Ruiz Borau, José. José Ramón Arana. Garrapinillos (Zaragoza), 13.V.1905 – Zaragoza, 23.VII.1973. Dirigente obrero, político y escritor.
Huérfano de padre, que fue maestro rural, a los ocho años, trabajó en una imprenta y luego como maletilla (fue herido gravemente por una vaca que le dejó una cojera de por vida). Trabajó en una fundición en Barcelona, ciudad en la que se casó y tuvo seis hijos de diversa suerte. En 1931 regresó a Zaragoza, donde ingresó en la Unión General de Trabajadores (UGT) tras haber pertenecido en Barcelona a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). En la Guerra Civil, a propuesta del sindicato socialista y el Partido Comunista de España (PCE), fue nombrado consejero de Obras Públicas y luego de Hacienda en el primer Consejo de Aragón, con sede en Caspe. Fue vicepresidente del efímero gobierno republicano aragonés, visitó la Unión Soviética y, en Caspe, conoció a la que será su segunda esposa, Dolores Arana, compañera y colaboradora en el exilio, de la que tornó su nuevo nombre al exiliarse, e incluso sus hijos llevaron ese apellido.
Disuelto el Consejo de Aragón, marchó a Barcelona, y ese mismo año de 1938 salió hacia Francia, y marchó luego a América procedente de los campos de concentración franceses. Vivió primero en la isla Martinica y luego unos años en Santo Domingo, donde publicó Ancla (1941), un libro de poemas. Tras pasar por Cuba, llegó finalmente a México. A partir de ese momento, dos ocupaciones vinieron a cubrir toda su vida: la de librero y la de editor.
Arana recorrió la ciudad cargado de libros, que ofrecía en los cafés y por la calle. Luego, se estableció en diversas direcciones a las que acudían amigos en tertulia: Manuel Andújar, Anselmo Carretero, León Felipe, Alcalá Zamora, Altolaguirre, Bergamín, García Bacca, Ramón Xirau, los Renau, Rodolfo Halffter, Eugenio Imaz, Juan Marichal, Millares, Margarita Nelken o el gran hispanista francés Marcel Bataillon.
Tampoco faltaron los aragoneses como Benjamín Jarnés, Honorato de Castro, Daniel Tapia, Ángel Sanblancat, el doctor D’Harcourt, Rafael Sánchez Ventura o Luis Buñuel.
Dirigió Aragón, la gaceta mensual de los aragoneses en México, entre 1943 y 1945, en la que por entonces colaboraban Alberti, Andújar, Bergamín, García Bacca, Juan Ramón Jiménez o León Felipe, junto a muchos aragoneses como Albar, Castillo, Borderas, Vicens, Duque, Mantecón, Sánchez Sarto, Hernández Ruiz, Sánchez Ventura, Sender, Jarnés o la propia María Dolores Arana. Para José-Carlos Mainer, “Aragón testimonia la fidelidad de unos aragoneses a su geografía sentimental pero es, especialmente, parte muy significativa del todo que fue la emigración española”.
Tras una frustrada experiencia en septiembre de 1944 en que publicó un único número de Ruedo Ibérico, abordó junto con Manuel Andújar y pronto José Ruche y Anselmo Carretero su gran empresa: Las Españas, que fue una de las principales revistas del exilio.
La revista, con tipografía diseñada por Josep Renau, publicó su primer número en octubre de 1946 “concebida desde el principio como vehículo de comunicación y entendimiento entre la España peregrina y la del interior”. Arana escribe en ella todos los editoriales, notas y muchos de los artículos, algunos de ellos con los seudónimos de Juan de Monegros, Pedro Abarca, El Celtiberión o Abenamar.
