Lafuente y Moreno, Domingo Bruno. Zaragoza, 6.X.1813 – Balneario de Villafranca (Cantabria), 24.IX.1887. Monje cisterciense (OCist.), vicario general apostólico, teólogo, catedrático, orador.
Hijo primogénito del matrimonio formado por Justo Lafuente y Baltasara Moreno, nada se sabe de su infancia. Comienzan sus noticias a los dieciséis años en que aparece recibiendo el hábito monástico en Santa Fe (Zaragoza) en 1829. En aquellos tiempos, una decisión así suponía una vocación muy firme y constancia para abrazar y perseverar en la vida monástica.
Hacía pocos años que los monasterios habían salido del período constitucional en el que habían sido suprimidos todos por espacio de tres años, anticipo de otra expulsión definitiva que se hallaba ya a la puerta.
Formado espiritual y culturalmente de manera deficiente, ya que en 1835, cuando tenía veintitrés años, aún no había recibido la ordenación sacerdotal, sufrió las leyes desamortizadoras.
Después de permanecer algún tiempo en casa de sus padres, viajó a Madrid, donde convalidó sus estudios y completó los que le faltaban, recibiendo las órdenes sagradas, incluido el presbiterado, en 1836, en el convento de la Encarnación de la capital de España.
Comenzó a ejercer algunos ministerios, al par que continuó estudiando y especializándose en varias materias, dedicándose a cumplir algunos ministerios.
Así, destaca su licenciatura en Teología, que le era necesaria para acceder a otros puestos de mayor relieve, sobre los cuales no constan detalles. Lo que sí está probado es su competencia oratoria, demostrada en los principales púlpitos madrileños, sobre todo en la Casa Real, para la cual fue nombrado predicador en 1863, según consta en la Tabla de los sermones que se han de predicar a Su Majestad la Reina Nuestra Señora, que Dios Guarde, en la Real Capilla de Palacio. Otro sermón destacado lo tuvo en las honras fúnebres de la reina María Josefa Amalia, el 17 de mayo de 1865.
Continuó varios años prestando servicios en la Corte, sorprendiéndole el nombramiento, por parte de las autoridades de la Orden, con la cual mantenía contacto en 1873, del cargo de vicario general apostólico de la Congregación de los reinos de Aragón y Navarra, cuya misión principal consistía en auxiliar y salir fiador de los monjes exclaustrados de la congregación, y a la vez atender a las religiosas, que en la desamortización no habían sufrido expulsión como los monjes. Por fin aparece como capellán —confesor de las religiosas de Casbas (Huesca)— en 1881.
Hay indicios de que hubiera prestado servicios a otras comunidades de religiosas en distintos puntos de España.
En 1883 pidió el relevo en ese cargo de confesor de Casbas para trasladarse a Santander, obligado por la necesidad de atender su salud quebrantada. No queriendo desperdiciar los servicios que aún podía ejercer, fue nombrado capellán de las carmelitas descalzas de Ruiloba, monasterio próximo, adonde solía ir a tomar las aguas de Alceda. Sin embargo, en vez de recuperar la salud, le sorprendió la muerte en la fecha indicada. Se le dio sepultura en el cementerio de Ontaneda y, cuando se levantó dicho cementerio a mediados del siglo pasado, no fue posible localizar sus restos.
Bibl.: B. Morgades, Historia de Poblet, Barcelona, Talleres Gráficos Rex, 1948, pág. 273; C. García Rodríguez, El Reverendo padre Don Bruno Lafuente y Moreno, último vicario general de la Congregación de la Corona de Aragón y Navarra (1813-1887), t. VIII, s. l., 1956, págs. 206-216; P. Guerin, “Lafuente, Bruno”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. II, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 1265; A. Masoliver, Origen y primeros años de la Congregación Cisterciense de la Corona de Aragón, Poblet (Tarragona), Abadía, 1973, passim.
Damián Yáñez Neira, OCSO