Berdugo, Hernando. ¿Arévalo? (Ávila), s. m. s. XI – p. m. s. XII. Hidalgo de Arévalo.
Hernando Berdugo era hijo de Mosén Berdugo, caballero de origen francés que participó en la repoblación de Arévalo por Alfonso VI hacia 1082, se casó con una arevalense y se asentó allí. Su linaje fue uno de los cinco principales de Arévalo (con los Tapia, Sedeño, Montalvo y Briceño), participó en el gobierno del concejo y poseyó en su alfoz la aldea de Olmedilla, hoy un despoblado en el término municipal de Palacios de Goda (Ávila). Fernando Osorio Altamirano en su Descripción de Arévalo de 1632 señala que Mosén Berdugo y sus sucesores quedaron encargados de la defensa del puente sobre el Adaja y se adscribieron a la cercana parroquia de San Esteban, donde se juntaban el primer viernes de cada año hasta que a finales del siglo XVI o comienzos del XVII la iglesia se arruinó; trasladaron entonces sus reuniones a la de San Martín y sus enterramientos, al convento de San Francisco, vinculado a la familia ya desde la época de la repoblación.
Al afianzamiento del linaje Berdugo en Arévalo contribuyó una leyenda milagrosa cuyo protagonista fue Hernando Berdugo. Este caballero tenía una hija casada con un hidalgo de Arévalo. El matrimonio discutió y las cosas rodaron de tal manera que el marido acabó muriendo a manos de su suegro: “como suele acaezçer [sic] entre marido y muger algunas vezes aver enojo, así lo ubo entre estos dos, en que por çiertas diferençias o palabras que entrellos ubo el marido hechó mano al espada contra ella y ella, de miedo, se fue huyendo de casa y el marido tras ella. Y quiso la ventura quel dicho Hernán Verdugo, padre della, pasava por allí. De que vio que su hierno maltratava a su hija o la quería maltratar, hechó mano a su espada y, por defender la hija, mató al hierno”.
Hernando, perseguido por los parientes del muerto, se refugió en “una torre suya que tenía çerca de Arébalo” (probablemente, Olmedilla). Mientras estuvo allí escondido tomó por costumbre ir cada mañana a lavarse a una fuente cercana. Allí acudieron un día sus enemigos para matarle y sólo encontraron a un hombre vestido con el hábito de san Francisco que les dijo que Hernando Berdugo se había lavado junto a él, pero que ya se había marchado. Desde lejos los atacantes miraron hacia la fuente y distinguieron de nuevo a Hernando. Volvieron y otra vez le hallaron convertido en el fraile. Lo tuvieron por milagro y le perdonaron. Hernando Berdugo edificó en agradecimiento una capilla dedicada a san Blas en el convento de San Francisco (muy relacionado con este linaje) y desde entonces, el día de san Blas se recuerda en Arévalo esta historia. Así lo narra el nobiliario de Alfonso de Castilla de 1520; en cambio, Fernando Osorio Altamirano sostiene que el protagonista del milagro fue Nuño Berdugo, que la muerte del yerno se produjo en Segovia y que Nuño se refugió en Sanchón, despoblado en el término de Santiuste de San Juan Bautista (Segovia), pueblo del concejo de Coca en la raya con el de Arévalo.
Otro Hernando Berdugo participó en 1212 en la batalla de Las Navas de Tolosa y en 1227 en la toma de Baeza, plaza conquistada el 30 de noviembre, fiesta de san Andrés; por cuya razón, el linaje Berdugo incorporó a su escudo de armas la cruz del apóstol.
Fuentes y bibl.: Biblioteca de la Real Academia de la Historia, Colección Salazar y Castro, vol. C-48, fols. 228- 229, Recogimiento de nobleza de A. de Castilla, 1520; Colección Salazar y Castro, ms. vol. N-15, fols. 1-23, Descripción de Arévalo de F. Osorio Altamirano, 1632.
J. J. de Montalvo, De la Historia de Arévalo y sus sexmos, Valladolid, Imprenta Castellana, 1928 (Ávila, Institución Gran Duque de Alba, 1983); N. Ávila Seoane, “El proceso de señorialización del concejo de Arévalo en los siglos XIV y XV”, en En la España medieval 26 (2003), págs. 97-126.
Nicolás Ávila Seoane