La revista salió entre 1946 y 1953 (números 1 a 23- 25) y reapareció con posterioridad en 1956 con un último número triple, 26-28. Figuran allí las firmas de Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas, León Felipe, Jarnés, Sénder, Antonio Espina, Bergamín, Picasso, Falla, Casals, Fernando de los Ríos, Díaz Marta, Sánchez Sarto, Nicolau d’Olwer o extranjeros de renombre internacional como Albert Camus, Jean Cassou, Marcel Bataillon, Herman Hesse, Thomas Mann, Harold Laski, Alfonso Reyes o Gabriela Mistral. Según Alicia Alted, Las Españas, al margen de su importancia desde el punto de vista literario y, en un sentido más amplio, cultural, constituyó uno de los intentos más loables por parte de un grupo de exiliados para volver a aglutinar a los españoles de dentro y de fuera bajo la égida de los intelectuales investidos de una reverdecida misión: la de ser intérpretes de una sensibilidad popular que permitiera reencontrar la conciencia nacional perdida”. Esa postura, muy discutida por bastantes exiliados, que no concebían que también ellos deban cambiar algo de su propia posición para auspiciar un futuro en el que cupiera la mayoría de los españoles que quedaron en España, fue especialmente combatida por el PCE, y llevó a la marcha del coeditor, Manuel Andújar. Las críticas más enconadas llegaron desde Nuestro Tiempo, el órgano de los comunistas en México, dirigida por Juan Vicéns, antiguo compañero de Arana en Aragón.
Las Españas, señalan Valender y Rojo, “fue una revista antifranquista, de espíritu republicano y liberal (aun cuando desde muy temprano dejó de apoyar a las instituciones creadas por la Segunda República), que pretendió la unión, primero entre los exiliados y después entre éstos y los antifranquistas radicados en la península, con el fin último de colaborar en la reconstrucción de España...”.
En sus importantes Cartas a las nuevas generaciones españolas destaca una larga y entrañable a José Hierro en la que afirma: “me interesa vivamente toda opinión emitida por españoles en España, sobre todo cuando se trata de obreros o intelectuales jóvenes y, más si cabe, en contados casos como el suyo” porque, “esencialmente pugnamos por lo mismo...”.
Regresó a España en 1972, y publicó la excelente novela autobiográfica Can Girona, primera de una frustrada trilogía autobiográfica que se habría de llamar Por el desván de los recuerdos. Murió ese mismo año en Zaragoza.
Obras de ~: Mar del Norte, Mar Negro, Barcelona, 1938; Apuntes de un viaje a la URSS, Barcelona, Imprenta La Polígrafa, 1938; Ancla, Santo Domingo, Maeza, 1941; A tu sombra lejana, México, Medea, 1942; Por un movimiento de resistencia nacional, 1949; El cura de Almuniaced, México, 1950 (Col. Aquelarre) (reed. Madrid, Turner, 1979 y Sevilla, Renacimiento, 2005); Veturián, drama en un acto, México, 1951 (Col. Aquelarre); Esta hora de España: Contestación a una encuesta de “Ibérica”, México, Publicaciones de Las Españas, 1957; Cartas de Antonio Machado a Miguel de Unamuno, intr., selección y esbozo biográfico de ~, México, Ed. Monegros, 1957; De pereza mental, 1967; Cartas a las nuevas generaciones españolas, México Finisterre, 1968; Can Girona, Madrid, Al- Borak, 1973; ¡Viva Cristo Ray! y todos los cuentos, Zaragoza, Heraldo de Aragón, 1980; J. Barreiro (ed.), Poesías, Zaragoza, Diputación Provincial, Publicaciones Rolde de Estudios Aragoneses, 2005.
Bibl.: S. Otaola, La librería de Arana. Historia y fantasía, México, Colección Aquelarre, 1952 (reed. Madrid, Ediciones del Imán, 1999); M. Andújar, Grandes Escritores Aragoneses en la Narrativa Española del siglo xx, Zaragoza, Heraldo de Aragón, 1981; E. Fernández Clemente y J. C. Mainer, Introducción a la reedición facsímil de la revista Aragón, México, 1943-1945, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1991; J. Valender y G. Rojo Leyva, Las Españas. Historia de una revista del exilio (1946-1963), México, El Colegio de México, 1999; Las Españas (México, 1946-1950), reed. facs., Madrid, Fundación Pablo Iglesias, 2002; E. Fernández Clemente, Aragoneses en América: 11, El Exilio, Zaragoza, DGA, 2003; J. Barreiro (ed.). Poesías, op.cit.; M. Aznar Soler y J. R. López García (eds.), Diccionario biobibliográfico de los escritores, editoriales y revistas del exilio republicano de 1939, vol. 1, Sevilla, Renacimiento, 2016, págs. 179-181.
Eloy Fernández Clemente