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José María Chamorro

Biografía

Chamorro, José María. ?, s. xviii – San Fernando de Apure (Venezuela), 1818. Militar y caballero laureado de San Fernando.

Fue admitido en el Regimiento de la Unión en marzo de 1810 en clase de cadete, y recibió dos años después el empleo de subteniente, con el que luchó contra los franceses en la Guerra de la Independencia, hallándose, entre otras, en las batallas de Almagro, Alba de Tormes, Vitoria y Tolosa.

En el mes de septiembre de 1814 fue destinado a América con el empleo de teniente y a las órdenes del general Morillo. Se embarcó en Cádiz en el mes de enero del año siguiente y desembarcó en Costa Firme.

prestó servicio de guarnición en Cartagena de Indias y en 1816 pasó destinado, con el empleo de capitán, a la Compañía de Guías y, más tarde, al Regimiento de Numancia.

Del 6 de febrero al 7 de marzo de 1818 defendió la plaza de San Fernando de Apure, cuya guarnición, compuesta por seiscientos cincuenta hombres al mando del capitán Quero, fue atacada a partir del primero de dichos días por insurgentes al mando de Simón Bolívar, al que se le había unido la partida del cabecilla José Páez.

Sitiada la plaza por mar y tierra, embestida por todas partes con el fuego más horroroso y heridos algunos oficiales y soldados, el capitán Quero, que había recibido dos balazos, recorría las posiciones defensivas animando a su gente.

Ni las ofertas de premios revolucionarios, ni las amenazas de inventar los castigos más crueles si no se entregaban, hicieron titubear un momento a estos guerreros, que se decidieron a quedar muertos en el campo del honor antes que faltar a la fidelidad debida a su Soberano y sucumbir al yugo de la rebelión.

Incomunicados, aislados a su propia defensa y exhaustos de víveres, debieron su subsistencia a una escasa ración de maíz tostado, que bien pronto se consumió, por lo que continuaron manteniéndose con caballos, asnos, gatos, perros y cueros que había dentro del recinto.

Así permanecieron hasta el 7 de marzo, día en el que, consumidas las municiones de artillería y quedando tan sólo sesenta cartuchos de fusil por plaza, dispuso el jefe de la guarnición salir de ella, dejando antes clavados los cañones. Así se hizo, y al llegar la noche salieron del pueblo amparados por la oscuridad; pero en ese momento desertaron dos guías, que informaron de la huida al cabecilla Páez, quien al amanecer del día siguiente les atacó cuando se hallaban a cuatro leguas del pueblo. El capitán Quero recibió un tercer balazo cuando se hallaba en la hamaca en que le transportaban sus hombres, y en uno de estos ataques resultaron muertos los capitanes Trinidad Frías y Ramón de Jesús Calvo. La noche puso fin a tan repetidos ataques, y los que no pudieron huir amparándose en la espesura de los matorrales, fueron hechos prisioneros.

Enfurecido y desesperado Páez de que este corto número de realistas hubiese hecho una defensa tan obstinada y no hubiese querido capitular, hizo asesinar a tres oficiales, y queriendo seducir al capitán José Chamorro con grandes promesas, y mortificándole con las puntas de las lanzas, este benemérito oficial le contestó con intrepidez, le despreció en sumo grado y le dijo que estaba pronto a morir por Dios y su rey Fernando VII; éstas fueron sus últimas palabras. Lo mismo sucedió con el capitán de Milicias Urbanas Francisco López Guijarro, a quien mutilaron vivo brazos y piernas.

Cuando llegó al Rey la noticia de estos hechos, concedió al capitán Quero (en paradero desconocido) el empleo de teniente coronel de Caballería y el grado de coronel, la Cruz Laureada de San Fernando con dispensa del obligado juicio contradictorio, y el título de comendador de la Orden de Isabel la Católica. En caso de que hubiese fallecido, se debería citar como modelo su conducta en el libro de la historia del regimiento, en el que debería pasar revista como presente, mientras su madre, residente en Caracas, percibiría el sueldo de su hijo.

Los difuntos capitanes José Chamorro y Francisco López Guijarro deberían pasar igualmente revista en sus cuerpos y se les concedía la Cruz Laureada, recibiendo sus mujeres o sus hijos el sueldo que les correspondiese por su empleo. Al capitán Guijarro, perteneciente a las Milicias Urbanas, se le nombraba capitán de Infantería.

En el mes de octubre siguiente se le concedió, a título póstumo, la Cruz de San Fernando de 2.ª clase, Laureada, máxima recompensa concedida a los héroes.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), secc. 1.ª, leg. CH-73.

J. L. Isabel Sánchez, Caballeros de la Real y Militar Orden de San Fernando. Infantería, t. I, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001.

 

José Luis Isabel Sánchez