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Magdalena de Ulloa

Biografía

Ulloa, Magdalena de. Señora de Villagarcía de Campos. Toro (Zamora), 1525 – Valladolid, 11.VI.1598.

Noble, aya de Juan de Austria, bienhechora de la Compañía de Jesús en Castilla, fundadora de colegios. Hija de los señores de La Mota, San Cebrián de Mazote y condes de Luna, además de ser su padre regidor de la ciudad de Toro y haber sido contador del rey Fernando el Católico. Señorío que después se convirtió en marquesado en la persona de su hermano Rodrigo de Ulloa. Huérfana en su infancia, su formación no superaba la de una mujer de la nobleza que se preparaba para un matrimonio acertado como fue el suyo, siendo además una “novia” saneada económicamente. La confianza real de la que gozaron Luis Méndez de Quijada, mayordomo del emperador Carlos, y Magdalena de Ulloa, se manifestó cuando aquél les encomendó en 1554 el cuidado de su hijo ilegítimo Juan de Austria, entonces conocido como “Jeromín”. Por algo, Luis Méndez había acompañado a Carlos V en todos sus viajes y empresas militares, además de recibirle, después de las primeras abdicaciones, cuando desembarcaba en Laredo y se dirigía a su retiro extremeño de Yuste. Fue, además, el encargado de desvelar después a Felipe II la auténtica identidad del niño que Magdalena y él habían criado. Felipe II y Juan de Austria se conocieron en el Monasterio de la Santa Espina en septiembre de 1559. El reconocimiento oficial tuvo lugar días después en Valladolid. No desaparecieron Luis de Quijada y Magdalena de Ulloa de la vida de su “sobrino”. Fue nombrado “ayo” para el gobierno de la casa del hermano del Rey, trasladándose el matrimonio a vivir a Valladolid. La historia de fidelidad continuó cuando Magdalena de Ulloa tuvo que acoger a la hija que nació de la relación entre Juan de Austria y una dama de la princesa de Éboli, llamada María de Mendoza. Magdalena la recibió desde 1567 en Villagarcía de Campos y allí permaneció siete años, de donde salió hacia el convento de las Agustinas de Madrigal, siendo después abadesa de Las Huelgas Reales de Burgos, una vez que Felipe II la reconoció como su sobrina. La relación entre el vencedor de Lepanto y Magdalena de Ulloa fue novelada por el jesuita Luis de Coloma en Jeromín.

Tras la muerte de su marido Luis de Quijada en la guerra de los moriscos de Granada, en 1570 y durante la revuelta de las Alpujarras, vivió retirada inicialmente en el Convento Franciscano de El Abrojo. Al principio, pensó en profesar como religiosa cisterciense en Las Huelgas Reales de Valladolid, donde su cuñada Ana de Quijada era abadesa. Sin embargo, ésta estaba reclamando en pleito los bienes de su hermano. Indica Camilo Abad que este gesto la desanimó y creyó más conveniente dedicarse a hacer efectivas y ampliar las voluntades testamentarias de su marido. En ellas, Luis de Quijada había establecido su deseo de levantar una capilla que le sirviese de panteón. Pero en una de las cláusulas del testamento establecía la posibilidad de juntar su viuda ambas haciendas para fundar un monasterio que cumpliese con estas mismas funciones, en el centro mismo de su señorío, en Villagarcía. Pronto los jesuitas, primero como directores espirituales de Magdalena, se convirtieron en protagonistas de estas voluntades, pues en el centro de las mismas se encontraba la capilla-panteón dentro de un colegio-noviciado de la Compañía de Jesús y, en concreto, en su iglesia consagrada en 1580. Por eso, la pieza fundamental será el padre Baltasar Álvarez, uno de los formadores más destacados de jesuitas en su tiempo y autor ascético. Un proceso fundacional muy complicado, con negativas de los primeros testamentarios, llevando a la intervención de los teólogos de la Universidad de Salamanca e incluso de la Santa Sede para establecer, una bula del papa Gregorio XIII, el otorgamiento de la disponibilidad de Magdalena sobre los bienes de su marido.

Después de la fundación del Colegio de Villagarcía, cantera de novicios para la Compañía hasta 1767 e importantísimo centro de enseñanza de la Gramática Latina para toda la comarca, Magdalena de Ulloa visitaba esta casa como patrona que era, tratando de asuntos temporales (que se mezclaban con los espirituales) con el padre Baltasar Álvarez. Las ayudas otorgadas a las obras de la Compañía por parte de Magdalena eran un pozo sin fondo, que llevaron a que en 1573 el superior general de los jesuitas le otorgase “Carta de Hermandad”. De esta manera, no solamente fue la fundadora de Villagarcía, sino de los Colegios de San Matías de Oviedo y la Anunciata de Santander, tan preocupada como estaba por la evangelización más allá de las montañas del norte. Los jesuitas no solamente fueron sus herederos universales, con la oposición de los sobrinos de su marido y nuevos señores de Villagarcía, sino también patronos de las diversas obras pías que fundó la viuda de Luis de Quijada, lo que le valió su denominación de la “Limosnera de Dios”.

 

Bibl.: J. de Villafañe, Relación histórica de la vida y virtudes de la excelentísima señora doña Magdalena de Ulloa. La Limosnera de Dios, Salamanca, 1723; L. de La Puente, Vida del Padre Baltasar Álvarez, Madrid, 1958 (Biblioteca de Autores Cristianos, 111); C. Abad, Doña Magdalena de Ulloa, la educadora de don Juan de Austria y la fundadora del Colegio de la Compañía de Jesús de Villagarcía de Campos (1525-1598), Madrid, Universidad Pontificia de Comillas, 1959; C. Pérez Picón, Villagarcía de Campos. Estudio histórico-artístico, Valladolid, Institución Cultural Simancas, 1982; Un Colegio ejemplar de letras humanas en Villagarcía de Campos (1576-1767), Santander, Sal Terrae, 1983; M. Campomar, “Pequeñeces, la novela integrista del siglo xix en su contexto histórico y lingüístico”, en Incipit, 9 (1989), págs. 57-91; VV. AA., Doña Magdalena de Ulloa, mujer de Luis de Quixada 1598-1998. Una mujer de Villagarcía de Campos, Valladolid, Diputación Provincial, 1998.

 

Javier Burrieza Sánchez

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