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Jerónimo de Agüero

Biografía

Agüero, Jerónimo de. Cebreros (Ávila), c. 1465 – Santo Domingo (República Dominicana), c. 1540. Ayo de Diego Colón (segundo Almirante de las Indias), teniente de gobernador y hombre de toda confianza para la familia Colón.

Casado con Isabel Campuzano, a la que reconoce el segundo Almirante en su testamento del 8 de septiembre de 1523 una deuda de cien pesos, aportando entonces el dato de que en esa fecha era ya difunta.

El cronista Mártir de Anglería, en una de sus cartas dirigida a Bartolomé Scandiano, cuenta de la Corte de los Reyes Católicos, donde el humanista italiano ejercía de maestro de los nobles: “han venido todos los jóvenes herederos de los potentados de ambas Españas. Cada uno trae a su ayo para que escuchen las explicaciones y luego en casa se las repasen y repitan conforme a mi método”. Jerónimo de Agüero ejercerá de ayo de los hijos de don Cristóbal Colón.

A principios de 1494, después de volver del descubrimiento del Nuevo Mundo y con el almirante sin poder ocuparse personalmente de sus hijos, obtuvo el privilegio de que sus hijos, Diego y Hernando, entraran en la Corte para que sirvieran de pajes al príncipe Juan, como lo había mandado la reina Isabel.

Era costumbre que los pajes de las principales familias de la nobleza castellana tuvieran su ayo en la Corte, como cuenta Anglería, el cual completaría la labor de los maestros, a la vez que vigilaría y respondería del comportamiento de sus jóvenes encomendados.

En 1494, fueron llevados por su tío Bartolomé Colón a la Corte y Jerónimo de Agüero fue encargado por el descubridor de ejercer de ayo de Diego y Hernando Colón.

El 31 de octubre de 1497, en Sevilla, Cristóbal Colón, por sí y en nombre de sus hijos otorgó un poder a Jerónimo de Agüero, “ayo de los dichos sus hijos [...] para que por mí y en nombre de los dichos sus hijos pueda recabdar e resçebir e aver e cobrar de todas e cualesquier personas” sus deudas y lo que les corresponda, tanto de los Reyes como de cualesquiera otros. Asimismo, se le daba poder para representar a sus hijos en cualquier demanda, denuncia o querella ante la justicia.

Hasta 1509, no debió separarse del heredero colombino y de su hermano. En el primer testamento del segundo almirante, Diego Colón, de 16 de marzo de 1509, la manda XXIX ordenaba que se le dieran cuarenta mil marvedíes a Jerónimo de Agüero. Debía ser un pago de reconocimiento por servicios prestados.

El 3 de junio de 1509, Jerónimo de Agüero abandonaba Sanlúcar de Barrameda formando parte de la flota que acompañó a Diego Colón cuando pasó a Indias a hacerse cargo de la gobernación. Iba como ayo y como hombre de la total confianza de los Colón. Arribó al puerto de Santo Domingo el 9 de julio. Unos días después, sobrevino un devastador huracán que destrozó casas y navíos.

En el Repartimiento de Alburquerque de 1514, Jerónimo de Agüero, vecino, casado y regidor de la villa de Santiago, obtuvo en la citada villa setenta y seis indios de servicio, cuatro naborías de casa, dos viejos y un niño. En total ochenta y tres personas.

Dada su condición y significación en la isla, no fue bien tratado. Aunque su hacienda estaba en Santiago, vivía más en Santo Domingo, en el entorno familiar de los Colón.

En 1515, después del Repartimiento general hubo quejas y protestas que generaron un gran malestar en toda la isla. Alburquerque y Pasamonte forzaron a los jueces de apelación, de manera especial a Lucas Vázquez de Ayllón, para que a toda costa presionaran a Marcos de Aguilar y buscaran algún pretexto para inculparlo. Un testigo de los hechos, Antonio de Porras, dice que “los dichos jueces buscaron maneras para lo poder hacer y no lo hallaron”.

El 26 de julio de 1515, el Rey Católico pedía información a los jueces de Apelación de la isla Española “de lo que ha pasado e pasa en el negocio sobre que procedéis contra Gerónimo de Agüero [...] yo vos mando que, luego que esta mi çédula veáis, me enbiéis la relaçión del negoçio para que yo lo mande ver; y entre tanto y hasta que vos envíe a mandar lo que en ello hagáis, sobreseed en el conocimiento de la dicha cabsa e no procedáis más contra ellos, y si los tuviéredes presos dadles por cárçel el lugar donde vivieren e non fagades ende al”. La gravedad de estos hechos era muy escandalosa, pues Jerónimo de Agüero había quedado en la isla Española como teniente del gobernador Diego Colón.

