Amo (o Lamo), Santiago del. Burgos, s. m. s. xvii – ?, m. s. xviii. Retablista y maestro de obras.
Arquitecto y maestro de obras de origen burgalés que luego se radicaría en Santo Domingo de la Calzada, su mayor virtud reside en dar comienzo en La Rioja a una nueva etapa en la evolución de los retablos a partir de la fábrica del retablo mayor de Canillas de Río Tuerto (La Rioja) por encargo expreso del canónigo calceatense Juan de Manzanares (uno de los albaceas y testamentarios que quedaron de Francisco Manso de Zúñiga, caballero de la Orden de Calatrava y señor de las villas de Canillas, Cañas y San Torcuato) según escritura de fecha 4 de enero de 1715 y de acuerdo con la traza que se había encargado previamente al arquitecto tudelano José de San Juan y Martín, en la que la columna salomónica, a pesar de lo avanzado de la fecha, seguía teniendo un protagonismo destacado. De ahí que fuera el propio Santiago del Amo el que quizá forzara la situación para convencer a los comitentes de que lo más razonable era prescindir definitivamente de la columna salomónica y de los follajes crespos y nerviosos en beneficio de unos soportes a mitad de camino entre las formas bulbosas y abalaustradas y un mayor comedimiento ornamental que él, personalmente, se encargaba de que fueran torneadas en Castañares de Rioja. El hecho de que el escultor Domingo Antonio de Elcaraeta actuara de testigo de este concierto del retablo mayor de Canillas es suficiente para atribuirle el aparato escultórico de este retablo. De manera que esa colaboración entre Santiago del Amo y Domingo Antonio de Elcaraeta vendría a reforzar su condición de artistas a la vez que Canillas de Río Tuerto pasaba a convertirse a partir de esa fecha en el referente de la nueva moda en la retablística regional.
Es algo que quedará también confirmado con motivo de la realización del voluminoso relicario en templete para el retablo mayor de la iglesia de Bañares, contratado el 17 de mayo de 1718 con Santiago del Amo y cuyo aparato escultórico dejaría en esta ocasión en manos de Andrés de Bolide, al fin y al cabo el más cualificado discípulo de Domingo Antonio de Elcaraeta, si bien ambos ya habían tenido la oportunidad de colaborar en la realización de dos colaterales en Tricio en 1717. Una estética que tan sólo muy pocos años después, en 1721, quedaría definitivamente consolidada en el carismático retablo mayor de Ribafrecha (La Rioja) propiciado por Miguel Francisco Fernández Orozco, abad de la colegial de San Miguel de Alfaro y beneficiado en Ribafrecha, como síntesis y crisol de todo tipo de corrientes. A propósito de este retablo, se sabe que el 1 de agosto de 1721 el provisor elegía, de la terna que le habían propuesto (Joaquín Villandiego, vecino de Burgos, Juan Zapater Martínez, vecino de Alfaro, y Santiago del Amo, vecino de Bañares), a Santiago del Amo, que previamente se había presentado al remate del mismo junto con otros maestros, entre ellos José de Ortega, por ser “el más inteligente de los que an concurrido”. Unas intervenciones que sirven para explicar porqué el 10 de enero de 1725 fue reclamado por el colegio de jesuitas de Logroño para adecuar a la nueva estética el retablo mayor y relicario que había iniciado José de San Juan y Martín por haber quedado obsoleto en muy corto espacio de tiempo. El 9 de mayo de 1729, siendo vecino de Bañares, se obligaba a hacer el retablo mayor de San Torcuato-Villaporquera (La Rioja), según su propia traza y condiciones.
El 8 de marzo de 1733 Santiago del Amo asistía al remate del retablo del Dulce Nombre de Jesús de Ausejo, manifestando sus reservas sobre la traza que había hecho para él Francisco Ramírez de Arellano por considerarla mala, remate al que asistieron también Juan Félix de Camporredondo y su hijo Diego, si bien, a pesar de sus indicaciones, sería Francisco Ramírez de Arellano el encargado de realizarlo.
También como maestro de obras gozó Santiago del Amo de un reconocido prestigio. De ahí que fuera él quien acabaría adjudicándose la problemática construcción de “tres pilares y dos medios y treinta pies de manguardia” con el fin de hacer un puente sobre el Tirón en Anguciana, para lo cual el 28 de julio de 1737 firmaba escritura con el cantero Juan de Solaya y el carpintero Juan de la Torre, todos avecindados en Haro, para repartirse los trabajos.
No obstante, es en el campo de la retablística donde Santiago del Amo alcanzará sus mejores logros. Por eso no debe extrañar el hecho de que las trazas que se iban a emplear en 1739 para hacer el retablo mayor de Laguna de Cameros se sometieran a su consideración.
Pero, aparte de la sillería del coro para la iglesia de Bañares, el retablo de la basílica de la Vega en Haro (concluido en 1740), el retablo mayor de Valgañón y otras actuaciones concretas por varias localidades de la Rioja Alta, entre ellas Sajazarra, quizá su obra cumbre sea el retablo mayor de la iglesia de Santo Tomás de Haro, que haría en colaboración con sus oficiales Andrés del Río, tallista, Francisco de Tejada, limpiante, Domingo Pérez, ensamblador, Jerónimo Jiménez y Francisco del Amo, en el que se pone de manifiesto su talante creativo y su sentido práctico al tratar de hacer de los ventanales de la cabecera una parte más de su diseño.
Su solidez profesional y su carácter innovador le valieron, a lo largo de su vida, encendidos elogios. De ahí que en un documento de 1740 se le denomine “sujeto de los más antiguos en dicho arte”.
Obras de ~: retablo mayor de Canillas de Río Tuerto, La Rioja, 1715; relicario en templete en la iglesia de Bañares, La Rioja, 1718; retablo mayor de Ribafrecha, La Rioja, 1721; retablo mayor de San Torcuato, La Rioja, 1729; retablo de la basílica de Nuestra Señora de la Vega, Haro (La Rioja), 1740.
Bibl.: M. C. García Gainza et al., Catálogo Monumental de Navarra, Merindad de Estella, t. I Estella (Navarra), Institución Príncipe de Viana, 1980; Catálogo Monumental de Navarra, Merindad de Estella, t. II, Estella, Institución Príncipe de Viana, 1982; J. M. Ramírez Martínez, Retablos Mayores de La Rioja, Agoncillo (La Rioja), Labelgrafic, 1993.
José Manuel Ramírez Martínez
