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Juan Osvaldo de Brito

Biografía

Brito, Juan Osvaldo de. Luxemburgo, s. m. s. XVI – Madrid, 3-4.VIII.1637. Secretario del Consejo Supremo de Flandes y Borgoña.

En un memorial dirigido a Felipe III y examinado en el Consejo de Estado a finales de 1614, Diego Maldonado, secretario “de Estado de la Casa de Borgoña y lengua francesa”, ofrecía un sucinto perfil biográfico de Juan Osvaldo de Brito. Según Maldonado, Brito era natural del ducado de Luxemburgo y llevaba veintidós años en Madrid (desde 1592, por tanto), primero vinculado al servicio del embajador imperial Hans Khevenhüller, conde de Franquenburg (el diario del propio embajador confirma el dato al referir su traslado e instalación en la nueva Corte de Valladolid en el año 1600. “Tratando el conde de Franquenburg de mudar su cassa a Valladolid imbió delante a su criado Osvaldo Brito con veintisiete carros, el qual salió de Madrid a 16 de junio” (en Diario de Hans Khevenhüller, embajador imperial en la Corte de Felipe II ), y tras su muerte (1606), ligado exclusivamente al servicio real “en papeles deste ministerio de la lengua françesa y también de la alemana, en las quales es muy inteligente”. Por este motivo, y por “ser el dicho Juan Osbaldo como natural de España, pues está casado en ella”, Maldonado solicitaba merced de futura sucesión de su oficio para el luxemburgués.

El testimonio de Diego Maldonado lo corrobora una Cédula Real despachada el 5 de marzo de 1613 para incluir, en la nómina de los Consejos, los 40 escudos mensuales que Juan Osvaldo Brito percibía entonces.

En ella, Felipe III rememoraba parte de su trayectoria: desde agosto de 1606 percibía un entretenimiento de 20 escudos mensuales sirviendo a las órdenes de los secretarios de Estado “por la prática que tiene de las lenguas alemana, francesa y flamenca y aber asistido a los papeles del conde de Frankenbur, embajador que fue del emperador Rodolfo mi tío”; y en mayo de 1607 había ocupado la plaza “que tenía Jorge Hueter, difunto, de traducir los despachos de la lengua alemana con 40 escudos de a 10 reales de sueldo al mes inclusos los 20 que tenía”. En adelante, Brito percibió su salario del pagador de los Consejos, es decir, por una vía de cobro más segura de la que tenía asignada, por “lo bien que [...] me ha servido muchos años a esta parte en diferentes cossas y en los papeles tocantes a las dichas lenguas y últimamente el monarca admitía en las escrituras y otros papeles que se an ofrecido en lengua francesa tocantes a los casamientos de los serenísimos príncipes don Felipe e infanta doña Ana”.

La concesión reclamada por Maldonado para su colaborador se produjo a comienzos de 1615, considerando que, tras el fallecimiento del archiduque Alberto de Austria, los asuntos internos de los Estados de Flandes volverían a despacharse en Madrid y sería “forçoso hazerse todos los despachos en lengua françesa por official natural del pays”. El Consejo admitió que Brito contaba con cualidades insuperables para desempeñar las funciones que ese oficial habría de asumir en el futuro, pues era “persona plática, confidente y conocida” del entorno real y, por tanto, “no encaminada”, es decir, independiente de Bruselas y de los consejeros flamencos que habrían de establecerse en la Corte regia tras el restablecimiento del Consejo Supremo de Flandes y Borgoña. Dicho Consejo había sido suprimido en 1598, cuando la infanta Isabel y el archiduque Alberto se transformaron en soberanos del patrimonio territorial borgoñón en virtud de la cesión efectuada por Felipe II. A la supresión, siguió la designación de un “secretario de Estado de la Casa de Borgoña” o “de los papeles de Borgoña” —según la fuente—, y “descifrador de lengua francesa” Diego Maldonado, con una amplia trayectoria de servicios en “Flandes, Francia, Italia y Bretaña”, que él mismo remontaba a la década de 1570, reseñaba los prestados (con la asistencia del propio Juan Osvaldo Brito) junto al tercer duque de Pastrana, embajador extraordinario de Felipe III en París para la negociación de las dobles bodas (1612-1615).

No está claro qué tipo de asuntos despachó Maldonado tras su designación. Quizá se ocupó únicamente de la traducción de lenguas en las Secretarías de Estado secundado por el luxemburgués, quien, según declaraciones propias vertidas en diferentes memoriales, había comenzado a colaborar con dichas Secretarías el mismo año 1598. En cualquier caso, la avanzada edad y el precario estado de salud forzaron a Maldonado a dejar su oficio en 1621. Y la restitución de soberanía de los Estados de Flandes, operada en esa fecha, coincidió con la promoción de Juan Osvaldo de Brito: en enero de 1622 obtuvo la titularidad de una de las dos plazas de secretario de Estado de la Casa de Borgoña que, en adelante, debían tener vigencia por voluntad de Felipe IV. A esta plaza se asignó “la correspondençia de todo lo tocante al ducado de Lucemburg y demás provincias valonas, y que al compañero que se le diere, se le encargue todo lo restante de las demás provincias” (el título, fechado en Madrid el 16 de enero de 1622, en Archivo Histórico Nacional, Estado, libro 259, fols. 62r.-v.).

