Ruiz de Larramendi y Sarriegui, José. Irunzún (Navarra), 5.V.1820 – Barcelona, 2.V.1881. Militar carlista.
Ejemplo de lealtad carlista es la vida de este militar, que inició su actividad castrense a los catorce años de edad, en clase de cadete en un batallón carlista, el 6.º de Navarra, batallón en el que su padre era comandante.
Hizo la campaña en el Norte de 1834 a 1839, recibiendo el bautismo de sangre en las jornadas de la batalla de Carrascal, en la que fue herido.
Al producirse el Convenio de Vergara en el año 1839 era subteniente de Infantería, al que, de momento no se adhirió, emigrando a Francia, pero meses después se acogió a los beneficios de dicho convenio, siéndole reconocido su empleo militar en el ejército nacional.
En 1849 era teniente cuando formó parte de la expedición militar a Italia para auxiliar al papa Pío IX, cuyos Estados Vaticanos habían sido invadidos por los rebeldes que habían instaurado una república, siendo mandada la división española por el general Fernández de Córdoba. Ya de capitán participó en la Guerra de África de 1859-1860, participando en los combates de diciembre de 1859, en los días 12, 15, 19, 22, 25, 27 y 30, así como en la batalla de los Castillejos el 1 de enero de 1860. Fueron jornadas agotadoras en las que José Ruiz de Larramendi y Sarriegui, se distinguió de manera notable, que fue honrado en el campo de batalla por el general Leopoldo O’Donnell y Joris, por haber asaltado al frente de su compañía un fuerte enemigo, y siendo ascendido al empleo de comandante. Continuó en África hasta la terminación de la campaña, participando en las operaciones de Monte Negrón, y de modo especial en la batalla de Tetuán. Prosiguió su vida militar ascendiendo a teniente coronel en 1862. Al advenir la Revolución de 1868, no sólo se negó a secundar el movimiento contra la Corona, sino que pidió inmediatamente el retiro, fijando su residencia en Barcelona, dedicándose al estudio de las artes militares, y a la educación de sus hijos. En 1869 se decidió a dar un paso fundamental en su vida y reconoció a Carlos de Borbón y Austria-Este como su legítimo rey Carlos VII, quien le ascendió a coronel, encomendándole la organización carlista en la ciudad de Barcelona, con vistas a una posible acción militar, cometido que desarrolló con gran efectividad, por lo que se le concedió el grado de brigadier en 1870, con la misión de llevar adelante la Comandancia General de toda la provincia de Barcelona, recorriendo la provincia en trabajos de conspiración, pasando por momentos de verdadero peligro siendo perseguido muy de cerca por fuerzas del Gobierno y de los carabineros que trataron varias veces de detenerlo en los cruces de frontera. En 1872 tuvo lugar el levantamiento en Cataluña, creándose una Junta Suprema Carlista de Cataluña, y en ella, ya como mariscal de campo, ejerció el control de la parte militar de dicha junta, cargo que ejerció hasta diciembre de dicho año, en que salió a campaña, con el destino y nombramiento de jefe del Estado Mayor del Ejército. Con gran pericia y valor personal, participó en los ataques a las localidades de Ripio (Girona) y Berga (Barcelona), así como en la acción de Alpens (Barcelona) en julio de 1873, en que fue derrotada una fuerte columna republicana.
En ese mismo mes y año proyectó y participó en el asalto a la ciudad de Igualada en Barcelona, ciudad de la que se apoderaron. Tras esta operación, el general jefe del Ejército carlista en Cataluña, que lo era el infante Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este, hermano de don Carlos, retuvo al mariscal de campo en su cuartel general para dirigir sus operaciones y le nombró ayudante suyo.
La guerra en el Norte poseía un atractivo especial para los militares carlistas, y más ocasiones de grandes operaciones y desarrollo para los ejércitos con amplios espacios en que planificar importantes empresas, y por ello solicitó su pase a las Vascongadas, donde se presentó en 1873. Nombrado comandante general de la provincia de Álava, logró en poco tiempo reanimar el espíritu de sus voluntarios, que revisaría don Carlos en Alsasua, quedando sorprendido de la competencia de Ruiz de Larramendi y el brillante estado de organización a que había llegado la división de Álava. Los hechos militares mas importantes de su etapa al mando fueron la derrota que inflingió al general republicano Loma en Vergara; su participación en el bloqueo de Tolosa al frente de diez batallones alaveses; su actuación en la batalla de Montejurra; asistió a la batalla de Abarzuza al frente de sus batallones alaveses y algunos castellanos; y luchó en la línea de Somorrostro defendiendo con gran decisión y valentía sus posiciones en Areta. Gracias al buen espíritu militar que supo inculcar en sus batallones por el creados, aquellos bisoños soldados combatieron en muchas ocasiones dando pruebas de una gran firmeza y de una disciplina que solamente puede hallarse en veteranos aguerridos. Para darle una etapa de descanso en sus operaciones militares, don Carlos le nombró director general de Administración Militar y vocal del Consejo Supremo de la Guerra. Al finalizar la guerra emigró a Francia, para regresar años después y afincarse, de nuevo, en Barcelona, donde falleció el 2 de mayo de 1881.
Bibl.: Rigoleto (Madrid), n.º 313 (1882); F. Oller, Álbum de personajes carlistas, Barcelona, Editorial La Propaganda Catalana, 1887; A. de Brea, Campaña en el norte de 1873 a 1876, Barcelona, Imprenta de la Hormiga de Oro, 1897; R. de Brea, barón de Artagán, Cruzados modernos, Barcelona, Imprenta y litografia Fiol y Cía., 1905 (Biblioteca de La Bandera Regional).
Enrique Roldán González