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Isidro Alfonso de Cavanillas

Biografía

Alfonso de Cavanillas, Isidro, Talarrubias (Badajoz), 1703 – Zamora, 9.XI.1766. Arzobispo de Anabarzo y obispo de Zamora.

Hijo de Alfonso de Cavanillas y María González de Mansilla, nobles de Talarrubias, villa del señorío del Duque de Béjar. Tal y como resulta habitual en la época, al no tratarse del primogénito (privilegio reservado a su hermano Fernando), es destinado al servicio divino. Su nacimiento en dicha localidad de la diócesis de Toledo dirige su carrera eclesiástica hacia la sede primada, contando con la protección del duque de Béjar, Grande de España a cuyo servicio se encuentra su familia.

En 1736, cursa estudios en el Colegio de Málaga de la Universidad de Alcalá de Henares, donde alcanza la titulación de doctor en Sagrada Teología.

Tras la obtención de su primer beneficio eclesiástico en 1741, el cargo de abad primado de la colegiata de Olivares, dentro de la diócesis sevillana, se puede intuir el respaldo de Luis de Borbón, hijo de Felipe V y arzobispo tanto de Toledo como de Sevilla, así como del duque de Béjar, en cuyo palacio reside hasta su toma de posesión. El infante Luis de Borbón, carente de inquietudes espirituales, valora estos beneficios eclesiásticos únicamente como fuente de ingresos, delegando sus deberes en arzobispos auxiliares.

De este modo, Isidro Alfonso de Cavanillas, avalado por su brillante gestión administrativa y espiritual en la colegiata de Olivares (incluso poniendo coto a las intromisiones del duque de Alba), es nombrado coadministrador y gobernador en lo espiritual del arzobispado de Sevilla con el título de arzobispo de Anabarzo el 9 de abril de 1753, sustituyendo a Francisco de Solís. Para esta cualitativa promoción en su carrera, también cuenta con el apoyo del, ya anciano, duque de Béjar, testigo en uno de los tres procesos que se tramitan en Roma para este nombramiento.

La trayectoria de Isidro Alfonso de Cavanillas experimenta un cambio de rumbo con su designación al frente del obispado de Zamora, por parte del monarca Fernando VI, el 12 de mayo de 1755. Se ignoran las razones de esta decisión, aunque se puede aventurar que la secularización del arzobispo Luis de Borbón a finales de 1754 facilitaría su desvinculación de la diócesis de Sevilla, donde abandona sus anteriores beneficios. Es difícil no considerar una degradación este traslado desde la sede hispalense a la zamorana. No obstante, existen datos que manifiestan un interés coetáneo por no presentarlo como un retroceso en la carrera eclesiástica de Isidro Alfonso de Cavanillas, o bien relativizan esta interpretación; en concreto, se hace referencia a la concesión de un subsidio de 2.592 ducados de oro de cámara y del permiso para seguir utilizando el título arzobispal.

En esos momentos, Zamora vive unos años de desarrollo a raíz de la instalación allí de la Capitanía General de Castilla en 1737, experimentando un impulso urbanístico del que el nuevo prelado se convierte en uno de los protagonistas. Al sustituir al anterior obispo zamorano José Gómez, fallecido meses antes, Isidro Alfonso recibe de la Santa Sede un doble encargo: construir el Palacio Episcopal y fundar el Monte de Piedad. Respecto a su primera misión, conviene apuntar que Zamora ya disponía de una residencia para el obispo; sin embargo, su estado ruinoso y su utilización como cárcel eclesiástica obligan a los prelados a alojarse en la casa que hoy es el Hospital de la Encarnación.

El nuevo obispo reconstruye dicho palacio en el mismo lugar; las obras se hallan concluidas en 1762, según Fernández Duro, o en 1766, como puede leerse en el escudo de su portada. En cuanto a la segunda, según el testimonio de Gonzálvez Ruiz, también llevaría a cabo la fundación de un Monte de Piedad.

Su relación con el cabildo de su iglesia-catedral debe ser bastante fluida, pues en 1762 le dona diez cálices de plata con sus patenas y cucharillas, recibiendo a cambio un altar portátil. Años más tarde, en lo que es su máxima aportación a la producción artística, contribuye con 30.000 reales a sufragar la realización de dos estatuas de mármol del retablo mayor de dicho templo. Esta obra, cuyas trazas ha dibujado Ventura Rodríguez en 1765, se realiza a pesar de la penuria económica de la fábrica catedralicia y supone el principal empeño del cabildo zamorano, dirigido por el deán Antonio Vargas. Un último ejemplo de la buena sintonía de este prelado con su iglesia es la elección de su sepultura en el propio templo catedralicio, tras su fallecimiento el 9 de noviembre de 1766.

 

Bibl.: M. Zarataín Fernández, Apuntes y noticias curiosas para formalizar la historia eclesiástica de Zamora y su diócesis, Zamora, 1898, pág. 243; E. Fernández, “Alonso Cabanillas, Isidro”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell, Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 45; G. Ramos de Castro, La Catedral de Zamora, Zamora, Fundación Ramos de Castro, 1982, págs. 162, 183 y 243; M. Barrio Gozalo, “Perfil socioeconómico de una elite de poder, II: Los Obispos del Reino de León (1600-1840)”, en Antológica Annua, XXX-XXXI (1983-1984), págs. 209-291; V. Guitarte Izquierdo, “Episcopologio Español (1700-1867). Españoles obispos en España, América, Filipinas y otros países”, en Antológica Annua, XXXIX (1992), págs. 433-688; R. Gonzálvez Ruiz, “Obispos de Talarrubias”, en Revista de Talarrubias, V (1996), págs. 99-101; S. J. de San Marcelo y Vassallo, Heráldica y edificios de Zamora, Zamora, 1998, págs. 139-140; M. Gómez Ríos, Los obispos de Zamora (1600-1900), en los documentos del Archivo Secreto Vaticano, Zamora, Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo, 2000, págs. 164-174; C. Fernández Duro, Memorias históricas de la Ciudad de Zamora, su provincia y obispado, III, Valladolid, Maxtor, 2003, págs. 77, 138, 167 y 230.

 

Tomás Sáenz de Haro