Toledo, Gutierre de. Conde de Noreña. Toledo, c. 1330 – Oviedo (Asturias), ¿1389?. Noble, eclesiástico, canónigo, capellán mayor, canciller de la Reina, obispo, miembro de la Audiencia Real y consejero de Juan I.
Gutierre Gómez de Toledo fue hijo de Tel (Tello) Fernández de Toledo y de Mencía Fernández de Toledo, así reza en el testamento del prelado hecho en Segovia el 13 de septiembre de 1387. El historiador M. Risco se equivoca al hacerle hijo de Fernán Vicente, alcalde mayor de Toledo. Era el segundo de doce hermanos, seis de los cuales habrían nacido de un segundo matrimonio de su padre, don Tello, con Teresa Alfonso de Aza. Recibió el santo bautismo en la parroquia de San Justo, a cuyo distrito pertenecía la casa de sus padres. Su nobilísima familia fue mozárabe —antiguos cristianos que se hallaban en la ciudad de Toledo en el momento de su conquista y que habían permanecido en la fe cristiana durante la invasión musulmana—.
Su tío, Gutierre Fernández de Toledo, señor de Anamella, repostero, guarda mayor y jefe de las tropas del rey don Pedro, quien había ocupado otros cargos con Alfonso XI, fue mandado ajusticiar en Alfaro por el Rey Cruel en 1360. Esteban, su hermano mayor, escogió la carrera clerical y sólo llegó a obtener varias prebendas canonicales: maestrescuela de Palencia y canónigo-deán de Oviedo, a la sombra de su tío y su hermano Gutierre. Otros dos miembros de la familia se llamaron de igual modo, uno fue prior de la Orden de San Juan de Jerusalén durante la primera mitad de la década de 1360, y otro, el ya mencionado Gutierre, que fue obispo de Palencia desde 1357 y cardenal bajo la obediencia de Aviñón. También fue pariente suyo Blas Fernández de Toledo, obispo de Palencia desde 1343, quien, junto a Gutierre Fernández de Toledo, apoyaría decididamente el gobierno de Juan Alfonso de Alburquerque y de la reina María durante los primeros años del reinado de Pedro I. Algunos de estos familiares del personaje aparecen en la Crónica de Pero López de Ayala como privados del Rey.
Gutierre estudió Leyes en Salamanca adquiriendo una sólida formación jurídica. Se carece de la documentación necesaria que haga pensar que se doctorara en Teología en la ciudad de París, como afirmara Riesco. El rey Enrique II hizo tanto aprecio de sus méritos, que le concedió cargos y beneficios importantes.
En 1369 Gutierre fue nombrado canónigo de Palencia con la prebenda aneja de abad secular de Santa María de Husillos, disfrutando al mismo tiempo de un beneficio de racionero en la sede primada de Toledo. En esta promoción del futuro prelado ovetense tuvo mucho que ver, sin lugar a dudas, su tío el obispo de Palencia —Gutierre Gómez de Toledo—, quien junto a Blas Fernández de Toledo “resultaron para nuestro biografiado verdaderos tutores y maestros”.
Por esa época era ya capellán de la reina Juana Manuel y pasaba temporadas en Valladolid, desde donde despachaba los negocios de la Cancillería de la Reina, ocupada todavía por su tío el obispo. En 1375 la Reina le nombró capellán mayor, cargo que mantuvo, al menos, hasta 1387, fecha en la que don Gutierre empezó a ejercer funciones de canciller mayor en lugar de su tío, que había sido nombrado cardenal.
En noviembre de 1376 quedó vacante la sede ovetense del obispo Alfonso y el 27 de abril de 1377 don Gutierre fue nombrado obispo de Oviedo mediante una bula del papa Gregorio XI, llegando a ser uno de los más insignes de la diócesis. En octubre del mismo año asistió a las Cortes celebradas en Burgos, donde la Reina le confirió plenos poderes en su nombre para la villa de Valencia de Don Juan (León). Esta encomienda de la Soberana obligaría al prelado a intervenir en 1379 en un enojoso asunto relacionado con el malestar de los habitantes de la villa a causa del poderío adquirido por la población judía del lugar. El prelado se limitó a ejecutar lo establecido en Las Partidas sobre ese particular, sin que pueda sospechar nadie de algún sentimiento antisemita, como algún autor ha querido ver en su actuación.
Mantuvo una estrecha relación con el rey Juan I, de quien fue consejero y miembro de su Audiencia. Fue notoria la ayuda que prestó al Rey en la guerra contra portugueses e ingleses, sin olvidar el valioso apoyo para sofocar el levantamiento de su hermano bastardo el infante don Alfonso —conde de Noreña y Gijón— y del duque de Lancaster —casado con la hija del rey Pedro I— refugiados éstos en los señoríos.
