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Leoncio Meneses Alonso

Biografía

Meneses Alonso, Leoncio. Villamuriel de Cerrato (Palencia), 16.IX.1816 – Madrid, 13.VI.1883. Platero.

Leoncio Meneses comenzó a trabajar a los catorce años en la notaría eclesiástica de José Pérez de Laya.

Continuó en esta profesión cuando en 1832 se trasladó a Madrid y se incorporó al despacho de Vicente Barba, escribano del Tribunal Mayor de Cuentas. Más adelante pasó a desempeñar labores similares para el secretario del Ayuntamiento de Madrid, Miguel de Llamas. Participó Meneses en la confección del Diccionario Geográfico-Histórico de España y sus posiciones en Ultramar dirigido por Pascual Madoz. En 1843 se incorporó al Ejército de Espartero con el puesto de factor, pero tras la derrota del general hubo de marchar exiliado a la colonia británica de Gibraltar.

Fue en Gibraltar donde Meneses aprendió el oficio de platero, por medio de las enseñanzas de los ingenieros ingleses y de los plateros árabes y judíos del Norte de África. Allí se familiarizó con la técnica de la galvanoplastia y los métodos para dorar y platear metales. Cuando regresó a España comenzó a trabajar en el taller del orfebre italiano Marcos Lattis, quien había introducido en España el sistema Ruolz para platear metales. En el taller de Lattis completó Meneses su formación. En 1845 Lattis se retiró por su avanzada edad y traspasó la gestión de su negocio a Meneses, quien pudo comprar su participación en él gracias a la colaboración de un socio capitalista. En 1847 ya disponía de suficientes recursos como para adquirir la parte de su socio y hacerse con el control total del taller.

Las ampliaciones sucesivas le llevaron a abandonar la vieja sede de la madrileña Carrera de San Jerónimo y trasladarse en 1856 a la calle del Príncipe. Fueron éstos unos años de expansión para la empresa, lo que se manifestó en el incremento del número de trabajadores a su cargo. Además, en 1863 Meneses obtuvo la licencia para vender los tabacos de Cuba y Puerto Rico, diversificando de esta forma su negocio. En 1874 introdujo a sus hijos en la empresa, que se denominó a partir de entonces Leoncio Meneses e Hijos.

En estos años se decidió también a convertir su sede en uno de los edificios comerciales más lujosos de Madrid, por lo que encargó su remodelación al arquitecto Agustín Ortiz de Villajos. El edificio sería conocido como “edificio Meneses” y se acabaría convirtiendo en uno de los puntos de referencia en el comercio de la ciudad. Más adelante, Meneses continuó su estrategia de expansión comercial abriendo otros establecimientos (sobre todo tiendas) tanto en Madrid como fuera de la capital. Barcelona, Valladolid, Sevilla, Málaga, Granada, Cádiz, Bilbao, Oviedo, La Habana y Manila fueron los puntos sobre los que Meneses basó su expansión. La ubicación de sedes en las dos capitales ultramarinas fue idea del hijo mayor de Leoncio, Emilio, quien al realizar su servicio militar en Cuba se dio cuenta de las posibilidades que ofrecía el mercado colonial para la expansión de la empresa.

Se caracterizó Leoncio Meneses por su capacidad para la innovación en su sector. La continuada experimentación con nuevos materiales, así como la búsqueda de nuevas técnicas comerciales, convirtió a la empresa en una de las más dinámicas en su especialidad.

Logró estos objetivos por medio de su marca comercial “Plata Meneses”. La plata Meneses era una aleación de plata y níquel por medio de la cual se obtenía un metal que resultaba más barato que la plata y de más calidad que el níquel. De este modo, el público podía acceder a objetos de lujo a un precio menor y satisfacer así sus necesidades suntuarias. Por este camino, Meneses pudo hacerse con una clientela de clase media y alta que acudía a sus refinados establecimientos en una sociedad, como era la española de la época, que comenzaba a abrirse a los requerimientos del consumo.

Meneses aplicó también modernas técnicas comerciales que ampliaron su mercado. En sus inicios, la empresa se había especializado en objetos religiosos a los que otorgaba un toque artístico al imitar estilos antiguos como el bizantino, el gótico o el renacentista.

