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Francisco de Paula del Rivero

Biografía

Rivero, Francisco de Paula del. Jerez de la Frontera (Cádiz), 13.IX.1775 – Buenos Aires (Argentina), 16.II.1853. Médico.

Su nombre verdadero era Francisco Eulogio Jacinto de Paula del Rivero. Fueron sus padres Benito Rivero y Ana Delgado Romero. Estudió medicina en el Colegio de Cirugía de Cádiz, lugar al que ingresó el 12 de julio de 1791. Comenzó su carrera de cirujano desde muy joven en la Marina española. Sus viajes lo llevaron a Brest, Tolón, recorrió el Mediterráneo, llegó a las Antillas, la costa oriental de Méjico y el archipiélago de las Filipinas. Luego recibió la dirección de un lazareto para enfermos de fiebre amarilla en las Baleares.

Participó de la batalla de Trafalgar —el 21 de octubre de 1805— cuando estaba embarcado como primer cirujano en la Santísima Trinidad. El capitán del navío, Baltasar Hidalgo de Cisneros, resultó herido y fue atendido con suma idoneidad profesional por Rivero.

Posteriormente ambos tuvieron la fortuna de salvarse cuando la Santísima Trinidad naufragó. Aunque prisioneros de los ingleses, se les otorgó la libertad a cambio del compromiso de no volver a pelear contra ese país. Cisneros regresó a Cartagena y el 11 de febrero de 1809 fue nombrado virrey del Río de la Plata en reemplazo de Santiago de Liniers. Fernando VII había abdicado en Bayona. Cisneros se embarcó en la fragata Proserpina y Rivero fue designado cirujano del navío y pronto ascendió a primer cirujano. En Buenos Aires, donde llegaron el 29 de julio, el Protomedicato reconoció el título profesional de Rivero, expedido en España. Con la intención de favorecerlo Cisneros lo propuso como cirujano mayor del Hospital de la Residencia pero no se le dio tal nombramiento. Entonces le creó un empleo rentado como vacunador para participar, junto al doctor Cosme Argerich, en una campaña de vacunación por la proliferación de viruela. Al tiempo ambos profesionales renunciaron públicamente a su renta debido a una denuncia del canónigo doctor Saturnino Segurola sobre el ejercicio de sus tareas totalmente ad honorem.

Con motivo de la gesta de mayo de 1810, Rivero abrazó la causa patriota y tomó distancia de Cisneros.

Se opuso a ser traslado a Montevideo como cirujano de la Real Armada —orden impartida por el comandante de Marina José María Salazar— y ofreció sus servicios al presidente de la Primera Junta de gobierno, Cornelio Saavedra. La Junta lo designó comisario para la inoculación de la vacuna en Pergamino y en la fructífera campaña higienista logró vacunar gran número de habitantes —más de dos mil quinientos— incluyendo las poblaciones de Rojas, San Nicolás y San Pedro. Su misión fue exaltada por el propio Manuel Belgrano y La Gaceta reprodujo el informe que Rivero elevó a la Junta de Buenos Aires sobre lo actuado. En julio de 1811, Rivero fue designado como cirujano Mayor del Hospital de la Residencia. Al año siguiente, durante el sitio a la ciudad de Montevideo, se desempeñó como cirujano Mayor de las tropas, a las órdenes de Sarratea y Rondeau. En 1813 solicitó a la Asamblea General Constituyente la ciudadanía, pedido que fue avalado por Manuel Belgrano. El 9 de abril de ese año obtuvo la Cátedra de Cirugía en el Instituto Médico y trabajó junto al director del mismo, el doctor Argerich, y los doctores Montúfar y Fabre, en la confección del Reglamento de Medicina Militar. El 15 de septiembre de 1815 se le designó cirujano mayor de los Ejércitos del Estado, nombramiento que ocasionó roces con el doctor Argerich, ya que éste ostentaba igual cargo. Poco después un grave accidente le impidió a Rivero asumir el cargo de cirujano mayor del Ejército Auxiliar del Alto Perú para el cual había sido nombrado. Incluso debió renunciar a su Cátedra de Cirugía en el Instituto Médico Militar y pedir su retiro como cirujano militar. Rivero decidió asentarse en Córdoba donde ejerció como médico titular del Cabildo con las atribuciones de los tenientes de Protomédico desde fines de 1815. El Cabildo le encomendó tareas de suma responsabilidad y tuvo el honor de atender en la Capilla del Pilar —por indicación del gobernador Castro— al general Manuel Belgrano a quien le diagnosticó una hidropesía avanzada. En 1820 Rivero renunció a estas funciones y, habiendo recuperado la salud, regresó a Buenos Aires. Allí puso en tela de juicio ciertos procedimientos irregulares del Instituto Médico Militar con respecto a la asignación de las cátedras vacantes informando al gobierno en una Representación —cuya impresión se guarda en la Biblioteca Nacional—.

Fundada la Universidad de Buenos Aires, Rivero dio el examen final necesario para su doctorado que obtuvo el 11 de agosto de 1821. El 8 de febrero de 1822 fue designado primer catedrático de Clínica Médica y Quirúrgica. Más tarde formó parte de una comisión encargada de visitar las Casas Hospitalarias durante la gestión rivadaviana. Como miembro del Tribunal de Medicina y de la Academia, ejerció la presidencia desde el 7 de octubre del mismo año. Volvió a estar presente en un frente de guerra como cirujano mayor de los ejércitos nacionales durante la guerra contra el Brasil y prestó una ayuda incomparable en los combates de Ituzaingó y Camacuá. De regreso a Buenos Aires, en 1829 fue nombrado médico mayor del Hospital de la Residencia o General de Hombres. Al año siguiente un decreto de Juan Manuel de Rosas le prohibió ejercer en la provincia y Rivero marchó a Montevideo.

El gobierno de Lavalleja lo designó miembro del Consejo de Higiene Pública, el cual tenía atribuciones semejantes al Protomedicato. Sufrió prisión durante 1834 y para 1839 se hallaba en Córdoba como miembro integrante de una comisión de expertos — junto con Enrique Gordon y el doctor Pablo Pastor y Sabatier— para la redacción de un proyecto de arancel médico. Hacia 1841, la persecución lo forzó a emigrar y establecerse en Chile de donde regresó luego de la batalla de Caseros. El 30 de marzo de 1852 el gobernador Vicente López y Planes lo designó administrador general de la Vacuna y en octubre fue elegido como presidente de la Academia de Medicina, cargo al que debió renunciar por su avanzada edad. Falleció en 1853 tras una vida dedicada al bien público.

 

Bibl.: F. Garzón Maceda, Historia de la medicina en Córdoba, t. I, Buenos Aires, 1916, pág. 195; R. Y aben, Biografías argentinas y sudamericanas, t. IV, Buenos Aires, Editorial Metrópolis, 1938, págs. 123 y 124; M. Visiconte, “Importante actuación del médico Francisco de Paula del Rivero en los años 1810- 1811”, en Tercer Congreso nacional de Historia de la Medicina Argentina, Rosario, 1972; V. O. Cutolo, Nuevo diccionario biográfico argentino, t. VI, Buenos Aires, Editorial Elche, 1978, págs. 215-216.

 

Andrea María Bau

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