Santos Torroella, Ángeles. Port Bou (Gerona), 7.XI.1911 — Madrid 3.X.2013. Pintora.
Ángeles Santos es calificada por la historiografía como una de las artistas más destacadas dentro del arte del siglo XX por tan sólo dos obras realizadas con apenas dieciocho años, pero enormemente significativas en su producción, Un mundo y Tertulia.
Ambas creaciones, consideradas obras maestras en el mismo momento de ver la luz, adquirieron —como si de una revelación se tratara— un enorme reconocimiento por parte de intelectuales y artistas de finales de los años veinte que inmediatamente la incorporaron dentro de la vanguardia pictórica más transgresora.
En concreto Un mundo, puede representar uno de los mejores y más tempranos ejemplos del surrealismo español. Y pese a que la historiografía moderna ha considerado a Ángeles Santos como una surrealista específicamente catalana —vinculada en algunos estudios al ámbito ampurdanés de Dalí, Massanet o Planells— sus obras más osadas y rupturistas, fueron realizadas dentro del ambiente cultural vallisoletano donde por aquel entonces residía. La trayectoria fugaz de Ángeles Santos y su temprana ruptura con los planteamientos estéticos que la llevaron a obtener tan notable éxito, hacen de esta pintora una de las más enigmáticas del arte español del siglo xx. Su contexto histórico más significativo queda definido por la publicación en 1927 del libro de Franz Roh, Realismo Mágico. Postexpresionismo. Problemas de la pintura más reciente, traducido por Fernando Vela y editado por Revista de Occidente, que causó un gran impacto en el lenguaje artístico de los últimos años veinte y parte de los años treinta como demuestran las obras de miembros de la SAI (Sociedad de Artistas Ibéricos), liderados por Alfonso Ponce de León, Timoteo Pérez Rubio y el crítico Manuel Abril. La SAI difundió el arte español en Europa a través de su presencia en exposiciones en Copenhague, Berlín y París, y en las que incluyeron obra de Ángeles Santos.
Angelita es hija de Julián Santos Estévez, funcionario de aduanas, y de Aurelia Torroella i Rodeja. Es la mayor de ocho hermanos entre los que destaca Rafael, el gran intelectual, poeta, historiador y crítico especialista en Dalí. Como la normativa obligaba a los funcionarios a trasladarse cada tres años, los cambios de la residencia familiar serán constantes. Así, entre 1914 y 1920, vivirán sucesivamente en Ripio, La Jonquera y Le Perthús. Entre 1921 y 1923 la familia se establecerá en Fregeneda (Salamanca) y después a Valladolid, donde el padre de Angelita se encargará de la inspección de alcoholes y azúcares. En 1924 vuelven a trasladarse a Andalucía, donde Angelita es internada en el Colegio de Las Concepcionistas de Sevilla.
Allí realiza sus primeros dibujos, a partir de láminas de Ingres que la propia directora del colegio le invita a copiar. En 1927, la familia Santos Torroella se traslada de nuevo a Valladolid por tres años. La ciudad vive un gran momento de efervescencia intelectual. A ella había llegado en 1924 el pintor inglés Cristóbal Hall, atraído por el Museo de Escultura; allí el pintor manco, excombatiente de la Gran Guerra, será el catalizador de gran parte de la vida intelectual vallisoletana.
Amigo de los hermanos Cossío, pronto establecerá una tertulia a la que se unirán Emilio Gómez Orbaneja, Jorge Guillén —que en abril de 1926 presentará en el Ateneo de Valladolid a Federico García Lorca—, el pintor Sinforiano del Toro y el compositor Félix Antonio González. Mientras se conforman las bases de la futura Generación del 27, Ángeles asiste al Colegio de las Dominicas Francesas y durante dos años recibe clases particulares del pintor y restaurador italiano Cellino Perotti que le enseña a pintar tapices a partir de láminas y fotografías. Durante el verano de 1928, Angelita pasa unos días en Salamanca, en Saucelle de la Ribera, el pueblo de su padre; allí pinta sus primeros cuadros: Paisaje y El tío Simón, y después en el de su madre, Portbou, donde realiza otras dos obras La tía Marioneta y Niños en el jardín. En octubre de ese mismo año, participa en la exposición colectiva de la Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción en el Círculo Mercantil y obtiene un diploma de tercera clase. Las obras que allí presenta anticipan curiosamente algunos paralelismos con periodos posteriores de Maruja Mallo y la obra de Leonora Carrington y Remedios Varo. Francisco de Cossío escribirá en El Norte de Castilla una crítica llena de halagos hacia la obra presentada por Ángeles, convenciendo al padre de la joven artista para que permita que ésta se dedique exclusivamente a la pintura y abandone el colegio.
A mediados de abril de 1929, Angelita realiza su primera exposición individual en el Ateneo de Valladolid donde resuenan ecos de un post-cubismo cargado de realismo mágico. Pronto se integra en la vida intelectual pucelana, acudiendo a las tertulias y reuniones de intelectuales, siempre acompañada de su padre. Allí conoce a Cristóbal Hall, Sinforiano del Toro, Mariano de Cossío, Emilio González Orbaneja, José María Luelmo, Francisco Pino y Aurelio García Lesmes. A mediados de este mismo año recibirá la visita de Lorca y verán la luz sus dos grandes obras maestras: Tertulia y Un mundo. En octubre participa en el IX Salón de Otoño en Madrid donde se presenta con su Autorretrato y Un mundo. Las críticas son excelentes entre la intelectualidad madrileña como lo demuestran el entusiasmo de los escritos de Juan de la Encina y Manuel Abril. El propio Ramón Gómez de la Serna viaja a Valladolid para conocer a Angelita con la que mantendrá correspondencia y Juan Ramón Jiménez le dedica un poema. Pero en 1930 este fulgurante proceso creativo se interrumpe. Algo se rompe en su interior y, abatida, huye de su casa; cuando la familia la encuentra, deciden internarla en un centro de salud en Madrid.
