Saavedra, Isabel de. Madrid, c. 1584 – 19.IX.1652. Hija de Miguel de Cervantes.
Isabel de Saavedra era fruto de una relación extramatrimonial de Miguel de Cervantes con Ana Franca (o Villafranca) de Rojas, esposa de Alonso Rodríguez, el cual tenía una taberna en la calle de Tudescos. Nacida en Madrid, hacia 1584 o 1585, no fue reconocida por el escritor (que había contraído matrimonio legítimo con Catalina de Salazar, en Esquivias, el 12 de diciembre de 1584) hasta después de 1599, año en el que consta que habían fallecido sus padres, los citados Ana Franca y Alonso Rodríguez. En el primer testamento de Isabel, fechado el 4 de junio de 1631, dice llamarse doña Isabel de Cervantes y Sayavedra [sic], mujer de Luis de Molina, escribano de Su Majestad, e hija de Miguel de Cervantes y Ana de Rojas, sus padres, ya difuntos.
Casó dos veces, la primera con Diego Sanz del Águila, del que tuvo una hija, a la que nombra, en su segundo testamento (fechado en 1652), como Isabel Sanz del Águila y Saavedra, de la que ella era heredera, por haber fallecido la niña con muy pocos años; la segunda vez casó con Luis de Molina, en 1608; en la partida de matrimonio figura como testigo de boda Miguel de Cervantes. Isabel Sanz, la única nieta conocida del escritor, nació en 1607 y falleció en 1609. Los yernos de Cervantes, Diego Sanz y Luis de Molina, fallecieron en 1608 y 1632, respectivamente, en tanto que Isabel sobrevivió al segundo marido unos veinte años.
Isabel había entrado muy joven al servicio de su tía Magdalena de Sotomayor, la hermana del escritor, con la indicación expresa de que era hija de Ana Franca de Rojas y de Alonso Rodríguez. Con unos veinte años, según se desprende del proceso incoado a raíz de la muerte en Valladolid del caballero Gazpar de Ezpeleta (1605), parece haber mantenido relaciones amorosas con un portugués, llamado Simón Méndez; una testigo del proceso dice “que es público y notorio que está amancebado con la dicha doña Isabel, hija del dicho don Miguel de Cervantes, y esta testigo se lo ha reprendido muchas veces al dicho Simón Méndez”. Más adelante, se sabe que la hija de Isabel de Saavedra, la niña Isabel Sanz, fue resultado de unos amores que mantuvo con Juan de Urbina, aún en vida de su primer marido. Su actuación personal posterior la presenta como una mujer acomodada y un tanto egoísta (no se ocupó nunca de su padre, que se sepa, el cual vivía en un estado muy precario, sobre todo en sus últimos años), dedicada a sus asuntos económicos de carácter inmobiliario así como al préstamo de dinero y a sus litigios, con escasos o nulos intereses intelectuales.
En diversas obras literarias de tendencia romántica, especialmente en varias piezas dramáticas, Isabel de Saavedra aparece idealizada; de ella se dice que ingresó en el Convento de las monjas Trinitarias, lo que debe considerarse falso, de acuerdo con la trayectoria biográfica esbozada, aunque había profesado, en una etapa avanzada de su vida, en la Venerable Orden Tercera de San Francisco, de la misma manera que lo había hecho también su padre poco antes de morir.
