Ayuda

Diego Sojo y Peñaranda

Biografía

Sojo y Peñaranda, Diego. Talamanca (Toledo), c. 1562 – Cartago (Costa Rica), c. 1640. Capitán, teniente gobernador, maese de campo, alcalde ordinario.

Sus padres fueron Juan de Peñaranda, quien en 1575 tenía cuarenta años y se le describía alto moreno y de pelo cano, y su madre Sabina de Artieda, de treinta y cinco años y se le describía blanca, rubia y de baja estatura. Ambos naturales de Talamanca.

Capitán, teniente gobernador, maese de campo, alcalde ordinario.

Fue sobrino del gobernador Diego de Artieda y Chirinos, ya que su madre doña Sabina era hermana de éste y con quien se embarcó en la expedición que vino a Costa Rica.

En el orden de zarpe respectivo, elaborado en la Casa de Contratación de Sevilla el 26 de marzo de 1575, se consigna un listado numeroso de personas, tanto soldados como futuros colonos que viajan con toda su familia.

Tal es el caso de Diego Peñararanda Sojo quien viajó con sus padres Juan Peñaranda y Sabina Artieda, a la edad de nueve años, además de sus hermanos Juan de Peñaranda de once años, Hernando de Peñaranda de siete y de Fabiana de Artieda de cinco.

Diego de Artieda y Chirinos nombrado gobernador y capitán general de Costa Rica y Nicaragua, saldría con navíos y demás municiones del puerto de Sanlúcar de Barrameda, según lo establecía la Capitulación por él firmada el 3 de marzo de 1575, partiendo en dos embarcaciones, con soldados y pobladores y escoltados por tres galeones de la armada real (Fernández León, 1907, t. VII, pág. 261).

A Diego Peñaranda Sojo se le conoce en la historia de Costa Rica como Diego de Sojo y tiene el dudoso honor de ser considerado un hombre de espada, bravo militar, ambicioso, valiente, duro, taimado y cruel, especialmente con la población indígena, reprimiendo con crueldad las rebeliones en donde azotó y cortó las orejas a los principales responsables (Revista de la Academia de Ciencias Genealógicas, 1956, pág. 47).

Se le acusa, además, de ser ambicioso del oro que poseían los indígenas a quienes hostigaba para sacarles sus riquezas, las que por supuesto no engrosaban las arcas reales.

Llegó a Costa Rica siendo niño y su juventud la pasó viviendo en Costa Rica y Nicaragua, siguiendo a su tío que era el gobernador de ambas provincias.

La designación de Diego de Atieda y Chirinos tiene especial interés por cuanto el Rey Felipe II, al nombrarlo gobernador y capitán general de Costa Rica, definió los límites de la provincia. Muchas partes señaladas en estos límites, ya no pertenecen a Costa Rica, sino a Panamá. Artieda y Chirinos muy rara vez visitó Costa Rica, pues como también se le envistió del cargo de gobernador de Nicaragua, la mayor parte del tiempo residió en esa provincia.

De su vida adulta, se tiene información que permite ubicarlo como residente en Cartago, Costa Rica. Muy poco figura en su juventud como buen servidor público, no pudiendo demostrar sus dotes de mando y hacer sentir el peso de su espada y sus dotes de táctico militar, con los que se caracterizaría años más tarde.

En 1600, durante la gobernación del adelantado Gonzalo Vázquez de Coronado, ocupó el cargo de alcalde ordinario de Cartago. La amistad de Diego Peñaranda Sojo o Diego de Sojo, como lo seguiremos llamando, con Gonzalo Vásquez de Coronado, nos permiten dar otra fase de la personalidad de nuestro biografiado. Fue su amigo íntimo, persona de toda su confianza.

En 1605, el gobernador Juan de Ocón y Trillo le encomendó a Diego Sojo la responsabilidad de ir al mando de un importante contingente militar a castigar a los indios del valle de Duy, que se habían declarado en estado de rebeldía. Cumpliendo con lo ordenado, salió de Cartago en compañía de los capitanes Alonso Bonilla y Pedro Flores, llegando con sus tropas a las tierras de los indios rebeldes a los que venció sin dificultad y castigando a los principales responsables.

Valorando la abundancia de tierras y recursos de la región, lo mismo que para evitar futuras insurrecciones, procedió a fundar el 10 de agosto de 1606 la población que bautizó como Santiago de Talamanca, en honor a su pueblo natal, el cual estaba situado a orillas del río Sixoala a ocho leguas de su desembocadura. Trazó los cuadrantes de la ciudad, repartió solares para los pobladores, a los que también les otorgó encomiendas, conforme a los méritos y calidades de cada uno de ellos.

Para un buen gobierno de la ciudad, nombró un cabildo, señaló égidos para la ciudad, que debían comprender media legua alrededor de ella y dio por límites a su jurisdicción.

