Araoz, Francisco de. Sevilla, c. 1570 – c. 1640. Alguacil mayor de la Audiencia, bibliólogo.
Según los archivos notariales de Sevilla, en la rama andaluza de los Arauz o Arahuz, apellido oriundo de Guipúzcoa, destacaron algunos conversos acaudalados que llegaron a emparentar con la nobleza local en la segunda mitad del siglo XVI. Los padres de Francisco de Araoz fueron Luis de Araoz, alguacil mayor de la Audiencia, y María de Herrera, de quienes heredó vínculo y mayorazgos de todos los bienes familiares.
Francisco de Araoz contrajo matrimonio con Isabel de Mendoza Ponce de León (1596), igualmente de origen converso. Nada se sabe de su formación académica, aunque el manejo del latín y cierto barniz ascético apuntan a los estudios teológicos, o meramente humanísticos, antes que los de leyes.
Francisco, siempre Araoz en la analística coetánea, estaba en dicho cargo honorífico en diciembre de 1617, durante las fiestas que siguieron a la proclamación del dogma de la Inmaculada; en 1675 ocupaba el mismo puesto de la Audiencia su nieto Francisco Carrillo de Medina, conde de la Ribera. Francisco de Araoz ha pasado a la historia cultural por ser el autor de un breve pero original tratado donde expone un sistema de taxonomía bibliográfica en quince categorías que engloban todas las ramas del saber transmitido en los libros. La ordenación de los quince apartados responde a una escala de valores para la perfección humana que el autor atribuye a los escritos en ellos contenidos.
En cada uno de estos praedicamenta, Araoz menciona como ejemplo algunos autores representativos y también incluye digresiones sobre algún aspecto cultural para sustentar su propósito de clasificación bibliográfica. Ésta es la única obra de la época que aborda teórica y exclusivamente un procedimiento de catalogación de libros. Es también una de las primeras que menciona muy elogiosamente la obra cervantina; que lo hubiera hecho en latín, ha podido motivar que se haya desatendido este testimonio sobre la obra de Cervantes que tan tempranamente formuló este lector hedonista y empedernido. Además, Araoz y su opúsculo gozan de gloriosas y banales coincidencias burocráticas con el Príncipe de los Ingenios: el fraile presentado Diego de Ortigosa redactó también la aprobación de las Novelas ejemplares; el inevitable, y tal vez larvatus, licenciado Murcia de la Llana firmó la “Fe de erratas”; Francisco Martínez fue el primer impresor madrileño del Quijote completo; y los subalternos de su propio padre debieron de conducirlo a la cárcel de la Audiencia sevillana (1597) en la que, según los eruditos, se engendró la inmortal novela.
Obras de ~: De Bene Disponenda Bibliotheca, Ad meliorem cognitionem loci & materiæ, qualitatisque Librorum, Litteratis perutile Opusculum, Madrid, Francisco Martínez, 1631.
Fuentes y bibl.: Archivo de Protocolos de Sevilla, X 1596, 6, fol. 1039r.
D. Ortiz de Zúñiga, Anales eclesiásticos y seculares de la ciudad de Sevilla, t. IV, Sevilla, Ediciones Guadalquivir, 1989 [= Madrid, 1796]; F. A. Lapuente, “Los seudónimos en torno a Cervantes”, en M. Criado de Val (ed.), Cervantes. Su obra y su mundo, Madrid, Edi-6, 1981, págs. 139-144; A. Serrai, Storia della Bibliografia, V. Trattatistica Biblioteconomica, a cura di M. Palumbo, Roma, Bulzoni, 1993; J. Solís, “Un testimonio latino desconocido en la controversia sobre la licitud del teatro en el Siglo de Oro”, en Habis, 26 (1995), págs. 225-240; El ingenioso bibliólogo don Francisco de Araoz (De bene disponenda bibliotheca, Matriti 1631), notas bibliogr. de K. Wagner, Sevilla, Universidad, 1997; J. Gil, Los conversos y la Inquisición sevillana, III. Ensayo de prosopografía, Sevilla, Universidad-Fundación El Monte, 2001, pág. 273.
José Solís de los Santos
