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Antonio Carnero Trogner

Biografía

Carnero Trogner, Antonio. Bruselas (Bélgica), 1568 – ¿Madrid?, XI.1661 post. Secretario de la Cá­mara de Castilla, caballero de la Orden de Santiago.

Hijo de Alonso Carnero, natural de Madrid, y de la valona Ana Trogner, desposados en Amberes. Su padre estuvo destinado en Flandes, donde fue con­tador principal de los ejércitos hispánicos entre 1584 y 1595. Un sobrino de Alonso Carnero, también de nombre Antonio, servía como administrador en la casa del conde de Olivares, hasta que en 1584 fue a ayudar a su tío a Flandes. Allí fue contador del ejér­cito (1587-1589) y tras ocupar varios cargos en Es­paña y en Milán regresó a Bruselas y publicó una His­toria de las guerras de Flandes. Otro hijo de Alonso Carnero y de Ana Trogner sirvió en Italia como ca­ballerizo del duque de Medina de las Torres, y poste­riormente fue secretario del Consejo de Italia y ayuda de cámara del Rey.

Antonio Carnero y Trogner inició su carrera admi­nistrativa de secretario en Flandes, hasta que en 1621 consiguió entrar al servicio de Baltasar de Zúñiga, por aquel entonces privado del nuevo Monarca. Zúñiga murió al siguiente año, y el conde-duque de Oliva­res le sucedió en la privanza, absorbiendo a buena parte de sus subordinados, entre ellos Francisco de Alviz y Antonio Carnero. Este último llegó a ser, con los años, su secretario particular y hombre de mayor confianza, convirtiéndose en una especie de privado del privado del Rey. Efectivamente, a finales de 1626 su nombramiento de ayuda de cámara de Felipe IV despertó los recelos del nuncio, quien señalaba que además de tener libre acceso a cualquier hora a los aposentos reales, progresaba cada vez más en la pri­vanza del conde-duque de Olivares. A lo largo de más de veinte años, Carnero obtuvo, por encima de cual­quier otro secretario, la máxima confianza del famoso privado, y sólo a él le confiaba la redacción de las car­tas y memoriales más comprometidos, de modo que llegó a conocer los más íntimos secretos de su amo. En alguna ocasión, Carnero se halló entre los pocos personajes con acceso a delicados asuntos de gobierno de los que quedaban al margen los mismos consejeros de Estado. Según F. Benigno, Carnero fue uno de los más directos colaboradores del privado, y junto con José González, formaban el más poderoso trío de dei­dades inaccesibles.

Para corresponder a su lealtad, Olivares le colmó de favores. Le hizo nombrar secretario del Rey y ca­ballero de la Orden de Santiago (1632), y le conce­dió prebendas que, con mucho, sobrepasaban su salario ordinario, como, por ejemplo, el asiento en el Concejo municipal de Madrid (1640). En su calidad de primer secretario del privado, su integridad fí­sica corrió peligro en algunas ocasiones. En enero de 1642 tuvo que salir, por orden del Rey, tras la prin­cesa de Carignano que pretendía huir hacia Portu­gal; la alcanzó en Carabanchel y el hijo de la fugitiva esgrimió su espada contra él. A mediados de julio siguiente, resultaba Carnero herido levemente por una bala perdida, cuando en Molina de Aragón Fe­lipe IV pasaba revista a sus tropas y Carnero acom­pañaba al conde-duque dentro del coche del mar­qués de Salinas.

A pesar de la caída en desgracia del conde-duque de Olivares, a quien tantos y tan estrechos lazos unían a Carnero, no zozobró por ello su carrera política. Se le apartó de la correspondencia secreta del Rey, pero mantuvo el cargo de secretario del Consejo de Cámara de Castilla, última prebenda que su protec­tor tuvo tiempo de otorgarle a finales de enero de 1643 (la noche anterior, siendo inminente la caída del privado, la pasó en los aposentos del conde-du­que, ayudándole a quemar lo más comprometido de su archivo). Desterrado Olivares en Toro, Carnero se convirtió en uno de los pocos allegados que le visitaban asiduamente y le informaban de la evolución política internacional, y al final de sus días (febrero de 1645) llegó incluso a interceder ante el nuevo pri­vado Luis de Haro para que le permitiera ir a morir a sus estados de Loeches. Con Haro desempeñó posteriormente diversos altos cargos, llegando a ocupar la Secretaría de Estado entre octubre de 1660 y el 23 de noviembre de 1661, fecha en que se suprimió di­cha Secretaria.

Se casó en Madrid, con Ana María de Zárate, y fue­ron padres de once retoños, entre los que destacaron Alonso y Antonio Carnero y López de Zárate. El pri­mero fue señor de Chapinería, regidor perpetuo de Ávila y ministro del Consejo y Cámara de Indias, ade­más de caballero de la Orden de Santiago en 1653. El segundo, también santiaguista (6 de septiembre de 1658), se casó con la granadina Inés de Torres. Estos últimos fueron padres de Antonio Carnero de Torres, caballero de Calatrava, que de Antonia María de la Mata fueron progenitores de otros dos caballeros de Calatrava, Alonso y Nicolás (1661). El primero de ambos hermanos fue secretario de Estado y de Flan­des con Carlos II (1689-1690) y dejó escrito el tra­tado Formulario de lo que debe observar un Secretario que lo fuere de Estado...

 

Bibl.: Cartasde algunos padres de la compañía de Jesus sobre los sucesos de la monarquía entre los años de 1634 y 1648, en Real Academia de la Historia, Memorial Histórico Español, t. XVI, Madrid, Imprenta Nacional, 1861-1866, pág. 298, págs. 239 y 433; t. XVIII, págs. 132, 146 y 169; V. Vignau y F. Uhagon, Índice de pruebas de los caballeros que han vestido el hábito de Santiago desde el año 1501 hasta la fecha, Madrid, Est. Tipográfico Viuda é Hijos de M. Tello, 1901, pág. 67; Ín­dice de pruebas de los caballeros que han vestido el hábito de Ca­latrava, Alcántara y Montesa desde el siglo xvi hasta la fecha, Ma­drid, Est. Tipográfico de la Viuda é Hijos de M. Tello, 1903, pág. 27; A. y A. García Carraffa, Enciclopedia heráldica y genealógica hispano americana, XX, Madrid, Imprenta Anto­nio Marzo, 1926, pág. 215; J. A. Escudero, Los secretarios de estado y del despacho, Madrid, Instituto de Estudios Adminis­trativos, 1969, pág. desplegable y 483 n. 1.673; F. Benigno, La sombra del rey, Madrid, Alianza Editorial, 1994, págs. 198 n. 3 y 210 n. 46; J. H. Elliott, “Unas reflexiones acerca de la privanza española en el contexto europeo”, en Anuario de Historia del Derecho Español, LXVII-II (1997), págs. 885-899 (espec., pág. 895); El conde-duque de Olivares, Barcelona, Gri­jalbo Mondadori, 1998, págs. 96, 173, 326-327, 522, 614, 695, 711, 725-726, 730-731 y 760 n. 64; A. Esteban Estrin­gana, Guerra y finanzas en los Países Bajos Católicos. De Farne­sio a Espínola (1592-1630), Madrid, Ediciones del Laberinto, 2002, págs. 71.

 

Manuel Güell Junkert­

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