En su juventud, pasó varios años en Galicia. Sus antecedentes políticos son complejos: fue militante socialista, pero abandonó el partido de Pablo Iglesias cuando sus correligionarios intentaron asesinar a su padre, conocido derechista, en un atentado en que resultó muerta la madre de Merino. En 1934 se afilió a la Falange por influencia de José María Alfaro. En esa época obtuvo por oposición una plaza como oficial administrativo, que ocupó sucesivamente en Alicante y Madrid.

En 1935 ganó las oposiciones a Notaría, logrando plaza en Puentes de García Rodríguez (La Coruña), donde se le nombró además jefe local de Falange Española de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalistas (FE de las JONS). Al producirse el alzamiento, se alistó como voluntario, y fue herido. Ocupó entonces la Jefatura Local de La Coruña, y luego la Provincial. Tras la Unificación franquista, se acercó al grupo de conspiradores de Pilar Primo de Rivera y se integró en el Consejo Nacional de la nueva Falange Española Tradicionalista (FET). En 1938, fue destituido como jefe provincial. El 9 de septiembre de 1939, fue en cambio nombrado por Franco delegado nacional de Sindicatos. Desde entonces, comenzó a elaborar un modelo sindical muy ambicioso, lo que le enfrentó a los sectores más conservadores del Régimen franquista. En julio de 1941, aprovechando que se encontraba de viaje de novios, se le acusó de haber pertenecido a la masonería y se ordenó su detención, su cese en la Delegación de Sindicatos, su expulsión de la FET y su deportación a Baleares. Una vez cumplido su forzado destierro, obtuvo plaza como notario en Cerdanyola del Vallés (Barcelona) y se integró en la empresa privada. En los años cincuenta y sesenta fue director gerente de la empresa Motor Ibérica. [...]