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Vicente de Santa María

Biografía

Santa María, Vicente de. Aras (Navarra), 1742 – Misión de San Buenaventura (California), 16.VII.1806. Franciscano (OFM) y misionero en California.

En primer lugar, se debe diferenciar la semblanza de dos franciscanos homónimos y contemporáneos, fray Vicente de Santa María (peninsular, incansable predicador del evangelio en las misiones de las Californias) y fray Vicente de Santa María y Martínez (criollo independentista), que participó activamente en el movimiento insurgente mexicano desde 1809 y es considerado uno de los teóricos más importantes de los sublevados mexicanos. Éste destaca por sus aportaciones expedicionarias y cartográficas; por las ideas políticas y sociales que manifestó a partir de su participación en la conspiración de Valladolid (1809); por su colaboración en la guerra de Independencia al lado del general Rayón y, finalmente, por la entrega de un proyecto de Constitución a José María Morelos.

Vicente de Santa María, el misionero, era originario del municipio de Aras (Navarra), que en aquel entonces era un barrio del concejo de Viana. Tomó el hábito franciscano el 17 de octubre de 1759 en el Convento de San Francisco de Estella. En el año 1769 partió de Burgos hacia Cádiz, con otros franciscanos colectados por Rafael José Verger (Mallorca, 1722 – Monterrey, 1790), franciscano y futuro segundo obispo de Monterrey, con el objeto de ir al Colegio de San Fernando de México, que formaba parte de un conjunto de colegios franciscanos de propaganda fide destinados a la concentración de los sacerdotes y religiosos que llegaban a las colonias y a su formación como misioneros antes de ser enviados a sus destinos. Este colegio había sido fundado en 1732 y en él residió Santa María hasta que fue destinado a las misiones de California.

En octubre de 1770, salió de dicho colegio hacia la Baja California. En febrero de 1771 partió de San Blas, en el San Carlos, y llegó a Loreto el 24 de noviembre. Luego se instaló en San Blas a la espera del barco que le llevara a la misión de Loreto en la costa este de la península de California, San Blas era por esas fechas un puerto novohispano importante y la base naval de las rutas a Sonora y a las Californias, y de las expediciones españolas hacia las regiones, todavía desconocidas, del Pacífico Norte. Embarcó en febrero de 1771, y tras un viaje lleno de percances e incidentes, llegó a la misión de Loreto en el mes de noviembre.

En un principio se quedó allí junto con fray Francisco Palou, pero en 1772 le asignaron la Misión de San Xavier, donde permaneció hasta que los dominicos se hicieron cargo de estas misiones. De esta manera, en mayo de 1773, el padre Santa María volvía al Colegio de San Fernando (México) en la Concepción.

En 1774, fue nombrado capellán del San Carlos bajo las órdenes de Juan Bautista Ayala.

Las instrucciones que fray Vicente recibió de sus superiores fueron las de que, en lugar de regresar al Colegio de San Fernando, embarcara como capellán del paquebote San Carlos que formaba parte de la flota que a las órdenes del general Bruno de Heceta se estaba preparando para explorar las costas de la Alta California, en concreto para comprobar si había asentamientos rusos en la costa y para examinar la bahía de San Francisco. La flota zarpaba de San Blas a principios de 1775, pero a pocas millas el comandante del San Carlos se volvió loco. Tras nombrar capitán de la nave a Juan de Ayala, se le ordenaba dejar al enfermo en San Blas y retornar a la flota cuanto antes. Ésta se dividió en dos, dos naves continuaron hacia el norte y el San Carlos, tras dejar Monterey (California) el 26 de julio después de cargar víveres, entró en la bahía de San Francisco el 5 de agosto de 1775 atravesando el estrecho que hoy se conoce como Golden Gate. Así fray Vicente y la tripulación del San Carlos se convirtieron en los primeros europeos conocidos que pasaron por ese estrecho (el Golden Gate), anclando en una cala detrás de la isla Ángel.

Santa María fue comisionado para hacer un reconocimiento por la bahía. Llegó a Punta de Lobos donde plantó una cruz y dejó a su pie dos cartas destinadas a la expedición formada por 240 personas -incluidos frailes, soldados y colonos con sus familias- y más de mil animales que con el mismo destino saldría más tarde por tierra y capitaneada por Juan Bautista de Anza. Una vez cumplida su misión, el San Carlos volvió a Monterrey donde se juntó de nuevo la flota. Para septiembre llegó el San Carlos a San Blas y fray Vicente se instalaba de nuevo en el convento de la Santa Cruz de Tepic desde el que escribió un informe detallado de su viaje incluyendo un mapa. Asimismo, escribió varias cartas a su superior en las que manifiesta “la ninguna gana que me ha quedado de volver a aquellas tierras con semejante empleo por ser nada apetecible y de ningún provecho para nosotros” y no quería seguir siendo capellán de barco “que de capellán no me atrevo a volver, y más yendo solo porque la navegación es larga, los peligros son muchos, y no manifiesto a vuestra reverencia otros infinitos motivos que tengo para no aceptar semejante empleo, y aún más digo a vuestra reverencia que aunque fuese para quedarme en las misiones, yendo solo no me atrevo”.

