Cagigal de la Vega y Martínez Niño, Juan Manuel. Cádiz, 1.II.1757 – Guanabacoa (Cuba), 26.XI.1823. Teniente general, gobernador.
Juan Manuel de Cagigal era el segundogénito de los bejaranos Felipe Cagigal de la Vega y Niño, III marqués de Casa Cagigal, capitán general de Extremadura y del Consejo de Guerra, y de Teresa Mac Swing (o Mac Suini o Manzini, e incluso Orcusini, según sean las fuentes) y Pacheco, por lo que parece que los hijos castellanizaron el primer apellido materno. Procedía de una de las familias más ilustres y de raigambre militar de España, muchos de cuyos miembros habían sido insignes hombres de armas y políticos de gran importancia, algunos de los cuales pasaron a Cuba con su tío abuelo Francisco Antonio Cagigal de la Vega, que fue virrey interino de Nueva España. Sin duda, esta posición social posibilitó que a una edad muy temprana entrara en el ejército. En concreto, ingresó el 8 de mayo de 1767 como cadete del Regimiento de Infantería de Asturias, pero como capitán, rango de entrada reservado sólo a los hijos de ilustres militares emparentados con las casas nobiliarias más significativas del país y a cuyo mando se hallaba por aquel entonces como coronel del mismo su padre.
Sirvió durante doce años en este regimiento, ascendiendo sucesivamente en el escalafón militar. Así, el 11 de septiembre de 1772, en La Coruña, recibió el despacho de subteniente, graduación equivalente a la actual de alférez, y seguidamente a teniente graduado, el 14 de mayo de 1776. Embarcó en Cádiz el 13 de noviembre de ese año, formando parte de la expedición a la América del Sur, mandada por el teniente general Pedro de Cevallos, primer virrey del Plata y asistió en febrero de 1777 a la rendición de la isla de Santa Catalina, primer objetivo de dicha expedición, cuya importancia demostraban los siete fuertes que la defendían, siendo promovido a teniente vivo, el 19 de marzo de 1777. Tras la toma de Santa Catalina, embarcó con su unidad para Montevideo, donde reembarcó para la Colonia de Sacramento, objetivo principal de la expedición, en cuyo asedio y ocupación tomó parte. Después embarcó para Maldonado, desde donde marchó para Río Grande. En junio, se suspendieron las hostilidades, por lo que su marcha se detuvo en el fuerte de Santa Teresa. De allí fue a Montevideo, donde embarcó para retornar a la metrópoli, en abril de 1778. El 26 de octubre siguiente, recibió el grado de capitán.
Fue entonces cuando, el 12 de febrero de 1779, se le trasladó al Regimiento de Zamora para seguir su formación, con el que participó en el bloqueo de Gibraltar cuando estalló la guerra con Inglaterra, hasta que el 10 de noviembre de 1781 se le destinó nuevamente a América, ascendiendo a capitán de fusileros, el 2 de diciembre siguiente. Ese año se había conquistado Panzacola, con la consiguiente recuperación de la Florida, por las fuerzas al mando de Bernardo de Gálvez, y se había decidido la conquista de Jamaica, por una fuerza combinada hispano-francesa, mandada también por dicho general.
Con la finalidad de servir a las órdenes de Bernardo de Gálvez, el 1 de enero de 1782, embarcó Cagigal en Cádiz, con su regimiento, para Cap Français, actual Cap Haitien (Haití), en la ensenada del Guarico, zona de acantonamiento de la fuerza combinada. Pero una derrota previa de la Escuadra francesa por la inglesa, en el mar de las Antillas, impidió su reunión con la española, en la forma prevista y quedó abortada dicha operación. Habiéndose firmado la paz el 20 de febrero de 1783, embarcó con su regimiento un mes más tarde para La Habana, donde su tío Juan Manuel de Cagigal y Montserrat, hijo de Francisco Antonio Cagigal de la Vega y primo hermano de su padre, era entonces capitán general de Cuba. Quedó cuatro meses más en la capital cubana hasta que volvió a embarcar con su regimiento con destino al virreinato de Nueva España, donde el 1 de enero de 1784 recibió el grado de teniente coronel. Tras permanecer tres años en México volvió a La Habana, donde estuvo otros dos años más, hasta que regresó, con su unidad, a la Península en 1789.
El 12 de agosto de 1791 alcanzó el grado de sargento mayor del regimiento. Al comenzar la guerra contra la Primera República Francesa participó en la misma con su unidad, encuadrada en el Ejército de Navarra y Guipúzcoa, desde el 13 de agosto de 1793.
