Martín Campo, César. Antigüedad (Palencia), 1.II.1906 – Santa María de Aguayo (Cantabria), 20.XI.1937. Aviador militar.
Ingresó en 1923 en la Academia de Caballería, siendo promovido a alférez tres años más tarde, y tras prestar servicio en el Regimiento de Lanceros de Borbón, solicitó en 1930 asistir a un curso de observadores de Aviación, y, obtenido el correspondiente título, fue destinado, ya ascendido a teniente, al 4.º Grupo de la Escuadra de Marruecos, al aeródromo de Nador desarrollando sus funciones de observador hasta el año siguiente en que fue nombrado alumno de la Escuela de Albacete, pasó luego a la de Alcalá de Henares en la que efectuó el curso de transformación, recibiendo el título de piloto de aeroplano de guerra en 1932. Destinado al Aeródromo de Tablada, como piloto de la escuadra n.º 2, fue adscrito a la escuadrilla de caza. En 1933 le fue adjudicada “por concurso” una plaza en la Escuadra n.º 1, en Getafe, y prestando servicio en ella se encontraba el 18 de julio de 1936.
El 10 de agosto, aprovechando un cambio de estacionamiento del material, se evadió de Getafe y se presentó con su Nieuport 52 en Burgos, integrándose en la escuadrilla de caza que se estaba organizando a las órdenes del capitán Chamorro que, a finales de agosto, estacionada en el aeródromo de campaña de Olmedo, combatiría en el sector de Peguerinos tratando de impedir que los Breguet XIX gubernamentales y los bimotores Potez 540 —que el gobierno francés había facilitado a los republicanos— bombardearan a las tropas nacionales. En noviembre se organizaron dos escuadrillas de Heinkel 51, dando el mando de una de ellas al recién ascendido capitán Martín Campo.
Con ocasión de los ataques enemigos contra Teruel a lo largo de la línea desde Gea de Albarracín hasta santa Bárbara y Celadas, destacó el mando nacional las dos escuadrillas de Heinkel 51 al aeródromo avanzado de Caudé. En realidad se trataba de dos “patrullas” de tres aviones cada una, y con ellas, el 27 de diciembre de 1936, Chamorro y Martín Campo trataron de impedir que tres bimotores protegidos por siete “Ratas” bombardearan las posiciones nacionales.
Derribaron un Potez y averiaron otro, pero, a su vez, perdieron al capitán Arija.
Ya al mando de una escuadrilla de siete aviones Heinkel 51, participó en diversas operaciones en el frente Sur y, el 30 de marzo, en una misión de protección a tres trimotores Junkers 52 que iban a abastecer a los defensores del santuario de Nuestra Señora de la Cabeza, con cielo cubierto y nubes bajas, llevó a cabo un ataque por sorpresa contra el Aeródromo de Andújar, logrando incendiar y destruir diez aviones.
Combatió en 1937 en el frente de Huesca, en El Carrascal y en la ermita de Santa Quiteria, donde se empleó por primera vez la modalidad de ataque en “cadena”. Luchó, en la primavera, en el Norte, en la conquista de los montes Sollube y Bizcargui, y en el asalto a peña Lemona, alcanzándose el “cinturón de hierro”, y los valles del Ibaizábal y el Nervión, hasta la toma de Bilbao el 19 de junio.
En agosto se inició la ofensiva nacional sobre Santander; la unidad de Martín Campo se estacionó en el palentino campo de Calahorra de Boedo, y desde él actuó abriendo paso a las tropas nacionales en su avance hacia la costa. El 20, día cubierto, con nubes bajas y muy mala visibilidad, el ejército contrario, bien fortificado, se mantenía en el monte que se halla sobre Bárcena de Pie de Concha, dominando la carretera y el ferrocarril; solicitado apoyo aéreo por el mando de la 1.ª Brigada de Navarra, despegaron dos patrullas de Heinkel, una de ellas mandada por el propio jefe de escuadrilla, el paso de la sierra estaba cubierto, lo que hizo desistir de entrar en el valle al jefe de la otra patrulla, pero Martín Campo, consciente de la importancia de la misión, insistió en el intento hasta lograr penetrar en el encajonado valle y realizar el servicio, pese a que sus únicos tres aviones no podían cerrar la “cadena”; la salida se había cerrado aún más al empeorar el tiempo, teniendo que meterse en nubes la patrulla, estrellándose Martín Campo y su punto derecho, alférez Ferreras, contra la ladera de la montaña, cerca de Santa María de Aguayo.
Fue ascendido a comandante, “por méritos de guerra”, y en el correspondiente expediente para la concesión, fue calificado por sus superiores como: “[...] muy distinguido por su gran acometividad y excepcionales dotes de mando [...] muy valiente, siempre se comportó con gran espíritu y alto concepto del deber [...] aviador hábil y de gran arrojo, su actuación hasta el día deque alcanzó gloriosa muerte, fue destacadísima”.
Bibl.: A. García Lacalle, La Aviación de caza en la guerra española, México, Lito Offset fersa, 1973; P. Laureau, L’Aviation republicaine espagnole, Paris, Edition Lariviere, 1978; J. Salas Larrazábal, La guerra de España desde el aire, Barcelona, Alianza, 1986; E. Herrera Alonso, Cien aviadores de España, Madrid, Ministerio de Defensa, 2000.
Emilio Herrera Alonso