Tal calidad alcanzaron los objetos religiosos fabricados por Meneses que llegaron a estar a la altura de la prestigiosa y antigua Real Fábrica de Platería Martínez, fundada en el siglo xviii. Sin embargo, desde muy pronto Meneses fue consciente de la necesidad de ampliar su oferta para surtir a la clase media en ascenso. De ahí que empezara a dedicarse también a lo que en el catálogo se agrupaba con la denominación de “servicios para mesa, fonda y café”, que permitían atender tanto a las casas de más poder económico, como a las de la burguesía y a los cada vez más numerosos restaurantes. Asimismo, y para mejorar la calidad de su atención al público, Meneses lanzó un producto para la conservación de los objetos que se vendían en sus establecimientos. El producto, un jabón líquido, llevó el nombre de “Limpiaplata”. Por último, en los postreros años de su vida, Meneses se embarcó en las fundiciones de bronce, con fines tanto artísticos (esculturas) como prácticos (tuberías, canaletas, etc.).

La empresa de Meneses disfrutó de un gran prestigio en su tiempo, tanto por la calidad de sus productos como por la difusión de los mismos. Meneses supo ver el crecimiento de un mercado de clase media deseoso de imitar a la aristocracia en sus comportamientos, pero con unos recursos económicos menores.

La plata Meneses proporcionó los medios para que esa clase social en ascenso pudiera acceder a unos lujos hasta ese momento desconocidos. Su reputación quedó aún más acrisolada cuando el 24 de abril de 1875 se le concedió el puesto de proveedor oficial de la Casa Real. Anteriormente ya había trabajado para la Familia Real como plateador y dorador, llegando incluso a recibir de la Reina el título de caballero de la Real Orden Americana de Isabel II.

Pese al carácter de industria tradicional que hasta el momento había tenido la platería, Meneses quiso darle un marcado cariz industrial. Para ello reorganizó el trabajo en los talleres y lo estructuró en secciones productivas, cada una de ellas a cargo de un especialista en el área (fundición, cincelado, bruñido, etc.).

Dispuso, además, de viajantes para tener un contacto más fluido con las sedes provinciales. Creó la figura del gerente para controlar el funcionamiento de todas las sedes y la del jefe de expediciones, que era el encargado de hacer llegar los pedidos a las diversas sucursales.

Prueba de lo alejado que se encontraba Meneses de la platería artesanal son sus muy escasos contactos con el tradicional Gremio de Plateros. Meneses se encontraba mucho más vinculado a la Asociación de Productores y a la Asociación Fabril y Manufacturera de España, con las que compartía muchos más intereses.

Leoncio Meneses murió en 1883. La empresa continuó en manos de sus hijos, a los que había ido introduciendo en ella desde que, como ya se dijo, firmara el contrato de una sociedad con los tres mayores. Los hijos de Meneses, en especial Emilio y José, heredaron el espíritu emprendedor e innovador de su padre, uno en el terreno comercial y el otro en el artístico.

 

Fuentes y bibl.: Archivo de Villa (Madrid), Secretaría, 7-456-84; Fundación Primero de Mayo (Madrid); Archivo de la Fábrica Plata Meneses.

J. M. Meneses, Alegaciones en derecho de la representación de don José María Meneses y Miguel en el juicio declarativo de mayor cuantía promovido por su hermano y consocio don Emilio Meneses y Miguel sobre rescisión parcial del contrato de sociedad e indemnización de perjuicios, Madrid, Imprenta La Nacional, s. f.; La Gaceta Industrial, 1877; La Ilustración Española y Americana, 15 de abril de 1878; Madrid Moderno (marzo de 1880); El Globo, 18 de enero de 1882; La Ilustración Española y Americana, febrero de 1885; La Gaceta Industrial, 10 de marzo de 1885; G. Martín Armengol, Sobre Taylor y Marx en Madrid: la implantación de la organización científica del trabajo y la respuesta de los trabajadores de la fábrica Plata Meneses (Madrid, 1950-1982), Madrid, Consejo Económico y Social-Comunidad de Madrid, 2000.

 

Raquel Sánchez García

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