Fernández de Córdoba y de Velasco, Francisco. Conde de Alcaudete (IV). Alcaudete (Jaén), 1562 – Madrid, 6.I.1632. Alcaide, mayordomo real, caballero de Santiago, consejero de Estado, gobernador de Orán y Tremecén.
Nació en Alcaudete en 1562. Fue el último miembro de la estirpe de los Fernández de Córdoba, hijo de Alfonso Fernández de Córdoba y de Velasco, II conde de Alcaudete, quien había centrado sus servicios a la Monarquía en el control de las plazas norteafricanas, así como en el gobierno de Navarra, y de Francisca de Mendoza y Carvajal.
Según explica Fernández de Bethencourt, “habíase primero llamado don Francisco de Mendoza, cuando en vida de su hermano mayor le fundó mayorazgo, en la cuna todavía, con imposición de este grande apellido y de sus armas, su tío materno don Francisco de Mendoza y Carvajal, señor de Estremera y Valdaracete, también comendador de Socuéllanos en 1563, pero habiendo él heredado la casa de Alcaudete pasó dicho mayorazgo, con ella incompatible, al tercero de sus hermanos [...] y él se llamó de nuevo Córdoba y Velasco”. Lo cierto es que la temprana muerte de su hermano mayor a los diecinueve años hizo que recayese en Francisco toda la herencia.
Habiendo sucedido en el título nobiliario de conde de Alcaudete, volvió, como era tradición en la familia, al mando de las plazas africanas, las cuales gobernó entre 1599 y 1604, y fue, por consiguiente, el cuarto miembro de esta casa que obtenía dicho cargo de manera sucesiva.
Más adelante ascendía en el cursus honorum administrativo de la Monarquía hispánica y era nombrado miembro del Consejo de Estado el 6 de marzo de 1629, se le hizo la merced de la encomienda que gozaba al nieto que tuviere, así como de conservarlo en todos los cargos junto al infante don Carlos hasta el final de sus días. Asimismo, su mujer era perpetuada en los oficios cortesanos también hasta su muerte.
Contrajo matrimonio en Valladolid, cuando la Corte residía en esa ciudad, con Ana Pimentel de Herrera y Manrique, hija mayor de Pedro Pimentel y Herrera, I marqués de Viana, y de María Manrique de Lara, hija de Elvira Enríquez de Córdoba y de Pedro Fernández Manrique, IV conde de Osorno. Fue su mujer heredera de los mayorazgos paternos tras la muerte de su hermano primogénito y a la sazón sucesora como marquesa de Viana, así como en los señoríos de las villas de Allariz, Milmanda, El Bollo, Alpúas y Aguiar, posesiones todas que acabaron en manos del IV conde de Alcaudete.
Francisco fue el último varón primogénito de la rama mayor de esta línea de la casa de Córdoba, al no dejar herederos masculinos, de manera que esta estirpe de los Fernández de Córdoba pasaba a su nieta, Ana Mónica de Córdoba Pimentel y Zúñiga, a la que se refiere Jerónimo Gascón, en su Gaceta y nuevas de la corte de España desde el mes de marzo de 1617 en adelante, del siguiente modo: “Es de los mayores casamientos que hoy se conocen en España, por tener 50.000 ducados de renta”. Esto indica el potencial económico y social que había alcanzado la casa de Alcaudete al final de su dilatada historia. La nieta del conde de Alcaudete, merced a su matrimonio con Duarte Fernando Álvarez de Toledo Portugal, conde de Oropesa, conseguía finalmente que el hijo de ambos, el célebre primer ministro y valido de Carlos II, Manuel Joaquín García Álvarez de Toledo y Portugal, heredase ambas casas, la de Alcaudete y la de Oropesa, las cuales, con el tiempo, acabaron en la casa de Frías.
Bibl.: F. Fernández de Bethencourt, Historia Genealógica y Heráldica de la Monarquía Española, t. IX, Madrid, Imprenta de Jaime Ratés, 1905, págs. 307-309; F. Fernández de Córdoba, “Historia de la Casa de Córdoba”, en Boletín de la Real Academia de Córdoba (1954-); J. Gascón de Torquemada, Gaceta y nuevas de la corte de España..., Madrid, Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, 1991; R. Molina Recio, La nobleza española en la Edad Moderna: los Fernández de Córdoba. Familia, riqueza, poder y cultura, tesis doctoral, Universidad de Córdoba, Facultad de Filosofía y Letras, 2003.
Raúl Molina Recio
