Infante Pérez de Pipaón, Jesús. Logroño (La Rioja), 5.IX.1926 – 11.V.2016. Pintor y escultor.
Nació en la popular Calle Mayor de Logroño en el seno de una familia numerosa. Estudió en la Escuela de Artes y Oficios de la capital riojana, en la que se matriculó en Dibujo con el profesor Jesús Lozano, para luego seguir con la asignatura de Modelado y Vaciado de la mano del profesor Agustín Ballester.
Sus primeros pasos fueron encaminados hacia su faceta de escultor, por lo que muy pronto abrió un taller y empezó a trabajar con materiales como la piedra, el bronce, la terracota e incluso el cartón piedra.
De esta etapa destaca la restitución de la Cabeza en bronce para una escultura de Sagasta, varios retratos, temas más populares como los Gigantes y cabezudos para las fiestas de la ciudad o la restauración de algunas imágenes religiosas como la Virgen de Castejón de la localidad riojana de Nieva de Cameros.
Pasada esta fase escultórica, se centró de lleno en el mundo de la pintura utilizando diversas técnicas, como el óleo, temple, pastel, grabados de aguafuerte y xilografías, pero será la acuarela la técnica con la que se va a sentir más identificado. La aprendió de forma prácticamente autodidacta, pero su continuo perfeccionamiento a lo largo de su dilatada vida artística le llevará a ser un verdadero virtuoso, declarándose “un profesional de la acuarela” en 1970.
Fue miembro fundador de alguno de los colectivos de artistas riojanos que surgieron en Logroño en las décadas de 1950 y 1960, con la intención de crear un ambiente cultural en la ciudad; así perteneció al Grupo Revellín (1957) y al Grupo 8 (1968). Viajero incansable, en busca de nuevos paisajes a los que enfrentarse, sacó la esencia de todos ellos: la belleza de los puertos del Cantábrico, el aspecto abrupto y sugestivo del Pirineo de Huesca, los páramos de Soria o las viñas de La Rioja. Su forma de trabajo fue la pintura directa, no perdiendo la espontaneidad del momento plasmado. Esto puede que sea lo que le imprime un sello especial a sus obras, en las que reduce la realidad a pura transparencia. En 1950 participó en su primera exposición colectiva con otros artistas riojanos en el Salón de Artesanía de Logroño y en 1959 presentó de forma individual una serie de acuarelas en el edificio López Romero de Logroño.
A partir de ahí, una larga lista de exposiciones se suceden, tanto en España (Vitoria, Pamplona, Santander, Madrid o Málaga) como fuera de ella (Ginebra, Bonn, Wiesbaden, París, Oslo o San Francisco).
Su obra pictórica ha sido muy difundida, pudiendo verse algunos ejemplos en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, el Museo de Bellas Artes de Málaga, el Museo de Arte Hispánico de California, el Museo de la Acuarela de la Ciudad de México o incluso en la Embajada de España en Copenhague (Dinamarca), entre otras instituciones. Además ha conseguido importantes reconocimientos, como el Primer Premio del Certamen Nacional de Valladolid en 1975, el Premio Ramón Estalella del Salón de Otoño de Madrid en 1979, el Primer Premio del Certamen Nacional de Acuarela de Madrid de 1987, el nombramiento del Mejor Acuarelista de 1989 según el Correo del Arte de Madrid o el Galardón a las Bellas Artes de La Rioja 2001, que le otorgó el Gobierno de La Rioja. Pertenece a diversas agrupaciones artísticas: la Agrupación Española de Pintores y Escultores de Madrid, la Agrupación de Acuarelistas Españoles de Madrid o la Agrupación de Acuarelistas Vascos de Bilbao, entre otras.
Para entender la visión del autor de sí mismo y de su obra, basta leer un par de declaraciones que hacía en 1969, una para el Diario de Navarra, en la que decía: “No pertenezco a ninguna escuela. Mi pintura es espontánea. Para mi el arte es belleza, equilibrio en la estética”, y otra para la Gaceta del Norte: “El acuarelista pinta con manchas. Hay que ver las cosas con los ojos de la simplificación, retirando los elementos que no interesan en el paisaje para dar con la esencia de estas mismas cosas”. Sus referentes preferidos entre los acuarelistas históricos son Turner y Fortuny, aunque también valora la delicadeza y elegancia de Van Dyck.
El 3 de mayo de 1956 se casó con la escultora y profesora de piano Elena Sáenz López, a la que había conocido durante sus años de estudiante, con la que tendrá tres hijos: Esperanza, María Higinia y Juan Cruz.
Además de su faceta artística, fue profesor mercantil, compaginando ambos trabajos durante un tiempo.
Obras de ~: Restauración de la Virgen de Castejón, 1960; Cabeza de Sagasta, 1960-1970; Marina, 1972; Robles y hayedos en otoño, 1973; Campos de Salamanca, 1973; En Andalucía, 1975; Campos de Alpujarras, 1976; Bañistas, 1977; Palacio de Espartero, 1982; Cardos silvestres, 1987; Humo, 1989; Nieve en Lumbreras, 1990; Portada de San Bartolomé, 1995; Viñas de Monte Corvo, 1999.
Bibl.: M. Pérez, 25 artistas riojanos, Logroño, Consejería de Educación, Cultura y Deportes, 1987; I. Gil-Díez Usandizaga, Las Artes Plásticas en La Rioja (1939-1980), Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1990; J. L. Labandibar, 1950-1990. Cuarenta años de Artes Plásticas en La Rioja a través de sus grupos históricos, Logroño, Consejería de Educación, Cultura y Deportes, 1989; 1950-1990. Cuarenta años de Artes Plásticas en La Rioja a través de sus individualidades históricas, Logroño, Consejería de Educación, Cultura y Deportes, 1990; El arte en La Rioja, años 1950-1990, Logroño, Consejería de Educación, Cultura, Deportes y Juventud, 1994, 2 vols.; VV. AA., Arte Riojano para el 2000. La Rioja como paisaje, catálogo de exposición, Logroño, Cultural Rioja, 1998; Jesús Infante. Galardón a las Bellas Artes de La Rioja 2001, Logroño, Consejería de Educación, Cultura, Juventud y Deportes, 2001.
Cristina Sáenz de Pipaón Ibáñez
