Peláez, Munio. Conde de Monterroso. Galicia, c. 1080 – 1145. Noble.
Munio Peláez, conde de Monterroso, fue un importante personaje del siglo XII, citado repetidamente en la Historia Compostelana, que debió de nacer hacia 1070‑1080 (más cerca de esta última fecha) y falleció en 1145. Era hijo de Payo Gómez de Carrión y de Elvira Muñiz, la cual era hermana del conde Rodrigo Muñiz e hija del conde Munio Rodríguez, hijo éste a su vez de la condesa Odrocia Gosteez y de su marido el conde Rodrigo Romáez, y la condesa Ilduara Velázquez.
Odrocia era hija del conde Gudesteo Eriz, hijo a su vez del conde Ero Fernández y de Elvira, fundadores del Monasterio de Santa María de Ferreira de Pallares, en Guntín.
El 16 de diciembre de 1105 se le halla por primera vez, como confirmante, en un diploma en el que el conde Ramón de Borgoña confirma los fueros de Santiago.
Munio Peláez se casó con Lupa Pérez de Traba, hija de Pedro Froilaz, conde de Galicia, y de su primera esposa, Urraca Froilaz. Entre los primeros documentos en que aparece citado este matrimonio está el del 30 de junio de 1111, en el que Munia Froilaz fundó el Monasterio de San Salvador de Pedroso. Entre los años 1112-1114, la reina Urraca donó al conde Munio y a su mujer, la condesa Lupa, una parte de los bienes pertenecientes a la iglesia de Santa Eulalia de Aria, los cuales, junto a otros bienes, en el año 1114, los entregaron a su vez a la Catedral de Santiago.
A finales del año 1110, Munio Peláez, acompañando al conde de Traba, ayudó a liberar al príncipe (futuro Alfonso VII), que había quedado en Castro de Miño, junto con la condesa de Traba, sus hijos Bermudo y Fernando, y habían sido hechos prisioneros por Arias Pérez. Allí acudieron con sus ejércitos, que lograron su libertad.
El 21 de abril de 1112, la reina Urraca convocó Cortes en Santiago. A ellas acudió el conde de Traba con su hijo Bermudo, y su yerno, Munio Peláez, junto con otros nobles gallegos.
A mediados de mayo de 1113, a través del obispo Diego Gelmírez, recibió el conde de Traba una petición de ayuda de la reina Urraca, al haber cometido su esposo una serie de tropelías en León y Castilla.
Reunidos los nobles gallegos, entre los que se encontraba Munio Peláez, acordaron salir en ayuda de la Reina. Pusieron sitio a la ciudad de Burgos, y a sus defensores no les quedó otro remedio que entregarse a las tropas gallegas.
Después de la rendición del castillo de Burgos, el conde de Traba se disponía a regresar a su patria, pero cuando estaban a punto de partir nuevamente les pidió la Reina que la ayudasen a liberar el castillo de Berlanga, en la provincia de Soria, que había sido sitiado por los musulmanes. Una vez más acudió en su ayuda el conde don Pedro con parte de su hueste y las de su yerno Munio Peláez, pero se encontró con que los sitiadores ya se habían retirado. Se despidió entonces de doña Urraca, y aceleró su retirada hacia Galicia, adonde llegaron a principios de agosto de 1113.
Entre 1116 y 1118 aparece don “Munio Pelaiz comes in Monte Roso” como confirmante en diversos documentos de la reina Urraca.
A mediados de 1116, la reina doña Urraca había abandonado Galicia, dejando al país descontento con su actuación, y dividido en dos bandos. A favor de la Reina estuvo Munio Peláez, que se unió al ejército de doña Urraca cuando ésta regresó a Galicia.
En el año de 1122, cuando Diego Gelmírez reclamó a Bermudo Pérez de Traba la posesión del castillo de Faro, actual Torre de Hércules en La Coruña, y se puso en camino con un numeroso ejército para sitiar la fortaleza, al pie del castillo le salieron al encuentro Fernando Pérez de Traba y su cuñado Munio Peláez.
Después de arduas negociaciones se acordó que Bermudo abandonase la fortaleza, que sería ocupada por su hermano Fernando, con la condición de que se le devolvería al prelado cuando éste la exigiese. Cuando más tarde Fernando se dirigió a Portugal, quedó encomendado el castillo a Munio Peláez, que se resistió a entregarlo al arzobispo, aunque al final lo hizo.
El 8 de marzo de 1123, Munio otorgó testamento, rebosando piedad y devoción a Santa María de Lugo, en cuya iglesia, afirmó, se obraban frecuentes milagros.
Efectuó donación de diversos lugares.
El 1 de agosto de 1132, Munio Peláez, en un documento de permuta con la iglesia de Lugo y su obispo don Pedro III, hizo entrega de una casa que estaba junto al atrio de la Catedral.
Vivía Munio el 14 de febrero de 1142, ya que está entre los confirmantes del testamento de su cuñado el conde Fernando, aunque se sabe por el epitafio de su tumba que debió de fallecer en 1145, y fue enterrado en el Monasterio de Ferreira de Pallares. Su sepultura se conserva, en forma exenta y por completo abandonada, en un rincón del pequeño claustro del Monasterio; aún hoy se la puede ver pegada al muro oeste, junto a la puerta situada en el segundo tramo del muro sur que comunica la iglesia con el claustro.
Munio Peláez, de su matrimonio con Lupa, tuvo por hijos a Pedro Muñiz, llamado Corna, conde de la tierra de Aranga, Curtis y de Sobrado, casado con María Rodríguez; Teresa Muñiz, casada con Fernando Odoáriz; Aldonza Muñiz; Fernando Muñiz; Elvira Muñiz, y Bernardo Muñiz.
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José Luis López Sangil