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Antonio Soto Barahona

Biografía

Soto Barahona, Antonio. Cartago (Costa Rica), c. 1678 – c. 1733 Sargento mayor, capitán de Milicias.

Nació en Cartago, Costa Rica, en 1678, testó el 14 de abril de 1723 y murió en Cartago, aproximadamente en 1733. Contrajo matrimonio en Cartago en 1703 con Petronila de Hoces Navarro, nacida en 1681, procrearon a Tomás, capitán; Antonio, presbítero; Pedro Manuel, fraile; Juana María; Teresa, y Nicolás.

Residió en la ciudad de Cartago dedicado tanto a sus actividades militares como económicas.

En el año de 1721 se ubica al capitán Antonio de Soto y Barahona, junto con el capitán Bernardo de Pacheco y otros oficiales en Matina en donde ha desembarcado el gobernador Aníbal, mestizo de la nación Mosquito en veintiséis piraguas grandes y quinientos seis hombres, manifestando sus deseos y votos de amistad y obediencia a Su Majestad, el Rey de España, lo mismo que su deseo de traer a todos sus habitantes para que se les adoctrine.

Diego de la Haya Fernández, gobernador y capitán general de la provincia de Costa Rica, para evitar esos constantes arribos armados de los indios zambos mosquitos, decide concederle una patente de gobernador y capitán al jefe mosquito en 1721. De conformidad con dicha patente, podía armar de guerra sus embarcaciones, corcear con ellas y apresar a todo enemigo de la Corona. Esta medida era una evidente intención de neutralizar la influencia inglesa en esa región y evitar las constantes invasiones de los zambos mosquitos al litoral atlántico de Costa Rica.

Dentro de esta línea de acción, Diego de la Haya reclama al gobernador inglés de Jamaica, la devolución de los indios de Costa Rica que fueron apresados y vendidos por los mosquitos en 1722. La presencia militar del capitán Antonio de Soto y de sus compañeros, responde a estas acciones del gobernador de Costa Rica.

En otro accionar de la vida de nuestro biografiado, se le cita entre los principales vecinos de la ciudad de Cartago, los cuales exponen en el año de 1744 al presidente de la Audiencia de Guatemala, un listado de los servicios prestados a la Corona y el desamparo en que los tiene el Gobierno Superior. Entre los méritos que considera que le deben ser reconocidos cita su contribución al resguardo y defensa contra los constantes ataques de los zambos mosquitos, efectuados en el valle de Matina, continuamente hostilizado, de donde se llevan cacao, frutas, herramientas, esclavos y sirvientes. Enfatiza que estos saqueos son constantes.

Aparte de sus acciones militares en Matina y sus enfrentamientos con los zambos mosquitos, se mencionan las siguientes actividades enmarcadas en el campo económico y como residente en la ciudad de Cartago.

En 1705 cancela una deuda por la compra de treinta y seis mulas.

En noviembre de 1718, la Audiencia de Guatemala lo multa con 50 pesos por contrabando de géneros en Matina.

En 1725 se le cita entre las personas que participan de las festividades realizadas en Cartago. El escritor Sotela destaca que en estas fiestas se dan las primeras representaciones teatrales con la participación de los habitantes y vecinos de Cartago. Por su importancia en los orígenes de las festividades populares de Costa Rica destacamos el siguiente fragmento: “En una relación de las fiestas que se efectuaron en la ciudad de Cartago en 1725, con motivo del advenimiento al trono del malogrado Rey Luis I, hijo de Felipe V, el Gobernador Diego de la Haya Fernández refrendó una crónica que no obstante el lenguaje en que la redactaron, es un cuadro de costumbres” (L. Fernández, t. V: 29-40). Más adelante continúa el relato señalando que, “El día veinte y siete fue señalado a los mulatos pardos los que en dicha tarde corrieron cañas y escaramuzas en cuatro cuadrillas de diez montados, las dos vestidas de españoles y las dos de moros, cuyos capitanes fueron el Alférez Tomás Camino, Tomás Calvo, Domingo de Mesa y Nicolás Barrantes, los cuales se portaron razonablemente” (L. Fernández, t. V: 40).

Hubo diferentes representaciones con participación de los pueblos vecinos, en enfrentamientos, escaramuzas con embarcaciones montadas sobre ruedas y cuadrillas vestidas unas a la usanza española y la otra como indígenas.

En la descripción de estas actividades, se cita a Antonio Soto, dando premios, dulces y bebidas acostumbradas a los participantes en el jugo de la sortija.

Se registra un enfrentamiento de varios vecinos con el gobernador interino, el maestre de campo Pedro Ruiz de Bustamante, en el año de 1717. El gobernador había recibido muchas denuncias de comercio ilícito realizado por algunos vecinos de Cartago, por lo que actuó de manera enérgica y en algunas ocasiones de manera arbitraria y abusiva, imponiendo multas y confiscando bienes. Esto provocó una serie de denuncias y enfrentamientos entre algunos vecinos y el gobernador que terminaron implicando a algunos elementos del clero, lo que provocó la excomunión del gobernador. Como miliciano que era, Antonio Soto apoyó junto con otros oficiales las acciones del gobernador.

El gobernador y sus amigos, poca importancia le dieron a la excomunión, mofándose públicamente “corriendo toros y sortijas en la plaza de Cartago, haciendo mascaradas y otras demostraciones de regocijo” (R. Fernández Guardia, 1967: 120).

Con la llegada del nuevo gobernador procedente de Panamá, Diego de la Haya Fernández, nombrado por el Rey el 26 de noviembre de 1718, se pone fin a este enfrentamiento y corrige algunos actos de evidente injusticia. Los caballeros amigos de Pedro Ruiz de Bustamante, fueron condenados a una multa de cincuenta pesos a cada uno, siendo siete en total y en donde figura Antonio Soto y Barahona. Esta condena fue considerada muy leve por sus adversarios (R. Fernández Guardia 1967: 115-122).

Muerto Antonio Soto en el año de 1732, se obliga a su viuda, Petronila a darles a sus hijos menores Teresa y Nicolás 498 pesos, 2 reales de plata a cada uno. Señala este pronunciamiento que, no habiendo dinero, la obligación se pagará con 750 pesos de cacao. Esta costumbre garantizaba la subsistencia de los hijos menores cuando moría el padre (Revista de la Academia Genealógica, n. 34, págs. 39-42).

 

Bibl.: L. Fernández, Colección de documentos para la Historia de Costa Rica, t. V, París, Imp. Pablo Duport, 1886, pág. 40; Colección de documentos para la Historia de Costa Rica, t. IX, Barcelona, Imp. viuda de Luís Tasso, 1907, pág. 154; R. Fernández Guardia, “Crónicas Coloniales”, en Revista de la Academia de Ciencias Genealógicas (Editorial Costa Rica, San José, Costa Rica), n.º 34 (1967), págs. 39- 42; G. Castro Echeverría, “Ancestros”, en Revista de la Academia Costarricense de Ciencias Genealógicas (San José), n.º 34 (1994), págs. 39-42.

 

Raymundo Brenes Rosales