Tuvo el mando de la organización defensiva de los puertos de Izpegui y Verderiz, cubriendo el puerto de Valcarlos y guarneciendo el valle de Baztán y, finalmente, mandó el reducto que cubría las alturas de Vera de Bidasoa, ejerciendo la sargentía mayor de la columna de granaderos y cazadores de su ejército.
Con su formación y en esta situación, así como su impecable hoja de servicios, obtuvo de manera prácticamente consecutiva, entre abril y julio de 1794, dos ascensos, primero como coronel y luego como comandante del tercer batallón de su regimiento.
Cuando la ofensiva francesa, fue atacado en el reducto de Comissary, cayendo herido y prisionero el 25 de julio de dicho año. Permaneció en Francia un año y un mes hasta que pudo regresar a España una vez finalizada la guerra, siendo ascendido a brigadier de infantería en la promoción general del 4 de septiembre de 1795, lo que le llevó inmediatamente a comandar su regimiento.
El 28 de septiembre de 1796 fue nombrado teniente coronel del regimiento de infantería de Voluntarios del Estado, con el que asistió a la defensa de Cádiz durante el bombardeo de esa plaza por los ingleses, el 3 y 5 de julio de 1797.
Siguió realizando diferentes estudios y preparación técnica en estados mayores peninsulares hasta que, finalmente, el 15 de junio de 1799 se le concedió un destino político-militar de gran relevancia, como fue el de comandante del Batallón Veterano de Infantería de Caracas, en Venezuela, que también incluía el cargo de teniente de rey y subalterno militar del gobernador y capitán general de Venezuela. En este empleo de gran trascendencia, equivalente a gobernador de la capital y segundo jefe de la Capitanía General, le correspondía ejercer el poder político y militar, en caso de ausencia o enfermedad del capitán general, y le posibilitó para hacerse cargo de la presidencia de la Audiencia, el máximo tribunal de justicia, durante las frecuentes ausencias del titular, adquiriendo de este modo una gran experiencia política. Ahora bien, aunque la responsabilidad en este empleo era grande, no lo hacía como cabeza visible, hasta que finalmente el 12 de enero de 1804 —siete meses antes de que le fuera concedida la Real licencia para contraer matrimonio con María de la Concepción Escandón y Bustamante, residente en Cádiz, de donde era natural—, fue nombrado gobernador militar y político e intendente de la provincia de Cumaná, en Venezuela. Sus tratos en el cargo anterior con la élite local, su excelente predisposición al consenso y sus amplios apoyos militares y políticos, en España y en las colonias, fueron sus grandes valedores en este ascenso de gran importancia estratégica. En efecto, la provincia de Cumaná se había convertido en un baluarte de gran importancia desde que en 1799 la Isla Margarita hubiera sido tomada por los ingleses. Esto revolucionó el mapa geoestratégico de la zona, pues dejaba a Venezuela con difíciles comunicaciones hacia el exterior por mar. La creación, en 1777, de la Capitanía General de Venezuela había sido una respuesta desde Madrid a la presión ejercida por Inglaterra, pero la pérdida de Margarita trastocó los planes justo en un momento en que los liberales y pro-independentistas empezaban a surgir. El gobierno de Cagigal en Cumaná estuvo marcado, por consiguiente, por el control de la actividad política interna y por el cuidado de la milicia local ante un posible intento británico por poner pies en el continente, partiendo precisamente de la isla Margarita. Cagigal fue un claro continuador de la política militar que primaba la defensa local sobre los envíos de tropas peninsulares.
Ayudó con fondos y con un gran programa de reformas a la extensión y arraigo de las milicias locales, mucho más baratas que las tropas españolas.
