Villanueva Zapata, Diego de. Málaga, c. 1535 – Ciudad de México (México), c. 1601. Fiscal de Santo Domingo y fiscal y oidor de Panamá.
Hijo del doctor Luis de Villanueva Alarcón, nacido en Baeza y muerto en México (25 de octubre de 1583), oidor de la Real Audiencia de México (1560), oidor en Guatemala (1579) y nuevamente oidor en México (1582) y de Beatriz Zapata, natural de Málaga. Hermano suyo fue Luis de Villanueva Zapata, nacido en Baeza y muerto en Lima, fiscal de la Real Audiencia de Lima (1591).
Una vez acabados sus estudios de derecho en la Universidad de Salamanca, pasó a la Nueva España en compañía de sus padres (1561) y allí sirvió como alcalde mayor de Zacatecas y después de unos años (1571) regresó a los reinos de España donde sirvió diferentes comisiones de Real Hacienda confiadas por el cardenal Espinosa y por el presidente Juan de Ovando, tras lo cual, sobre consulta del Consejo de Indias (8 de octubre de 1575), nombrado fiscal de la Real Audiencia de Santo Domingo despachándosele su título pocas semanas después (31 de octubre de 1575) y viajó en el año siguiente a hacerse cargo de su oficio, durante cuyo ejercicio se hicieron llegar a la Corte una serie de quejas acusándole de parcialidad y por ello se ordenó (8 de mayo de 1577) al presidente de aquella audiencia que recibiera información sobre sus procedimiento y, en especial, si por sus muchos deudos mal administraba justicia y era negligente en el desempeño de su plaza.
A pesar de lo anterior, sobre nueva consulta del Consejo de Indias (11 de abril de 1578), fue promovido a la plaza de fiscal de la Real Audiencia de Panamá en lugar de Gonzalo Núñez de la Cerda que pasaba a oidor en el mismo tribunal y se le despachó título en el mes siguiente (20 de mayo de 1578). En este nuevo destino, nada más arribar, fue nombrado capitán para la defensa en contra del corsario Francis Drake y para ello mantuvo comunicación permanente con el virrey del Perú (1579) y algunos años más tarde (1585) solicitaba que se le concediera la plaza que había dejado vacante la muerte de su padre en Méjico u otra cualquiera en aquella audiencia, pero no se le concedió y pocos años después fue suspendido de su oficio durante el curso de la visita practicada por el licenciado Calderón (1586) y viajó nuevamente a los reinos de España, supliéndole durante su ausencia el licenciado Hernando de Herrera Melgarejo. En la Corte se vindicó de los cargos que se le habían puesto y así fue restituido al uso y ejercicio de su fiscalía en Panamá, ordenándose al presidente y oidores de aquella audiencia que le recibieran en ella (13 de febrero de 1590), pero tardó aún tres años en embarcar rumbo a Tierra Firme y al poco tiempo de hallarse en ella recibió título de oidor de aquel tribunal (22 de septiembre de 1593), desempeñándose también como comisario de las fortificaciones de Portobelo, oficio que sirvió hasta su jubilación, que le fue concedida con goce de sueldo entero (28 de octubre de 1598) y una vez enterado de ella decidió pasar a la ciudad de México, donde tenía hermanos y deudos y solicitó que su salario se le librara en aquellas cajas, a lo que se accedió (4 de septiembre de 1599) y en el mes de julio entraba en la ciudad de México desde donde escribía poco después (30 de octubre de 1600) pidiendo se le diera asiento entre los oidores de aquella audiencia.
Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (Sevilla), Contratación, 5.538, l. 3, fol. 145v.; Indiferente General, 738, n. 145; Indiferente General, 739, n. 63; Indiferente General, 1.846 A; Méjico, 72, r. 4, n. 74; Panamá, 1, n. 147; Panamá, 14, r. 1, n. 10; Panamá, 45, n. 3; Panamá, 14, r. 4, n. 23; Panamá, 237, l. 11, fol. 60v.-62v.; Panamá, 237, l. 12, fol. 129r.- 129v., 204v.-205v.; Panamá, 237, l. 13, fol. 36v.-37r.; Patronato, 266, r. 3; Santo Domingo, 13, n. 40.
E. Schäfer, El Consejo Real y Supremo de las Indias, II, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1947, págs. 449, 468, 471; J. Torre Revello, El libro, la imprenta y el periodismo en América durante la dominación española, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, 1940, págs. XLIX-LI.
Javier Barrientos Grandon