El 22 de mayo de 1515, el Monarca contestó a los oidores de la Audiencia diciendo que había visto las cartas en que comunicaban que tenían juicios en marcha y presos, entre otros, a Jerónimo de Agüero y a otros importantes colombinistas por haber liberado a Gaspar de Astudillo, preso por mandamiento del alcalde Hernán Velázquez. El Monarca ordena que, si no hubiesen sentenciado, que no lo hagan y envíen inmediatamente los procesos, para proveer lo que más y mejor proceda.

Hacia finales de 1517, Agüero participó activamente, junto con algunos vecinos de la isla Española, en la elaboración de un documento dirigido a las nuevas autoridades de la isla, los frailes jerónimos y Alonso de Zuazo, en que se denunciaban los males que sufría la isla, a la vez que se pedían remedios que evitasen su ruina. Los firmantes eran en su mayoría colombinistas, es decir contrarios al grupo de los que habían gobernado durante los años anteriores, con Pasamonte a la cabeza. Algunos expertos consideran que la letra de este documento pertenece a Jerónimo de Agüero.

Con la llegada de Zuazo y de los jerónimos, la virreina María de Toledo y Jerónimo de Agüero, representantes efectivos de Diego Colón, que había tenido que desplazarse por entonces a la Corte, quedaron muy aliviados al poder llevar a cabo en la isla una actividad política normal y poder ejercer de teniente del gobernador.

En una declaración sobre la capacidad de los indios, el 8 de abril de 1517, se mostró contrario a darles libertad. Duda de sus capacidades y defiende que debían seguir encomendados como hasta entonces, aunque tratándolos mucho mejor y cuidando más la comida, el vestido y pagándoles mayores salarios.

Tras el regreso a Indias del segundo almirante a finales de 1520, Agüero siguió de hombre de confianza de los Colón, tanto en casa, haciendo de ayo y preceptor de los hijos del sucesor colombino, como en la política de la isla, defendiendo los intereses colombinos.

A finales de 1523, Diego Colón fue llamado urgentemente a la Corte por ciertos excesos cometidos en la gobernación en Indias. Como teniente del gobernador quedó la virreina María de Toledo, auxiliada como siempre por el fiel Jerónimo de Agüero.

Tras el nacimiento del tercer almirante Luis Colón y con Diego en la Corte, Agüero tuvo también la responsabilidad de ejercer de ayo de Luis, como antes lo fue de su padre.

Además de su actividad con los Colón, no olvidó el floreciente negocio del azúcar, levantando su propio ingenio. Dice Oviedo que “once leguas desta cibdad, a par de la ribera e río que llaman Cazuy, hizo e fundó Juan de Villoria, el viejo, un muy buen ingenio, e su cuñado Hierónimo de Agüero, ya defuntos, la cual hacienda quedó a los herederos de ambos”.

Los últimos diez años de su vida tuvieron que ser especialmente importantes en el entorno colombino.

La muerte del segundo almirante en 1526 y la estancia de la virreina María de Toledo, en Castilla entre 1530 y 1544, le permitió convertirse en una referencia de autoridad, aunque demasiado indulgente, en la casa-palacio de los Colón en Santo Domingo.

Debió de morir en torno al año 1540 en Santo Domingo.

 

Bibl.: M. Giménez Fernández, “El plan Cisneros-Las Casas para la reformación de las Indias”, en Bartolomé de Las Casas, Vol. I, Sevilla, 1953; B. de las Casas, Historia de las Indias (ed. de J. Pérez de Tudela), Madrid, BAE, 1957; M. Giménez Fernández, “Política inicial de Carlos I en Indias”, en Bartolomé de Las Casas, vol. II, Sevilla. 1960; E. Otte, Las perlas del Caribe: Nueva Cádiz de Cubagua, Caracas, Fundación John Boulton, 1977; F. Moya Pons, La Española en el siglo xvi, 1493-1520, Santiago, 1978; V. Vega, Los cacicazgos de la Hispaniola, Santo Domingo, Museo del Hombre Dominicano, 1980; C. Varela, Cristóbal Colón. Textos y documentos completos, Madrid, Alianza Editorial, 1982; L. Arranz Márquez, Don Diego Colón, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1982; P. M. de Anglería, Décadas del Nuevo Mundo, Madrid, Editorial Polifemo, 1989; L. Arranz Márquez, Repartimientos y Encomiendas en la Isla Española. El Repartimiento de Alburquerque de 1514, Madrid, Fundación García Arévalo, 1991; J. Pérez de Tudela, Carlos Seco, Ramón Ezquerra y Emilio López Oto (ed.), Colección Documental del Descubrimiento (1470-1506), Madrid, Real Academia de la Historia, CSIC y Fundación Mapfre, 1994.

 

Luis Arranz Márquez

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