, que el conde retomaría luego con listas verdes para su cuadra.

Fue el primer español en un Grand Prix y en correr en Mónaco (donde se estrelló en 1935), a cuyas galas del Club d’Anciens Pilotes permaneció ligado. Participó en decenas de competiciones internacionales, entre ellas, dieciocho de Grand Prix (Penya Rhin, Vichy, Dieppe, Niza, Comminges, Mónaco, Spa, Pau, Cartago, Montlhèry y Deauville), de los que su mejor resultado fue Niza (1934), subiendo al podium con Nuvolari y Varzi, así como Pau y Deauville en 1936. Ganó la Targa Abruzzo, la subida a La Turbie en 1935 o las 24 Horas de Spa, con Raymond Sommer. Su llamativa vida contribuyó a popularizar las carreras en España, pero la Guerra truncaría su entusiasmo, pasando a promover el deporte desde el Real Automóvil Club de España (RACE) y la Federación Española de Automovilismo, que presidió durante doce años. Lanzó el Gran Premio del Jarama e introdujo la Fórmula 1430 —así como la motonáutica— siendo durante cuarenta años director de carrera.

El 18 de julio de 1936 lo sorprendió en el GP de Deauville, teniendo que esconderse a su regreso a Madrid cuando primos y parientes del barrio de Salamanca empezaron a ser detenidos y fusilados aquel verano. Milicianos de la Unión General de Trabajadores (UGT) de Transportes tomaron luego el palacio de la calle Goya, instalaron una checa y fusilaron a su hermana María Padierna de Villapadierna, baronesa de Benidoleig, y a sus tíos Manuela y Gabriel Padierna de Villapadierna y Erice, marquesa de Padierna y marqués de Muñiz, respectivamente; incautado le fue también el palacio de Linares. El conde de Villapadierna fue ayudado a escapar a San Sebastián por la cuadrilla torera de los Bienvenida —el conde se casó luego con la hermana del banderillero Guillermo Martín, fallecida tempranamente en 1947—.

Se alistó en las filas nacionales, siendo oficial del Regimiento de Húsares de la Princesa, destinado en el frente de Extremadura, y resultó herido hacia el final de los combates. Se le unía el desconcierto de que su hermana fuese fusilada por un piquete mientras el marido de ésta, el barón republicano Luis Miquel, había puesto sus cabeceras de El Sol y La Voz al servicio de Azaña. Él mismo había sido acusado en 1934 de distraerle cheques a su tía, la marquesa de Padierna, aunque confusamente Santiago Carrillo revelaría que, con su conocimiento y el de Indalecio Prieto, le estafaron a aquélla más de un millón de pesetas, para las armas de la revolución de Asturias. De resultas quizá se sucedieron las expropiaciones, en el nuevo régimen, del palacio de Cuelgamuros o la dehesa de Herrera del Duque (por el Plan Badajoz de pantanos).

El conde, como se lo nombraba en el hipódromo, se volcó entonces en su cuadra y en la Yeguada de Larzábal, ambas de renombre en la hípica nacional. Fundó la primera con las inolvidables Sunny Day y Baratísima e inauguró la segunda —que llegó a tutearse con la propia Yeguada Militar— con Palace Girl, iniciando cuarenta años de una aportación indeleble a la cabaña y la equitación españolas. Fue el único al que su amistad con el gran Marcel Boussac, permitió cubrir sus yeguas en Francia con sementales de la nobleza de Tourbillon o Coronation, contribuyendo así a renovar la sangre en España. Jesús Méndez, que entrenó a los mejores, lo calificó como el propietario más entendido de cuantos conoció. Su fino ojo daría con el mejor caballo de la historia del turf local, Rheffissimo, que lo ganó todo en España antes de ir a Inglaterra, pero dio también con otras leyendas como Pumba, Reltaj, Touragua, La Scandalossa o Donagua. Su palmarés incluyó cuatro veces Gran Critériums, cinco Generalísimos, cinco Corpas, un Valderas, cinco Cimeras, cuatro de Su Majestad el Rey, dos Oaks, un Derby Villapadierna, seis grandes premios de Madrid, dos copas de oro de San Sebastián, cuatro Villamejor, un Duque de Toledo.

Villapadierna, que falleció a los sesenta y nueve años de un cáncer fulminante, había sido considerado el primer playboy español y un caballero cuyo porte se comentaba e imitaba en hipódromos, fiestas y prensa. Tuvo desde un cóctel dedicado a una receta y hasta algún ripio, y fue seleccionado por Blanco y Negro en su serie Populares de la Transición.

 

Fuentes y bibl.: Archivo del Senado, leg. 519, 8; Archivo Histórico Provincial y Universitario de Valladolid, legs. 476 y 679-40; Archivo Histórico de ABC; Archivo de la Causa General; Archivo del Race.

F. Vadillo, Figuras famosas del deporte, Barcelona, Tibidabo, 1964; “Corta Cabeza”, en Revista Hípica (Madrid), noviembre de 1979; Revista Pura Sangre (Madrid), noviembre de 1979; J. del Arco, Historia de l’Automobilisme a Catalunya, Barcelona, Planeta, 1990; P. Gimeno Valledor, Los grandes premios internacionales de la Penya Rhin, Barcelona, Fundació Can Costa, 1996; J. del Arco, 40 años de historia del automovilismo en Montjuic, Barcelona, Fundació Can Costa, 2000; M. Morollón Pérez, Joaquín Palacio Power, una vida de piloto, Platja d’Aro (Gerona), Benzina, 2000; R. Guerra de la Vega, Palacios de Madrid, t. II, Madrid, Ramón Guerra de la Vega, 2001; M. Seymour, The Bugatti Queen, New York, Pocket Books, 2004; J. Díez, F. González y J. A. Rodríguez, Campeones del turf español, Madrid, Julio Díez, Fernando González y José Antonio Rodríguez, 2005; R. Mateos Sanz de Medrano, Nobleza obliga, Madrid, La Esfera, 2006; J. Eslava Galán, Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie, Barcelona, Planeta, 2006.

 

Ramiro Villapadierna Sánchez

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