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Gabriele Casati

Biografía

Casati, Gabriel. Milán (Italia), p. s. xvi – Milán (Italia), 1569. Jurista, regente del Consejo de Italia.

Letrado milanés, nombrado regente del Consejo de Italia en 1559. Su nombramiento respondió a un momento de cambio y de fuertes tensiones en la magistratura lombarda debido a las reformas que Felipe II quería llevar a cabo en los tribunales ducales, en paralelo a las que también se estaban realizando en Sicilia.

Las visitas emprendidas en los territorios italianos tenían que ver con un nuevo modelo de gobierno en el que el papel de los togados era fundamental para contrarrestar y complementar los poderes demasiado autónomos de gobernadores y virreyes. La chispa que encendió el conflicto fue la rivalidad existente entre los secretarios de la cancillería y los secretarios del gobernador, un problema de competencias que manifestó la dificultad de unos poderes con otros, pues se podía paralizar el Gobierno y la Administración.

Durante el tiempo que permaneció en el Consejo de Italia, Casati mantuvo la doctrina de que la función del nuevo organismo creado por el Rey era vigilar la actividad de los gobernadores, favorecer a las magistraturas italianas y reforzar el patronazgo del Rey, reduciendo la autonomía de las cortes viceregias. Toda decisión tomada allí debía ser confirmada en la Corte previa consulta con el Consejo.

En los años que permaneció en Bruselas y en Castilla al servicio del Rey recibió diversas gracias y mercedes, como los bienes incautados a Bernardino del Conde en 1561 o los que poseía Bautista Guastaldo en Pavía. En 1562, Casati viajó a Milán, portando una orden secreta que le facultaba para inspeccionar e informar de todo “lo que viere” en su tierra, continuando de forma soterrada y secreta la visita. Cuando ya se instaló en Milán, fue autorizado por el Rey para entrar en el Consejo Secreto —con voz y voto— con poder para revisar muy atentamente las cuentas y los gastos del Gobierno. El duque de Sessa se encontró con que los regentes milaneses del Consejo, Barahona y Casati, se hallaban en Lombardía fiscalizándole. Si bien la situación era incómoda para él, también ofrecía una ventaja: podía cuestionar la utilidad de un consejo cuyos miembros en vez de asistir al Rey se dedicaban a inspeccionarle in situ y que tenían más interés por controlar la vida local que por servir a la Monarquía. Los hechos confirmaron su pronóstico, Barahona fue nombrado gran canciller y tardó muy poco en solicitar para su amigo Casati una presidencia de magistrados, y fue elegido como magistrado ordinario el 26 de febrero de 1563. Sessa pudo entonces establecer una relación más fluida con la Corte situando hechuras en el Consejo, pero la debilidad de su protector en la Corte, Eboli, y los obstáculos interpuestos por el secretario Vargas combinados con sus aliados Barahona y Casati le obligaron a renunciar.

No obstante, la permanencia de los regentes fuera del Consejo no pudo mantenerse y en 1565 la plaza de Casati en el Consejo de Italia fue ocupada por Giulio Claro mientras que Casati recibía el nombramiento de presidente del Senado de Milán por orden de Felipe II dada en el bosque de Segovia el 1 de septiembre de 1565. Falleció en el ejercicio de tan alta dignidad en Milán en el año 1569, probablemente en verano. Ese mismo año su viuda Catalina recibió del soberano —por indicación del Consejo de Italia— una pensión de 100 escudos de por vida.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, secc. Secretarías Provinciales, Informe del Consejo de Italia sobre la Visita encubierta, 1 de mayo de 1563, lib. 1155, fol. 36v.; Petición para promoverle a una magistratura milanesa, 11 de Agosto de 1562, leg. 1792, fol. 37; Concesión de la pensión a Catalina de Casati, 1337, fols. 326v.-328r.

U. Petronio, Il Senato di Milano, Milano, Giuffrè, 1971; M. Rivero Rodríguez, Felipe II y el gobierno de Italia, Madrid, Sociedad Estatal para las Conmemoraciones de Carlos V y Felipe II, 1998; A. Álvarez-Ossorio Alvariño, Milán y el legado de Felipe II: Gobernadores y Corte provincial en la Lombardía de los Austrias, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2001.

 

Manuel Rivero Rodríguez