Ibn Aḥlà: Abū ‘Abd Allāh Muḥammad b. ‘Alī b. Aḥlà al-Anşārī. Lorca (Murcia), 1184-1185 – 5.XII.1247. Místico, teólogo y gobernante en Lorca.
Descrito como de origen muladí (indígena converso) y de noble estirpe, fueron sus antepasados los que se convirtieron al islam y conservaron propiedades en la zona de Lorca. El apelativo al-Anṣārī que se le atribuye no remite, por tanto, a los Anşār (Defensores) del Profeta (miembros de las tribus árabes de Aws y Jazraŷ que ayudaron al profeta Muḥammad en Medina), sino que responde a una práctica seguida en al-Andalus, según la cual quienes ayudaban a la religión musulmana podían ser llamados o llamarse al-Anṣārī (el Defensor).
Entre los maestros de Ibn Aḥlà se cuentan destacados sabios religiosos, como Abū l-Jaţţāb b. Wāŷib, Ibn Sa‘āda e Ibn ‘Āt, así como los sufíes al-Šawḏī e Ibn al-Mar’a al-Awsī (este último maestro del famoso místico Ibn Sab‘īn). Por las enseñanzas que recibió de al-Šawḏī, especialmente la relativa a la “unidad absoluta” (al-waḥda al-muţlaqa), Ibn Aḥlà aparece en algunas fuentes denunciado como heterodoxo. Sus doctrinas, consideradas heréticas, fueron refutadas por uno de sus biógrafos, Ibn al-Zubayr, en dos obras, en las que acusaba a Ibn Aḥlà de declarar lícito el vino, de permitir el matrimonio con más de cuatro mujeres y de liberar al verdadero sabio de las formalidades de la ley religiosa. De esas acusaciones le defiende otro biógrafo, Ibn ‘Abd al-Malik al-Marrākušī.
Ibn Aḥlà es uno de los representantes de la vertiente política del sufismo. En un primer momento, parece haberse dedicado a la enseñanza restringida a unos pequeños círculos, pero algunas de sus doctrinas se difundieron y fue convocado entonces a Murcia, donde fue encarcelado. Al quedar libre, regresó a su ciudad natal, Lorca, y allí se hizo con el poder.
Entre sus partidarios hizo gala de una extremada justicia e imparcialidad, no así con los que se le oponían, a quienes persiguió con gran saña. Tal y como ha escrito J. M. Puerta Vílchez —a quien debemos el estudio más completo hasta la fecha sobre este personaje—, las fuentes (ya sean contrarias o favorables) lo describen como buen gobernante: “Modesto, de buen trato, muy diligente y acertado en asuntos mundanos, generoso, cumplidor, paciente, honesto, además de extremadamente prudente en su comportamiento: no profundizaba en sus creencias con quien no debía, daba siempre la razón a quien la tenía, no disminuía el rango de nadie en presencia suya y mantuvo siempre a sus hijos, a sus allegados y a la minoría de lorquinos que le seguían en un mismo nivel. Con tales actitudes y habilidades, Ibn Aḥlà consiguió mantener y mejorar la situación material de los habitantes de Lorca”, atrayéndose a los humildes y a los ignorantes por su bondad y justicia, sin que se diesen cuenta de sus innovaciones heréticas. La fama de Ibn Aḥlà atrajo a muchos estudiantes a Lorca que deseaban aprender de él. La gran equidad (taswiya) que se le atribuye en el ejercicio del gobierno se asocia también a otros gobernantes de la época, como al rebelde de época nazarí, Yūsuf al-Mudaŷŷan, quien quería llenar la tierra de justicia allí donde antes había injusticia.
En general, este tema de la justicia suele aparecer en relación con rebeliones mesiánicas. Las fuentes no dicen, sin embargo, que Ibn Aḥlà se proclamase mesías o mahdī.
Ibn Aḥlà combatió a los cristianos tanto verbal como militarmente cuando éstos se hicieron con Murcia en 1243, aunque al final tuvo que pactar con ellos para mantener su pequeño estado. A su muerte, sus seguidores continuaron propagando sus doctrinas, llegando alguno a enseñar su exégesis del Corán en la mezquita aljama de Lorca. Otros seguidores se trasladaron a Murcia.
El nombre de Ibn Aḥlà debe ser añadido, pues, a una larga lista de personajes que combinaron sus inclinaciones sufíes con la actividad política. El caso más conocido es el de Ibn Qasī, quien se rebeló en el Algarve al mando de sus novicios a comienzos del siglo XII. Más tarde, se rebeló en Alcira contra Ibn Mardanīš (1147-1172), al final de su gobierno, un personaje llamado Abū Bakr Aḥmad b. Muḥammad b. Ŷa‘far b. Sufyān al-Majzūmī (m. d. 1170), quien acabó sometiéndose a la obediencia de los almohades.
Este al-Majzūmī era conocido por al-‘Abid, el Piadoso, a causa de su devoción, orientada hacia el abandono de bienes y las obras caritativas. Para P. Guichard, los casos de Ibn Sufyān e Ibn Aḥlà dan un contexto de religiosidad popular muy teñida por el sufismo, de la que tenemos constancia en otras zonas de la región murciana, por ejemplo, en el valle de Ricote, donde los habitantes, según Ibn al-Jaṭīb, seguían la doctrina mística extremista de la “unidad absoluta”. Fue en ese valle donde surgió hacia 1224 el movimiento de Ibn Hūd al-Mutawakkil contra los almohades, siendo los elementos más humildes de la población los que le siguieron. El caso de Ibn Aḥlà debe ser entendido en este contexto.
Obras de ~: al-‘Aqīda al-kubrà (El credo mayor), al-‘Aqīda al-şugrā (El credo menor), Ijtişār al-taḏkira (Resumen de El recordatorio), al-Taḏkira (El recordatorio), poemas.
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Maribel Fierro