Ocaña, Juan Bautista de. Ocaña (Toledo), c. 1410 – Valbuena (Valladolid), c. 1480. Cisterciense (OCist.), abad reformador de la Congregación de Castilla, visitador general de los monasterios por comisión de los Reyes Católicos.
No se conoce con exactitud su fecha de nacimiento. El momento de su ingreso en Valbuena coincidió con una época de incertidumbre que condujo en 1430 a la expulsión de su abad, Juan de Medina, por parte de un intruso, Fernando de Benavente o de Santa Colomba. Cerciorado el rey Juan II de lo ocurrido, de acuerdo con el obispo de Palencia, llamaron a fray Martín de Vargas, el fundador de la Congregación de Castilla, destituyeron al intruso y colocaron a Ocaña al frente de la abadía. Algunos monjes, disconformes con la nueva reforma abandonaron Valbuena. En los años posteriores fray Bautista debió de mantenerse siempre al lado de los partidarios de la reforma y fue nombrado para desempeñar importantes oficios en la comunidad, como procurador, y prior. No se sabe si este último cargo lo desempeñó en tiempos de fray Martín de Vargas, el reformador, quien sucumbió en 1446, en el Monasterio de Valdeiglesias, según se cree.
Los documentos apenas han dejado rastro de los acontecimientos, pero hay constancia de que en 1453 ocupaba la sede abacial de Valbuena, posiblemente entre los primeros abades sucesores de Martín de Vargas junto con Martín de Montalvo, uno de los principales paladines de la reforma, que estuvo siempre al lado de Martín de Vargas. Roma, presionada por las primeras autoridades del capítulo general del Císter, había decretado el fin de la reforma, pero la decisión del Papa no se aplicó en el momento, sino que al cambiar el Pontífice, el nuevo se mostró partidario de que siguiera adelante.
Hacia 1467, Ocaña era superior de Valbuena y reformador general de la Congregación, aunque se ignora la fecha exacta de su nombramiento como reformador, pero existen varios documentos del año siguiente en los que figura su nombre como representante de la nueva observancia. Ángel Manrique señala su elección en 1468 y a continuación detalla los cargos que ocupó. En 1469 se dieron los primeros pasos para anexionar a la observancia la abadía de Huerta, aprovechando la ocasión en que renunció a ella el abad comendatario, Pedro González de Mendoza, y los monjes se mostraron deseosos de introducir la observancia. Acudieron a la llamada Bautista de Ocaña y el abad de Valbuena, fray Pedro de Pinel, pero al llegar se encontraron con la sorpresa de que el Papa la había concedido a fray García de León para pagar servicios prestados, y hubo que esperar la siguiente oportunidad, que llegaría en tiempos del abad sucesor.
Ocaña intervino en las gestiones respecto a la exhumación y traslado de los restos de san Raimundo de Fitero, fundador de la Orden Militar de Calatrava, a la Abadía de Montesión, cuna de la reforma.
Todavía en 1478 se le halla prestando señalados servicios a la Orden cuando el rey Fernando el Católico “obtuvo facultad de Sixto IV para que el arzobispo de Granada visitase los monasterios cistercienses españoles”, facultad que el Rey delegó en el reformador de la observancia, fray Juan de Cifuentes, y en fray Bautista de Ocaña, que anteriormente había ejercido también este cargo.
Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, ms. 16.621, fols. 28 y ss.
A. Manrique, Anales Cistercienses, t. IV, Apéndice, Lugduni [Lyon], Iacobi Cardon, 1642, págs. 599-600; E. Martín, Los Bernardos españoles, Palencia, Gráficas Aguado, 1953, pág. 27; D. Yáñez Neira, “Toledanos ilustres en la orden del Císter desde el s. xv. El monasterio de Montesión, cuna de la Congregación de Castilla”, en Anales Toledanos, XII (1977), págs. 85-88.
Damián Yáñez Neira, OCSO