Sin embargo, cuando en 1808 los franceses invadieron España, la situación se modificó bruscamente, pues el antiguo enemigo, Inglaterra, se convirtió en aliado natural de la poderosa Francia de Napoleón. La ruptura de las comunicaciones entre la metrópoli y las colonias nada más comenzar la Guerra de Independencia en España no evitó que se vigilara muy de cerca cualquier intento de rebelión local de tipo liberal, ya que se tenía constancia de que ciertos elementos pro-franceses estaban intentando soliviantar a la élite local. Fue probablemente este hecho, junto con su empeoramiento de salud, lo que llevó a las autoridades a relevarle del mando y a pedir el traslado, siendo nombrado gobernador intendente de Concepción en Chile, en enero de 1810, cargo al que renunció debido a sus notorios achaques. A pesar de lo cual, diversos sucesos revolucionarios en Puerto Rico demandaron la llegada de elementos curtidos y experimentados en labores de gobierno, por lo que se embarcó para San Juan de Puerto Rico, donde estuvo comisionado en asuntos locales de vigilancia de posibles altercados con la población negra local. Pronto le llegaron noticias de la Junta de Camaná del movimiento independentista que se había manifestado en Caracas, en junio de 1810. Entonces, el comisionado real, Antonio Ignacio Cortabarría, le ordenó trasladarse a la provincia de Coro, en Venezuela —que se había mantenido firmemente leal, con una población de gran mayoría realista— a realizar labores administrativas y militares, entre las que destacaba el envío de artillería, municiones, oficiales y dinero, indispensables en los turbios y delicados momentos que vivían las diferentes gobernaciones españolas.
El 14 de diciembre de 1811, la Regencia lo nombró segundo del capitán general Fernando Miyares, teniendo a su cargo el destino de las tropas y la pacificación del territorio. Ejerció este cargo hasta que fue relevado por Domingo Monteverde, manteniendo entonces su residencia en Coro.
En pleno proceso de guerra contra los independentistas americanos, se le encomendaron tareas puramente militares, para lo cual fue ascendido, gracias a sus innegables méritos, a mariscal de campo, en fecha de 23 de mayo de 1812. A este respecto, fue comisionado en la provincia de Coro durante unos meses, antes de ser encargado por el capitán general del mando militar del Ejército de Barlovento, cuyo mando tomó efectivo el 3 de junio de 1813, que había quedado disperso, después del fracasado ataque a Maturín. A su cabeza reorganizó sus fuerzas y reconquistó la provincia de Barcelona tomando posesión también de los pueblos de Santa Rosa, Santa Ana, San Joaquín, Chamariaga, Urica, Santa Bárbara, El Pao, San Diego y la villa de Argua. Pero el empuje de los insurgentes fue muy poderoso en Venezuela y la pérdida de las provincias de Barinas, Cumaná y Caracas, con el puerto de La Guaira, le dejó en una situación táctica de cerco, obligándole a concentrar sus fuerzas en la provincia de Barcelona, abandonando muchos de los pueblos y villas reconquistados. En Barcelona fue atacado por tres ejércitos insurgentes y siete goletas enemigas se apoderaron del puerto.
Ante esta difícil situación, en inferioridad numérica y casi rodeado, hubo de replegarse nuevamente sobre el Orinoco con objeto de socorrer la provincia de Guayana, lo que logró abriéndose paso, tras derrotar en el puente de Santa María de Yperí a un ejército insurgente de triple número de efectivos, lo que disminuyó ostensiblemente la presión sobre La Guayana. Después de reforzar La Guayana, organizó una división, que volvió a derrotar al enemigo, tras lo cual inició en goleta un viaje de inspección de las tropas realistas por el Orinoco hasta llegar a Curaçao, donde encontró herido al capitán general, que ya había iniciado el repliegue con sus escasas tropas. La situación de debilidad de las tropas españolas y la escasez de efectivos militares de alto rango llevaron a la Regencia a nombrarle segundo del general Francisco Montalbo, en el mando de Nueva Granada y Venezuela, y general en jefe de Venezuela. Allí recibió la Real Orden expedida en junio de 1813, por lo que no tomó posesión del mando hasta llegar a Coro, el 2 de febrero de 1814. Apenas cuatro meses más tarde, fue derrotado por Bolívar en la batalla de Carabobo, el 29 de mayo de 1814. Casi sin auxilio, con escasas fuerzas y con el control de la mayor parte del territorio en manos de su enemigo, organizó un ejército en Coro y aumentó significativamente sus fuerzas navales, iniciando seguidamente movimientos tácticos precisos para batir a la escuadrilla enemiga que bloqueaba y sitiaba la plaza de Puerto Cabello, logrando abastecer e introducir víveres, que aseguraron dicha plaza. En abril de 1815, después de una dura campaña por Venezuela, aunando acertadas acciones militares y prudentes medidas de buen gobierno, dejó los territorios a su mando tan pacificados, que pudo entregar la audiencia de Venezuela al general Pablo Morillo en perfectas condiciones de funcionamiento, cuando el rey Fernando VII aceptó su repetida solicitud de relevo.