Contienda que terminaría con la intervención del ejército real y la posterior boda de Catalina —hija del duque de Lancaster— con el infante primogénito futuro Enrique III, además de la confiscación de los señoríos al infante levantisco. Como pago al apoyo recibido, el Rey entregó al obispo Gutierre el condado de Noreña en las Cortes celebradas en Segovia en 1383. Dicho condado permaneció anejo a la sede ovetense hasta 1951.
En 1384 el rey Juan I, que se encontraba en Madrigal preparando la invasión lusa, contaba en todo momento con la más que estimable ayuda del obispo, pues su contribución a la financiación de la guerra contra Portugal fue de gran ayuda; primero, consiguiendo del papa Clemente VII la concesión de la décima de todas las rentas eclesiales para un período de cuatro años; y después, formando parte del equipo creado por el arzobispo de Toledo, Pedro Tenorio, para financiar la construcción de quince nuevas galeras encargadas a un armador sevillano. En esa empresa también se encontraba Pedro Fernández de Frías, obispo de Osma y cardenal. Don Gutierre y sus compañeros recibieron, además, el encargo de poner a punto algunos barcos y armar dos galeras en el Cantábrico, pues la amenaza lusa de invadir las costas gallegas parecía muy cercana. Parece improbable que se encontrara presente en Aljubarrota el 14 de agosto de 1385 donde perdieron la vida numerosos nobles castellanos, entre ellos el alférez real Gutier González de Quirós, cuñado de una hermana de don Gutierre.
Tras el desastre de Aljubarrota y temiendo la invasión inglesa por el noroeste —cosa que ocurrió en 1386 con el duque de Lancaster al frente—, el Rey encargó la defensa de Oviedo y su tierra a don Gutierre nombrándole plenipotenciario real tras asistir a las Cortes de Valladolid en diciembre de 1385.
Fue muy notable e intensa su labor pastoral, realizó numerosas visitas a la diócesis, reformó el Cabildo y los monasterios, reunió sínodos, mantuvo sus obispalías libres de intromisiones laicas y amplió su jurisdicción a nuevos lugares. Tomando como ejemplo de legislador y reformador diocesano al arzobispo de Toledo Blas Fernández de Toledo, copió casi textualmente muchas de las constituciones para su diócesis.
También su actividad diplomática fue destacada: compuso las Constituciones de las reformas de cabildos y monasterios, enriquecidas con una síntesis doctrinal, especie de catecismo del que habrían de servirse los predicadores, y mandó elaborar el Libro Becerro y la Regla Colorada, conservados ambos en el Archivo de la Catedral de Oviedo. También durante su mandato se comenzó la construcción de la catedral gótica financiándose con diezmos y otros impuestos con que gravó a sus diocesanos, dotándola por otro lado, con valiosos libros, alhajas y rentas.
En 1386 fundó en Salamanca el Colegio de Pan y Carbón, conocido también como el Colegio Viejo de Oviedo, primer colegio universitario de la ciudad charra y uno de los primeros de España. La última etapa de su episcopado coincidió con el cisma de la Iglesia Católica, prestando el obispo Gutierre obediencia a los papas de Aviñón.
Don Gutierre de Toledo murió en Oviedo presumiblemente en 1389, fecha en la que le sucedió el obispo Guillermo García Manrique de Monteverde.
Para destacar la trascendencia de don Gutierre, nadie mejor que Francisco Javier Fernández Conde —verdadero especialista sobre la vida del obispo Gutierre de Toledo—: “Creo que D. Gutierre debe de figurar por derecho propio como jalón destacado en ese movimiento universal de reforma experimentado en la Iglesia a finales de la Edad Media y en los albores de la Edad Moderna”.
Bibl.: E. Flórez, España Sagrada, XXXIX, 6, 1754, tratado LXXV; P. Floriano Llorente, El Libro Becerro de la Catedral de Oviedo, 1963; J. M.ª Quadrado, La política antijudaica del Obispo Don Gutierre de Toledo (1377-1389), León, CSIC, Centro de Estudios e Investigación San Isidoro, 1974; J. L. González Novalín, “Toledo, Gutierre de”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de la Historia Eclesiástica de España, vol. IV, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Instituto Enrique Flórez, 1975, págs. 2571-2572; F. J. Fernández Conde, Gutierre de Toledo, obispo de Oviedo (1377-1389), Reforma Eclesiástica en la Asturias Bajomedieval, Oviedo, Universidad, Departamento de Historia Medieval, 1978.
César Ramos Iglesias