Como en el siglo XIX se conocían pocos datos auténticos y documentados sobre Isabel, se creó en torno suyo una corriente de idealización que la hace incluso ser protagonista de algunas obras teatrales (Toledano, 2004), en las que aparece con marcados rasgos positivos. Es lo que sucede en el drama La hija de Cervantes, estrenado en 1840, del granadino Aureliano Fernández Guerra y Orbe (1816-1894), cuyo texto no se ha conservado, al parecer, y la pieza más representativa, con el mismo título La hija de Cervantes, estrenada en 1861, del poeta romántico Juan Eugenio Hartzenbusch (1806-1880), personaje muy reconocido como editor del Quijote y estudioso de la obra cervantina. Se trata de una obra breve, en un acto, compuesta en verso y prosa, en la que se pretende dilucidar quiénes fueron los personajes reales que sirvieron a Cervantes para escribir su novela; esto se desprende de la conversación de los caballeros Don García y Don Blas, que se encuentran en las inmediaciones del Convento de las Trinitarias, donde pretende profesar como monja la hija de Cervantes. La acción sucede precisamente el mismo día en que el escritor va a ser enterrado en este templo madrileño. El criado Alonso dice de ella que es: “Hija natural de un padre desacomodado, [la cual] conoció desde niña que para ella el refugio de la clausura era lo que le estaba mejor”. Claro que para ingresar en la religión indicada se le presentan algunos obstáculos; se dice de ella que ha nacido en Portugal, que ha sido criada por una judía y, lo peor de todo, es que no está bautizada; además necesita 1000 ducados para pagar su dote, cuestiones todas que acabarán solucionándose y que representan, desde el punto de vista de la historia auténtica, un estadio previo a la aparición de los principales documentos sobre el personaje. La fuente de estas apreciaciones se encuentra en la conocida Vida de Cervantes (1819), de Martín Fernández de Navarrete, donde se dice que Isabel estaba ya en el Convento de las Trinitarias cuando se enterró allí su padre, así como la idea según la cual su madre había sido una dama portuguesa. Ya bien avanzada la segunda mitad del siglo XIX se dan a conocer documentos auténticos sobre el personaje, como las capitulaciones matrimoniales con Luis de Molina, donde se dice viuda de Diego Sanz (divulgado en 1874), con lo que la idea de Isabel de Saavedra como monja trinitaria no puede mantenerse si no es por la inercia que conllevan los lugares comunes que se repiten sin apenas comprobación.
Bibl.: E. Cotarelo y Mori, Los puntos obscuros en la vida de Cervantes, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1916; J. Fitzmaurice-Kelly, Miguel de Cervantes Saavedra. Reseña documentada de su vida, trad. esp. con adiciones y enmiendas, rev. por el autor, Buenos Aires, Clydoc, 1944; C. Aragón, El retrato de la hija de Cervantes (Isabel), Madrid, Hauser y Menet, 1947; L. Astrana Marín, Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra, con mil documentos hasta ahora inéditos y numerosas ilustraciones y grabados de época, Madrid, Instituto Editorial Reus, 1948-1958; J. Canavaggio, Cervantes, Madrid, Espasa Calpe, 1987; K. Sliwa, “Hija y nieta de Miguel de Cervantes Saavedra, Isabel de Cervantes y Saavedra e Isabel Sanz”, en J. R. Fernández de Cano y Martín (coord.), Actas del VIII Coloquio Internacional de la Asociación de Cervantistas (El Toboso, 23-26 de abril de 1998), El Toboso, Ayuntamiento, 1999, págs. 267- 274; K. Sliwa, Documentos de Miguel de Cervantes Saavedra, Navarra, Eunsa, 1999; J. Toledano, “La hija de Cervantes: su reflejo literario”, en A. Villar (ed.), Peregrinamente Peregrinos. Quinto Congreso Internacional de la Asociación de Cervantistas (Lisboa, 1/5 de septiembre. Fundaçao Calouste Gulbenkian), vol. II, Madrid, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2004, págs. 1757-1773; A. Cruz Casado, “Cervantes franciscano: vida y literatura”, en M. Peláez del Rosal (dir. y ed.), El franciscanismo en Andalucía: la Orden Tercera Seglar, historia y arte: conferencias del XI Curso de Verano (Priego de Córdoba, 26 a 29 de julio de 2005), Córdoba, Asociación Hispánica de Estudios Franciscanos, 2006.
Antonio Cruz Casado