Regresó inmediatamente a la península, desembarcando en Cádiz el 8 de febrero de 1816, tras una estancia en San Juan de Puerto Rico. Fue destinado de cuartel en el Ejército de Andalucía, con residencia en el Puerto de Santa María. Había enviudado y se había casado en segundas nupcias con María de las Mercedes de Ponte, viuda del teniente Manuel Dalmaces, a quien había conocido en Cumaná.
Con ocasión de la boda de Fernando VII con la infanta María Isabel de Portugal, fue ascendido a teniente general en la promoción del 14 de octubre de 1816, recibiendo además en ese mismo año de 1816 las Grandes Cruces de San Hermenegildo y de Isabel la Católica.
El 6 de noviembre de 1817 fue nombrado capitán general de Venezuela, que no llegó a realizarse, siendo en su lugar destinado dos años más tarde como capitán general y gobernador de la isla de Cuba, en reconocimiento de una larga y fructífera vida al servicio de España. Embarcó en Cádiz, con tres mil hombres, para completar las unidades de la isla y formar tres nuevos batallones ligeros. Llegó a La Habana el 28 de agosto de 1819 y, al día siguiente, relevó al teniente general Cienfuegos, que lo había solicitado por razones de edad y estado de salud. Era el tercer capitán general de Cuba en su familia y, bajo su mando, la isla siguió teniendo la situación de buen gobierno, progreso y prosperidad, que había recibido de su antecesor a pesar de que el proceso final de la independencia del virreinato de Nueva España había dejado sin apoyo financiero a la isla, ya que una parte muy significativa de sus ingresos procedía de México. Sin embargo, mantuvo el orden en la isla, algo ya de por sí un logro, teniendo en cuenta que también allí había cierto descontento con la política metropolitana.
La situación se deterioró, a partir del 14 de abril de 1820, en que llegó a La Habana un diario con el texto del Real Decreto que ordenaba la jura de la Constitución de 1812, cuando allí se creía sofocada la sublevación de Riego. La noticia difundida por agitadores, produjo gran alarma social. Ante ello, publicó, en una proclama, que no habría ningún cambio en la isla, hasta que se recibiese la orden del Gobierno de S. M.
Pero dichos agitadores, entre ellos unos oficiales, promovieron un motín, exigiendo dicha jura, a lo que hubo de acceder para evitar el enfrentamiento entre tropas españolas. Tras la jura, hubo manifestaciones tumultuarias, con general exceso en la bebida. Se deterioró el orden, el trabajo y la vida social, y se aprovechó la libertad de prensa para insultar y calumniar sin freno. Esta situación afectó a su salud y le hizo pedir el relevo, que finalmente le llegó el 21 de marzo de 1821. Fue sustituido por el teniente general Nicolás de Mahy y, a continuación, se trasladó a Guanabacoa, donde fijó su residencia. Allí falleció, cuando ya la Constitución había sido derogada, sin descendencia de ninguno de sus dos matrimonios.
Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Exps. personales, 293; Archivo General de Simancas, Secretaría de Guerra, Hoja de Servicio diciembre de 1799, leg. 7295, Cª3, Fl.10; Archivo General de Palacio, Registro de la Estampilla, 15.VI.1799, 12.I.1804, 29.VII.1809, 23.V.1812, 6.XI.1817; Hemeroteca Municipal de Madrid, Gaceta de Madrid, 20.I.1804, 13.X.1816, 15.XI.1817.
J. F. Heredia, Memorias del Regente Heredia, Madrid, Editorial América, Biblioteca Ayacucho, s. f.; A. Carrasco y Sayz, Icono-biografía del generalato español, Madrid, Imp. del Cuerpo de Artillería, 1901; R. Nieto Cortadellas, Dignidades nobiliarias de Cuba, Madrid, ediciones Cultura Hispánica, 1954; J. L. Franco, Revoluciones y conflictos internacionales en el Caribe, 1789-1854, La Habana, Academia de Ciencias, 1965; S. Madariaga, Bolívar, Madrid, Espasa Calpe, 1979; J. Ulsar Pietri, Historia política de Venezuela, Madrid, Ediciones Mediterráneo, 1980; M. Izard, Tierra firme: Historia de Venezuela y Colombia, Madrid, Alianza editorial, 1987; VV. AA., Diccionario de historia de Venezuela, Caracas, Fundación Polar, 1997, 4 vols.
Alberto Martín-Lanuza, Gab riel Rodríguez Pérez y José Manuel Serrano Álva rez