Jacques Bruneau y Gabriel de Roy obtuvieron la titularidad de la segunda plaza en años sucesivos, y el Toisón de Oro-Rey de Armas Jean Hervart la desempeñó en ínterin durante algún tiempo, pero ninguno de los tres la ejerció con continuidad debido a sus constantes viajes y comisiones desempeñadas fuera de la Corte. Puede decirse, por eso, que Juan Osvaldo de Brito asumió el despacho de las dos Secretarías del Consejo Supremo de Flandes y Borgoña desde su restablecimiento, primero con forma de “ministerio colateral”, asistiendo a su “presidente-guardasellos” —el dominico fray Íñigo de Brizuela, obispo de Segovia y antiguo confesor del archiduque Alberto— hasta 1628, y más adelante como verdadero “colegio colateral”, una vez que su dotación se amplió mediante el nombramiento de algunos consejeros. En 1634, Brito comenzó a sufrir indisposiciones pasajeras que permitieron a su oficial mayor, Nicolás Baston, asumir más protagonismo en los asuntos del Consejo, en los años previos a la muerte de Brito en Madrid, a comienzos de agosto de 1637.

De este año parece ser un memorial dirigido por el secretario Juan de Olivares, marido de su hija Mariana de Brito, a Felipe IV. En él no sólo se declaraba heredero de los servicios de su padre, Miguel de Olivares, sino también de su suegro. Por eso incluía una cláusula del testamento de Juan Osvaldo de Brito, fechado probablemente en 1637, en la que se recapitulaban sus cuarenta años de servicios a la Corona.

La cláusula se cerraba añadiendo otro a los ya conocidos: “Demás de lo referido —rezaba—, ha servido el dicho secretario Joan Olbaldo de Brito 5 años a la Sra. Infanta Sor Margarita de la Cruz, con mucha satisfaçión suia y sin salario ni ayuda de costa alguna y assí por esto, como por todos los dichos servicios, no ha recivido merced alguna y ha muerto dexando a su hija y tres nietos con tanta necesidad que son más las deudas que la hazienda que dexa, por ser ésta cortísima y dexarles consumida casi toda la dote de su madre”. Se ha de deducir, por eso, que el conde de Franquenburg —a quien la emperatriz viuda María había encomendado el cuidado de sus hijas y, en particular, de la infanta Margarita de la Cruz, residente en el monasterio de las Descalzas Reales de Madrid desde 1583— compartió a su secretario con la infanta durante cinco años consecutivos, transcurridos seguramente entre 1597 y 1602.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Estado, leg. 2777 (CE, Madrid, 29 de noviembre de 1614); Escribanía Mayor de Rentas, Quitaciones de Corte, legs. 28 y 363-366; Estado, leg. 2777 (CE, Madrid, 24 de enero de 1615); Archivo Histórico Nacional (Madrid), Estado, lib. 259, fol. 62r.-v.; Archives Générales du Royaume de Belgique, Conseil Privé Espagnol, reg. 1508, fols. 68r.-69r. (Memorial de Juan de Olivares a Felipe IV).

A. Rodríguez Villa, La Corte y Monarquía de España en los años de 1636 y 1637, Madrid, Luis Navarro, 1886, pág. 200; J. M. Ravasco Valdés, El Real y Supremo Consejo de Flandes y Borgoña (1419-1702), tesis doctoral, vol. I, Granada, Universidad, 1978 (inéd.), págs. 241-266; H. Khevenhüller, Diario de Hans Khevenhüller, embajador imperial en la Corte de Felipe II, est. introd. de S. Veronelli, trasncrip. y ed. de F. Labrador, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2001, pág. 574; J. J. Pérez Preciado, “La burocracia española en los Países Bajos y la importación de pintura flamenca: el secretario Miguel de Olivares”, en J. L. Colomer (dir.), Arte y diplomacia de la Monarquía Hispánica en el siglo xvii, Madrid, Fernando Villaverde, 2003, pág. 279; A. Esteban Estríngana, “Las provincias de Flandes y la Monarquía de España. Instrumentos y fines de la política regia en el contexto de la restitución de soberanía de 1621”, en A. Álvarez-Ossorio y B. J. García García (coords.), La Monarquía de las Naciones. Patria, nación y naturaleza en la Monarquía de España, Madrid, Fundación Carlos de Amberes, 2004, págs. 215-245; A. Esteban Estríngana, Madrid y Bruselas. Relaciones de gobierno en la etapa postarchiducal (1621-1648), Lovaina, Leuven University Press, 2005, págs. 25-26 y 39-40.

 

Alicia Esteban Estríngana

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