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Rafael de Montero Bosch

Biografía

Montero Bosch, Rafael de. Marqués de Casa Mena y de Las Matas (V). Madrid, 24.IV.1900 – 9.III.1984. General de división y caballero Laureado de San Fernando.

Fueron sus padres el coronel de Ingenieros José de Montero y Torres e Inés Bosch y Martín Carramolino.

Ingresó en la Academia de Infantería en 1916, siendo, por su destacado rendimiento académico, nombrado sargento galonista. En 1919 fue promovido al empleo de alférez y al año siguiente pasó destinado a la 1.ª Bandera del Tercio de Extranjeros, de la que fue uno de sus fundadores y con la que intervino en operaciones en los territorios de Tetuán y Larache.

El 29 de junio de 1921 fue herido en la posición “Muñoz Crespo”, no consintiendo en que se le evacuase hasta el término de la acción. Ascendido a teniente en el mes de julio, volvió a caer herido el 2 de octubre durante la ocupación de Sebt y Ulad-Dau, estando a punto de perder la vida, ya que una bala le penetró en la región cervical posterior y le salió por la boca, quedando lesionada la médula espinal a nivel de la tercera vértebra cervical, lo que le provocó una hemiplejía de todo el lado derecho de su cuerpo, lesión que cortaría de forma brusca su carrera militar.

Regresó a Madrid, donde el 31 de enero recibió el ascenso a capitán por méritos de guerra, pasando a la situación de reemplazo. Al no recuperar sus facultades físicas, fue declarado no apto para el servicio y se decretó en febrero de 1925 su pase al Cuerpo de Inválidos.

Fue gentilhombre de Cámara de S. M. el rey Alfonso XIII.

En 1932 fue ascendido a comandante. Al declararse la Guerra Civil, residía en Santander, casado con Laura de Pedro y Barreda, V marquesa de Casa Mena y de las Matas (Santillana del Mar, 28.V.1893 – Torremolinos, 11.V.1973) —segundogénita de los marqueses de Benemejís de Sistallo, Grandes de España— y padres de cuatro hijos. Trató, sin éxito, de inclinar a la capital cántabra del lado nacional, tentativa arriesgada por la que hubo de padecer una larga persecución de la que al fin pudo escapar en 1938 para presentarse a Franco en Burgos, permitiéndosele volver a la situación de actividad y confiándosele el mando de la 15.ª Bandera de La Legión.

Al mando de su unidad llegó a Sort en las primeras horas de la mañana del 23 de mayo de 1938, recibiendo la orden de que no descendiesen sus hombres de los camiones y continuasen hasta Rialp, donde se le ordenó recuperar a toda costa la posición de Peña Aholo, que dominaba la cota 1.560, donde se había replegado la guarnición de la citada posición; para ello se agregó a su Bandera el 5.º batallón del Regimiento de América y la 1.ª Compañía de la 1.ª Bandera de FET de Burgos, que se encontraba en la cota antes mencionada.

Una vez llegado a la cota 1.560 se hizo enseguida cargo de la situación, lanzando sus fuerzas sobre la posición de El Mogote, a la derecha de Peña Aholo, desde donde era hostilizado, apoderándose de ella en un brioso ataque y desalojando al enemigo hasta lograr establecer en ella sus tropas. Seguidamente inició la operación sobre Peña Aholo, lanzándose las fuerzas al asalto y entablándose una lucha desesperada, consiguiendo, por fin, hacerse dueño del terreno.

Durante los días siguientes sufrieron ataques, mientras era reforzado con una compañía de zapadores y varias centurias de FET.

El comandante Montero dirigió, atendió y organizó la defensa de la posición con un derroche de valor, serenidad y pericia tal que hicieron inútiles los cuarenta y un ataques que les lanzaron durante aquellos días, en los que se llegó a luchar de noche y cuerpo a cuerpo. Estos hechos adquieren mayor valor si se tiene en cuenta que el comandante Montero padecía parálisis en la pierna y brazo derecho. Al mes siguiente de este hecho resultó herido de metralla con carácter “menos grave”, teniendo que ser hospitalizado en Zaragoza y Santander.

Analizado su comportamiento en Peña Aholo a través de juicio contradictorio, fue considerado como heroico, por lo que por orden de 8 de marzo de 1939 se le concedió la Cruz Laureada de San Fernando, convirtiéndose en el primer mutilado de guerra que conseguía tan preciada condecoración.

Concluida la guerra, solicitó su reingreso en la escala activa, alegando que se había repuesto de su invalidez y que, si había servido para hacer la guerra, no era lógico considerarle inservible para la paz, pero todas sus reclamaciones no sirvieron de nada, por lo que continuó en el Cuerpo de Mutilados del Ejército, donde alcanzaría los empleos de teniente coronel y coronel, pasando a la situación de reserva con este último.

El 27 de agosto de 1939 le fue impuesta la Cruz Laureada por el general Moscardó, asistiendo a la ceremonia el almirante Cervera y los generales Dávila, Solchaga, Alonso Vega Martín Moreno y Juan Bautista Sánchez. La ciudad de Santander costeó por suscripción popular la Laureada de brillantes que le fue prendida en el pecho en dicho acto.

En 1960 fue promovido al empleo de general de brigada con carácter honorífico, como caballero mutilado permanente y dos años más tarde volvió a la situación de actividad, siendo en 1963 nombrado 2.º jefe de la Dirección General de Mutilados y un año más tarde director general de Mutilados de Guerra por la Patria, en plaza de superior categoría, cargo que conservaría hasta 1968. En 1966 obtuvo el empleo de general de división honorífico.

Además de la Cruz Laureada, durante su carrera militar recibió la Medalla Militar colectiva, dos Cruces de Guerra, dos Cruces rojas al Mérito Militar y tres Medallas al Sufrimiento por la Patria.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar, sección 1.ª, legajo M-3892.

J. L. Isabel Sánchez, Caballeros de la Real y Militar Orden de San Fernando. Infantería, t. I, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001.

 

José Luis Isabel Sánchez