Ramón Gómez de la Serna denunció en sus artículos esta decisión paterna quien al cabo de un mes decidió enviarla con sus abuelos maternos al Ampurdán. Ángeles deja de pintar durante un tiempo. A finales de año un nuevo traslado laboral lleva a la familia Santos Torroella a San Sebastián, donde Angelita frecuenta la tertulia del Casino y conoce a pintores vanguardistas como Carlos Ribera, Juan Cabanas y Jesús Olasagasti y al arquitecto racionalista y miembro del GATEPAC, Jose Manuel Aizpurúa. En la capital donostiarra recibe la visita de Federico García Lorca, Vicente Huidobro, Manuel Abril y Ernesto Jiménez Caballero. Así, durante 1931 1932 y 1933, Ángeles se anima a participar con obra ya realizada en Valladolid en la Exposición Internacional del Carnegie Institute de Pittsburg dando a conocer su obra en Estados Unidos, gracias a la itinerancia de dichas exposiciones. Julián Santos es destinado a Barcelona y allí se traslada junto con su familia; poco a poco Ángeles retoma su pintura, exponiendo en 1935 en la Galería Syra de Barcelona; allí conoce al pintor Emilio Grau Sala, cuyo lenguaje estético se acerca al postimpresionismo francés con un marcado acento lírico. Tal vez influida por él, las creaciones de Ángeles son elaboradas desde una perspectiva más sosegada, alejada de la Nueva Objetividad y del lenguaje surrealista de la etapa vallisoletana. El 15 de enero de 1936 se casa con Emilio Grau y tras el estallido de la Guerra Civil que les sorprende en Portbou, cruzan la frontera y se instalan en Mazanet-sur- Tam. Desde allí Grau Sala se dirigirá a París y Ángeles que está embarazada decide volver junto a su familia que viven ahora en Canfranc (Huesca), donde nacerá su hijo, el futuro pintor Julián Grau Santos. Durante los años siguientes pintará algunos retratos, ejercerá como profesora de dibujo e incluso pintará botones para una pequeña industria textil. Viajará con su hijo esporádicamente a París para reunirse temporalmente con su marido, y desde 1947 hasta 1959 vivirá con su familia entre Figueras y Portbou, apartándose progresivamente de la pintura hasta 1960, año en el que se establece en Barcelona y retoma la actividad artística, componiendo paisajes, floreros, retratos..., pero renunciando al lenguaje vanguardista, incluso destruyendo parte de su obra anterior, que sigue siendo valorada y reconocida —especialmente los cuadros en torno a la década de 1930— en exposiciones nacionales e internacionales a las que es invitada de forma honorífica. Desde 1969 vivirá ya con su marido hasta el fallecimiento de éste en 1975. Sus dos obras de juventud más significativas, Un mundo y La tertulia —también llamada “El cabaret”— siguen representando dos de los mejores ejemplos de la influencia del Realismo Mágico y la Nueva Objetividad en la pintura española de los años veinte. Falleció en su casa de Madrid a los 101 años.
Obras de ~: El tío Simón, 1928; La tía Marieta [Vieja haciendo calceta], 1928; Niños en el jardín, 1928; Anita con delantal a cuadros azules y blancos, 1928; Vaso [El vaso de vino], 1928; Autorretrato, 1928; Calle de Valladolid, 1929; Niña [Ànita y las muñecas], 1929; Niña [Retrato de Conchita], 1929; Boceto para Un Mundo, 1929; Un Mundo, 1929; La tierra [Pueblo primitivo], 1929; Retrato de María Álvarez, 1929; Tertulia[El cabaret], 1929; Familia cenando, 1930; Habitación, 1930; Niños pobres [Dos hermanos], 1930; Niños y plantas, 1930; Lilas y calavera [Naturaleza muerta], 1930.
Bibl.: L. García de Carpi, La pintura surrealista española 24-1936, Madrid, Istmo, 1986; W. Chadwick, Women Artists and the Surrealist Movement, London, Thames and Hudson, 1991; Mirror mirror: Self-Portraits by women artists, catálogo de exposición, London, National Portrait Gallery, 2001; J. Casamartina i Parassols, Ángeles Santos, un mundo insólito en Valladolid, catálogo de exposición, Valladolid, Museo Patio Herreriano, 2003-2004; Reencuentros: Ángeles Santos, Grau Sala, catálogo de exposición, Madrid, editorial Albert Gallery, 2004; J. V. Aliaga, Arte y cuestiones de género: Una travesía del siglo xx, Madrid, Nerea, 2004 (col. Arte Hoy); VV. AA., Amazonas del arte nuevo, catálogo de exposición, Madrid, Mapfre, 2008; J. M. Bonet, “La última de un mundo ido [necrológica]”, en ABC, 4.X.2013.
Jesús Lázaro Docio