Sin embargo, tuvo que embarcarse de nuevo en el San Carlos en el mes de marzo de 1776, destino a Monterrey, si bien en este viaje fue acompañado del padre Nozedal. Fueron tratados con “gran estimación y aprecio” por el capitán, y no hubo incidentes. Llegaron a Monterrey el 3 de junio y fray Vicente se entrevistó con el teniente de la expedición de Anza que había llegado a Monterrey siguiendo la nueva vía terrestre desde Sonora. También se entrevistó con fray Junípero Serra, Francisco Palou y Pedro Cambón que se habían unido en San Gabriel a esta expedición con destino a la bahía de San Francisco para establecer allí una misión y un presidio.

Más tarde, junto a fray Junípero se dirigió a la misión de San Diego en el San Antonio. El padre Santa María, en un principio, se negó a aceptar la plaza que ocupó fray Vicente Fuster en la misión, donde los indios se habían sublevado, ya que él había accedido a ir a California como capellán de la expedición y no como misionero, pero, ante la insistencia de fray Junípero Serra, tuvo que admitir la permanencia en la misma.

Más tarde, se le asignó la Misión de San Francisco, donde trabajó desde enero de 1777 hasta el 11 de junio de 1782. En este período bautizó también en la Misión de San Antonio (22 de octubre de 1777). Santa María, que estaba en San Francisco en calidad de supernumerario auxiliando a los padres fray Francisco Palou y fray Pedro Benito Cambón, al retirarse este último temporalmente por enfermedad, tuvo que quedarse, con la autorización de fray Junípero, al lado del padre Palou, junto con fray Matías Noriega que fungía como capellán y quien solicitó ser adscrito a las misiones. Estos dos religiosos, Santa María y Noriega, por su carácter despertaban cierta desconfianza en el padre Serra, quien al comunicar al padre Rafael Verger, por entonces guardián y futuro obispo de Monterrey, su decisión, le indicaba: “A la verdad no quedó muy satisfecho de los dos genios que acá se quedan con dicho padre Palou. Yo deseaba el otro capellán, pero no lo he podido lograr: paciencia”.

Cuando Serra fundó la Misión de San Buenaventura, el 31 de marzo de 1782, lo destinó allí con los padres Francisco Dumetz y José Señán, donde permaneció hasta 1806, bautizando a dos mil trescientas seis personas. Mientras tanto, en 1785, fue a reconocer la zona de Montecito con el gobernador Pedro Fages, para elegir un sitio adecuado para establecer una nueva misión, la de Santa Bárbara. El 4 de diciembre de 1786 fue a una nueva expedición para explorar el territorio entre San Buenaventura y San Gabriel. El padre Santa María escribió un diario de viaje de esta expedición dirigida por Pablo Cota.

En el año 1793, se entrevistó con el capitán George Vancouver, quien se sorprendió por la mucha fluidez con que el padre Santa María hablaba la lengua de los indígenas. Ambos congeniaron muy bien, de tal forma, que el capitán invitó al fraile a cenar en su barco y, a su vez, Vancouver aceptó la invitación de Santa María de visitar la Misión de San Buenaventura.

Muestra de esta amistad, es el accidente geográfico, cerca de la punta San Pedro, que se llama “Punta Vicente”, en honor al misionero.

Santa María murió de hidropesía en la misión de San Buenaventura, el 16 de julio de 1806 y fue enterrado al día siguiente en la iglesia de la misión por fray Marcos Antonio Saizar de Vitoria, asistido por el padre José Señán.

 

Bibl.: E. de la Torre Villar, “Fray Vicente de Santa María y fray Vicente de Santa María”, en Estudios de historia moderna y contemporánea de México, 2 (1967), págs. 7-69; M. Geiger, Franciscan missionaries in Hispanic California (1769-1848). A biographical dictionary, San Marino, California, The Huntington Library, 1969; E. de la Torre Villar, “Fray Vicente de Santa María”, en Archivo Ibero-Americano, 205-208 (1992), págs. 849-852; I. Arrieta Elizalde, Transculturización y civilización en la formación de California: la RSBAP y el aporte vasco (1769-1834), tesis doctoral, Vitoria, Universidad del País Vasco, 1996; Ilustración y utopía. Los frailes vascos y la RSBAP en California (1769-1834), San Sebastián, Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, 2004 (col. Ilustración Vasca, vol. 13), págs. 297-298.

 

Antonio Astorgano Abajo

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