Después de fundada la población, sus habitantes continuaron enfrentando sublevaciones de los indígenas, los cuales mataron a cuatro españoles que estaban en sus tierras. Diego Sojo pidió ayuda a Juan Ocón y Trillo, quien mandó refuerzos desde Cartago. Estos refuerzos unidos a los soldados de Sojo y a un buen número de indios amigos les permitieron marchar contra los sublevados, con lo que se puso fin a la rebelión.

Sojo gobernó la ciudad durante diez años y seis meses, al cabo de los cuales regresó a Cartago para pedir al gobernador fuerzas y armamentos que le permitieran prevenir futuras insurrecciones. El gobernador atendió su solicitud pero, en lugar de ponerlo a cargo de esta expedición, procedió a nombrar a su hijo el capitán Pedro Ocón y Trillo el 8 de junio de 1607, el cual tomó posesión de su cargo en Santiago de Talamanca el 31 de agosto del mismo año. Los habitantes de la ciudad lo recibieron con desagrado y sólo permaneció cuatro meses, siendo sustituido por el capitán Alonso de Bonilla.

En febrero de 1610, el territorio de Talamanca se constituyó en una gobernación independiente, a raíz de un acuerdo de reducción de indígenas rebeldes suscrito entre la Audiencia de Guatemala y el adelantado Gonzalo Vázquez de Coronado. Este acontecimiento acentúa la enemistad existente entre Vázquez de Coronado y el gobernador Ocón y Trillo. Como muestra de ello nombra al maese de campo a Diego de Sojo y Peñaranda, su incondicional amigo. Sojo no pudo hacer nada al principio por falta de recursos, pero poco a poco logró posesionarse de la zona, realizando campañas exitosas aunque crueles contra los indígenas. Estas acciones provocaron una reacción de los indígenas los cuales de manera exitosa atacaron a Sojo que se encontraba fuera de la ciudad y procedieron a sitiar la ciudad misma.

Pese a esta situación tan angustiosa, lograron enviar emisarios a Cartago pidiendo ayuda; el gobernador, haciendo a un lado su enemistad, de manera diligente improvisó una pequeña fuerza. Los indios, al tener noticias de esos refuerzos, procedieron a retirarse, dando un respiro a Sojo y a la sitiada ciudad.

Los infortunios continuaron dada la rivalidad existente entre Gonzalo Vázquez de Coronado y el gobernador Ocón y Trillo. Don Gonzalo fue nombrado en un importante cargo en la Audiencia de Guatemala y poco antes de su partida, se apresuró a nombrar a Sojo teniente gobernador de Talamanca, nombramiento que fue apelado ante el Rey, lo que dejó en suspenso toda acción administrativa. De esta manera los habitantes de Santiago de Talamanca fueron abandonados a su suerte. Ante la amenaza de futuras invasiones por parte de los indígenas, militares y habitantes comenzaron a desertar dirigiéndose algunos a Panamá y la mayoría a Cartago. El mismo Diego de Sojo, poco tiempo después, tomó la misma decisión.

Con la destrucción de la ciudad, Costa Rica perdió la oportunidad de tener un polo de desarrollo de importancia dada la ubicación geopolítica de la zona.

Hubo acciones aisladas tanto de Sojo como de Ocón y Trillo por revertir la situación sin éxito alguno.

Después de estos fracasos militares a don Diego de Sojo se le ubica radicado en Cartago. Durante la Gobernación de Juan de Castilla y Guzmán, es nombrado su maese de Campo, también en dicha administración fue nombrado Alcalde Ordinario de Cartago.

En 1621 desempeñó el cargo de Síndico del Convento de San Francisco. En 1625, durante la Gobernación de Juan de Echauz, fue alcalde ordinario de Cartago.

Diego de Sojo fue un soltero empedernido, pero un afortunado don Juan. Tuvo encomiendas en los rublos de Orosi, por lo que el apellido Sojo se perpetuo tanto en Orosi como en Cartago. Murió en Cartago en 1640 a la edad de sesenta y cinco años.

 

Bibl.: L. Fernández, Colección de documentos para la Historia de Costa Rica, t. VII, Barcelona, Imprenta Viuda de Luís Tasso, 1907, pág. 261; R. Viquez Segreda, “El maese de campo D. Diego de Sojo y Peñaranda”, en Revista de la Academia de Ciencias Genealógicas, n.º 3 (1956), págs. 46-56; G. Malavassi y P. Gutiérrez, Diccionario Biográfico de Costa Rica, Costa Rica, Universidad Autónoma de Centro América, 1993, pág. 177.

 

Raymundo Brenes Rosales

 

 

Relación con otros personajes del DBE

Biografías que citan a este personaje

Personajes citados en esta biografía

Personajes similares