Robles-Vives Alarcón, Antonio. Lorca (Murcia), 17.IV.1732 – 30.IV.1802. Superintendente general de las Reales Obras de Lorca.
Tanto por sus orígenes familiares, como por su evolución vital y profesional, Antonio Robles-Vives fue un buen ejemplo de la “nobleza de servicio” que los monarcas borbónicos promovieron a lo largo de la centuria dieciochista. Si bien descendía de un linaje de escribanos de cierta hidalguía, su ascenso social se produjo gracias a la práctica del derecho en la administración borbónica y a sus privilegiadas relaciones con el conde de Floridablanca, secretario de Estado (1777-1792) y hermano de su esposa Gregoria Moñino y Redondo, con quien se había casado en 1766.
Robles Vives estudió Derecho canónico en Toledo y, después de un periodo en el que ejerció la tesorería de la Bula de Santa Cruzada en el reino de Murcia, pasó en 1758 a la Corte madrileña para iniciar una carrera jurídica. En 1763 alcanzó el grado de abogado de los Reales Consejos y apoderado del duque de Arcos, pasando posteriormente a ocupar cargos subalternos dentro del Consejo de Castilla. Este empleo en el principal órgano de la Monarquía le permitió obtener en 1769 una plaza de oidor en la Chancillería de Valladolid, tribunal en el que llegó a fiscal de lo criminal seis años después. En esta ciudad castellana también fue nombrado subdelegado de la Junta General de Comercio.
En 1779 se le nombró ministro togado del Consejo de Hacienda, puesto que dejó en 1785, cuando por mediación de su poderoso cuñado fue designado para superintendente general de las Reales Obras de Lorca, en calidad de juez subdelegado y comisionado. Este nuevo cargo de la administración borbónica tenía por función supervisar las obras públicas que la Monarquía había ideado en esta comarca murciana, en especial, la ejecución de dos pantanos —Puentes y Valdeinfierno— para la irrigación de este árido territorio, la construcción de un camino real y la repoblación del puerto de Águilas, proyectos que se incluían dentro de la ambiciosa política de fomento auspiciada por Carlos III. Durante esta etapa, Robles-Vives efectuó también diversas inversiones particulares en propiedades agrícolas y almacenes comerciales situados en la dársena de Águilas, que le proporcionaron una acomodada posición económica y su acceso a la elite local. En su ciudad natal permaneció hasta el cese político de su cuñado (1792), que a él le ocasionó ser despojado de su cargo y desterrado durante tres años a Albacete por orden del conde de Aranda.
Aunque entre 1795 y 1799 vivió en Madrid, gracias al indulto decretado por Godoy con motivo de la Paz de Basilea, en ese último año regresó a Lorca. Allí murió al ser sorprendido por la avenida que desencadenó la rotura de una de las presas levantadas durante su tiempo de comisario regio.
Los servicios a la Monarquía le permitieron consolidar su estatus nobiliario, a lo que contribuyó tanto su nombramiento como caballero de la Real Orden de Carlos III y regidor perpetuo de la ciudad de Lorca (ambos en 1777), como el matrimonio de su hija con el conde de Cimera, don Jerónimo Mendinueta y Múzquiz.
Obras de ~: Disertación histórico jurídica por el Excelentísimo Señor Duque de Arcos contra el Excelentísimo Señor Conde de Coruña sobre los Estados de Arcos y Bailén, s.l., [firmada en Granada, a 20 de mayo de 1770] (atrib.); Representación contra el pretendido voto de Santiago que hace al Rey Nuestro Señor D. Carlos III el Duque de Arcos, Madrid, 1771; Memorias por el real patrimonio, y el concejo y vecinos de la villa de Dueñas, contra el conde de Buendía, Duque de Medinaceli, sobre restitución a la Corona de dicha villa, Madrid, 1777.
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Julio D. Muñoz Rodríguez
