Bergosa y Jordán, Antonio. Jaca (Huesca), 21.II.1748 – Biescas (Huesca), 18.VII.1819. Inquisidor, arzobispo y político.
Nació en Jaca en 1748. Fue un prototipo de la Iglesia de Carlos III. El nuevo proyecto de Estado centralista y absoluto que emanó de las reformas borbónicas, necesitaba de una Iglesia sometida y sumisa al servicio de los programas políticos. Bergosa y Jordán perteneció a la nueva jerarquía eclesiástica de la Iglesia reformada, promovida para tales fines. Fue más ilustrado que fervoroso eclesiástico; pero, por encima de todo, fue fiel vasallo. Su simpatía oportunista por las Cortes de Cádiz (1810) y su alborozo por la Constitución liberal (1812), mientras Fernando VII estaba prisionero de Napoleón, le valieron la acusación de deslealtad al regreso del Monarca (1814). Como consecuencia, fue removido de su sede arzobispal de México y devuelto a Oaxaca, su primera diócesis, con su honor un tanto quebrantado. Tanto la vida personal como la función pública del personaje quedaron marcadas y atrapadas por una coyuntura muy singular.
Ya cumplidos treinta años, sirvió a la Corona como inquisidor fiscal de México (1780-1800) y a la Iglesia mexicana como obispo de Oaxaca (1800-1817), período que fue brevemente interrumpido por el breve y azaroso paso por el arzobispado de México (1812-1814). En 1810, el movimiento liberal se cruza en su vida: ese mismo año se inicia el levantamiento insurgente de los liberales mexicanos y las Cortes de Cádiz de los liberales españoles. Frente a los primeros se mostró como furibundo monárquico y antiinsurgente; su pasión y sagacidad le llevaron, durante la contienda, a poner el peso de su pastoral al servicio de los realistas excomulgando a los patriotas mexicanos y organizando a sus curas en batallones y en misiones de espionaje. Frente a los liberales españoles, tras breves coqueteos, terminó alineándose con el despotismo restaurado. Salió para España en 1817 al encuentro del Monarca.
Finalmente, logró ser arzobispo de Tarragona (1817), importante galardón del Soberano para un obispo liberal arrepentido. Sin duda, un personaje de encrucijada y un ilustrado convencido que se las arregló, como tantos, para comer de la mano del déspota que mandara en el momento. De su trayectoria se deduce que nunca entendió que la libertad de Cádiz y la que buscaba conquistar Nueva España, en esencia, eran la misma. Murió en Biescas (1819), de camino a Ortigosa con cuyas aguas medicinales buscaba restaurar su salud ya muy dañada. O quizás buscaba, sin saberlo, que la muerte le saliera al encuentro en la querencia de su Huesca natal.
Bibl.: A. C. Ibarra, El Cabildo Catedral de Antequera. Oaxaca y el movimiento insurgente, Zamora (México), Colegio de Michoacán, 2000; J. L. González Martínez, Encrucijada de lealtades: Don Antonio Bergosa y Jordán. Un aragonés entre las reformas borbónicas y la insurgencia mexicana (1748-1819), Novallas (Zaragoza), Novalia Electronics Editions, 2005.
José Luis González Martínez