Samano, Juan de. ?, s. xv – XII.1558. Secretario del Consejo de Indias.
La relación de Juan de Samano con los asuntos indianos se iniciaba en 1513, cuando ingresaba como oficial en la secretaría de Lope de Conchillos. Su cercanía a éste le proporcionaba la concesión de una serie de mercedes, como la escribanía de la villa de Trinidad en Cuba o la de Puerto del Rey en la isla Fernandina en enero de 1516, en cuya tramitación pudo influir la habilidad falsificadora de Conchillos. Pero, sin duda, el mayor beneficio para Samano se derivaba del desempeño de su propio oficio, puesto que esta actividad le permitía entrar en contacto con Francisco de los Cobos, quien accedía a la Secretaría de Indias en 1518.
Las ausencias de Cobos, quien acompañaba al Rey en sus viajes, motivaron que tuviese que designar a personas de su confianza para el desempeño de los trabajos correspondientes al secretario de Indias. Así, en mayo de 1520, con motivo de la coronación de Carlos I en Alemania, disponía que se encargasen de estas cuestiones su primo Pedro de los Cobos y Juan de Samano. La marcha del primero propiciaba que Samano asumiese en solitario esta labor. Su conocida pertenencia al grupo clientelar de Francisco de los Cobos motivaba que sufriese diversas represalias por parte de la Junta durante la revuelta comunera. Sin embargo, el secretario también supo recompensar a su protegido con la concesión de diversas mercedes, como la Escribanía Mayor de la Gobernación de Nueva España (1524), competencia que se hizo extensiva hasta los territorios de Tierra Firme (1528) y, por último, hasta el estrecho de Magallanes (1534).
De igual modo, asumía la Secretaría de la Audiencia de México en 1527.
Cuando, en 1529, Cobos acudía a Italia integrado en el séquito de Carlos V, Samano volvía a recibir comisión para encargarse de los asuntos de las Indias junto al secretario de la Emperatriz Juan Vázquez. En esta ocasión, también acompañaba al Emperador García de Loaysa, presidente del Consejo de Indias, quien permanecía apartado del desempeño del cargo hasta 1533. La presidencia interina recaía en el conde de Osorno, pero era Juan Pardo de Tavera quien aprovechaba la marcha de Loaysa para incrementar considerablemente su influjo sobre los temas indianos y en el propio Consejo a través de la promoción al cargo de consejeros de algunos de sus clientes. Cobos era informado detalladamente por Samano de los enfrentamientos mantenidos entre el presidente interino y Tavera en relación con las intromisiones de éste último en los asuntos de Indias, así como de las actividades ilícitas y la corrupción que desarrollaban algunos consejeros como Rodrigo de la Corte o Diego Beltrán. Su fidelidad alcanzaba a ocuparse de velar por los intereses económicos de su protector, puesto que tenía encomendada la cobranza de las rentas que éste percibía procedentes de las minas de sal o del oficio de fundidor y marcador. En premio a sus servicios, Cobos intervenía para que le fuese concedido el envío de cien esclavos de raza negra a las Indias. También procuraba que Samano y su esposa, Juana Castrejón, integrasen la selecta nómina de amistades para quienes el secretario obtuvo diversas indulgencias en la entrevista que mantuvo con el papa en enero de 1530.
La firma del Tratado de Zaragoza (1529) ponía fin a la disputa mantenida entre Carlos V y el monarca portugués en relación con el contencioso surgido por la posesión y propiedad de las islas Molucas. La necesidad de obtener fondos para sufragar las campañas bélicas determinaba la decisión del Emperador de vender estos territorios al rey luso. Así pues, Samano recibía el mandato de acudir a Lisboa para cobrar la cantidad de dinero establecida en esta transacción. De esta manera se ponía fin a un enfrentamiento que había enturbiado las relaciones entre ambas instancias desde que Juan Sebastián Elcano culminase el proyecto trazado por Magallanes. En este sentido, las reclamaciones de la madre de Elcano sobre el cobro de ciertas mercedes y salarios concedidos a su hijo, cuya muerte no estaba probada, hicieron que el testimonio de Samano fuese requerido en mayo de 1534. El secretario afirmaba conocer la concesión vitalicia realizada al mismo por un valor de 500 ducados como recompensa por haber retornado con la nao Victoria.
La confianza con la que le distinguía el Emperador a causa de su vinculación a Francisco de los Cobos se vio incrementada en los años siguientes, cuando Samano volvía a asumir la secretaría del Consejo de Indias con motivo de las ausencias de su protector, quien acudía junto a Carlos V a la expedición de Túnez y, posteriormente, a la campaña de Niza. De este modo, las distinciones para Samano se fueron incrementando, puesto que recibía en sus posesiones al emperador en su camino hacia la celebración de las Cortes de Monzón de 1537. Asimismo, al año siguiente, recibía la merced compartida con los consejeros Diego Beltrán, Suárez de Carvajal y Mercado de Peñalosa de todo el alumbre procedente de Nueva España y Nicaragua, salvo el diez por cierto que se reservaba la Hacienda Real.
No obstante, su encumbramiento definitivo llegaba en 1539, cuando Cobos asumía su incapacidad de poder atender las múltiples ocupaciones que tenía encomendadas y delegaba en Samano la secretaría del Consejo de Indias. El 10 de noviembre de dicho año recibía nombramiento como secretario real. En el cumplimiento de sus funciones, fue el encargado de refrendar las Ordenanzas del organismo promulgadas en Barcelona el 20 de noviembre de 1542. Las irregularidades detectadas en el seno de la institución habían motivado que el propio Emperador decidiese poner freno a las mismas a través de reglamentar su funcionamiento. Para iniciar este proceso, encargaba al regente Figueroa la realización de una visita que señalase a los implicados en estas prácticas. Entre éstos, Juan de Samano resultaba culpado de haber aceptado regalos de quienes tenían negocios en los que intervenía el Consejo. En su descargo, el secretario adujo su inexistente influencia en la marcha de los asuntos propios del organismo, puesto que su labor se limitaba a escribir aquello que le era ordenado, por lo que estas dádivas no se podían considerar un soborno. Sin duda, la protección de Francisco de los Cobos favorecía que Samano quedase absuelto de los cargos presentados en su contra. De esta manera, continuaba vinculado a la secretaría del Consejo, situación que fue ratificada por el propio Carlos V en las Instrucciones dadas al príncipe Felipe fechadas en Barcelona el 1 de mayo de 1543.
Producido el fallecimiento de su protector, de quien Samano fue albacea testamentario, el secretario lograba mantenerse vinculado a su cargo en el Consejo de Indias hasta que se producía su propia muerte en diciembre de 1558. Caballero de hábito, pasaba a recibir la ayuda de Ochoa de Luyando como oficial de su secretaría en 1554, quien ya había sustituido a Samano en el Registro de Juros de la Contratación en 1546. Asimismo, este oficial asumía el tratamiento de los asuntos indianos por encargo de la princesa doña Juana tras el óbito de Samano. No obstante, el nombramiento como nuevo secretario del Consejo de Indias recaía en Francisco de Eraso.
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Henar Pizarro Llorente