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Antonio Yepes y Arrigoni

Biografía

Yepes y Arrigoni, Antonio. Sevilla, 21.XI.1748 – Cabo de San Vicente (Portugal), 14.II.1797. Marino.

Antonio Yepes y Arrigoni nació en Sevilla en el seno de una acomodada familia. Sus padres fueron: Joaquín de Yepes y Andrade, natural de Sevilla y corregidor de Aracena, y Bárbara de Arrigoni y Herrera, natural de Alcántara. Su abuelo paterno, Francisco de Yepes Domante y Andrade, natural de Sevilla, fue caballerizo de Su Majestad, y su abuelo materno, Marcelo Arrigoni, natural de Milán (Italia), fue coronel de Artillería. Antonio Yepes fue bautizado el 1 de diciembre de 1748 en la iglesia de San Román de Sevilla, actuando como padrino su tío Domingo Horacio Arrigoni y Herrera, que más tarde se encargó de su crianza y educación. Sentó plaza de guardia marina en Cádiz el 12 de abril de 1766. Ascendió a alférez de fragata en 1769. Efectuó múltiples navegaciones por el Mediterráneo y el Atlántico, y continuando con su carrera ascendió a alférez de navío (1773), teniente de fragata (1776), teniente de navío (1778) y capitán de fragata (1783). Siendo capitán de fragata, tomó parte en las expediciones contra Argel en 1783 y 1784 a las órdenes del teniente general Antonio Barceló; ambas partieron de Cartagena y bombardearon la ciudad y el puerto argelino, para tratar de poner freno a la piratería que asolaba el Mediterráneo. La primera expedición tuvo lugar en agosto de 1783, con la participación de cuatro navíos, cuatro fragatas y sesenta y ocho embarcaciones menores, que llegaron a disparar siete mil quinientos proyectiles y causaron grandes destrozos, entre ellos la destrucción de unas cuatrocientas casas. La segunda tuvo lugar en julio de 1744 con la participación de ciento treinta barcos españoles de todo tipo, además de unidades de Nápoles, Portugal, y de la Orden de San Juan, que dispararon más de veinte mil proyectiles, volviendo a causar muchos daños, entre ellos la destrucción de la mayor parte de los barcos argelinos. Antonio Yepes tomó parte en los bombardeos y en nueve de los ataques realizados. En principio, ambos bombardeos tuvieron escasos resultados en lo referente a frenar la piratería, aunque después de los ataques de 1784, y al saber que se preparaba una nueva expedición, las autoridades argelinas se mostraron inclinadas a iniciar conversaciones.

Más adelante, Yepes sirvió en la escuadra de evoluciones e instrucción de Lángara, creada en 1787 para adiestrar a los oficiales en los elementos principales de su profesión, sobre todo en evoluciones y maniobras de guerra; estaba formada por nueve fragatas (tres por departamento) y tres buques menores. En 1788 pasó destinado como segundo comandante del arsenal de Cartagena. En 1790 participó en la campaña que el teniente general José Solano, marqués del Socorro, llevó a cabo cerca de Finisterre a raíz de los incidentes habidos entre españoles e ingleses en la costa de Nutka (noroeste americano). A la vista de las tensiones surgidas, el gobierno español preparó con gran celeridad una poderosa escuadra con navíos, fragatas y embarcaciones menores de los departamentos de Cádiz y Ferrol, y la puso al mando del marqués del Socorro con su insignia en el navío Salvador del Mundo. Cuando se supo que de Portsmouth partía una escuadra inglesa, la escuadra de Solano en la que se encontraba Yepes, zarpó para situarse a la altura de Finisterre y realizar ejercicios, con la orden de seguir los movimientos de los barcos ingleses sin acosarlos. Afortunadamente, la crisis se resolvió sin necesidad del uso de la fuerza, por lo que se procedió al desarme de la escuadra y Yepes regresó a Cartagena.

Antonio Yepes ascendió a capitán de navío en 1792, y pasó a destinos de mayor general de escuadra. Aliada España con Inglaterra en la guerra contra la República Francesa (1793-1795) tras la ejecución de Luis XVI, Yepes participó en la defensa y posterior evacuación de Tolón (1793), destinado en la escuadra de Lángara. Dicha escuadra, de diecisiete navíos, operó en el Mediterráneo con la escuadra inglesa del almirante Hood, de veintiún navíos, y acudió en ayuda de los realistas de Tolón, que se habían levantado contra la República. Los barcos se presentaron ante la ciudad el 27 de agosto, y tomaron la plaza y el arsenal, pero la situación se volvió insostenible en poco tiempo, y se procedió a evacuar Tolon, prendiendo fuego al arsenal y a los barcos franceses (diciembre).

Siendo mayor general de la escuadra de Gravina (1794), Antonio Yepes participó en el sitio de Rosas al mando de fuerzas sutiles. La guerra contra Francia continuaba su curso, los franceses pasaron la frontera con España, se apoderaron de la plaza de San Fernando de Figueras y atacaron Rosas (1794), que sufrió el asedio durante más de dos meses. Gravina apoyó a los sitiados con sus barcos, que tuvieron que soportar fuertes temporales. Por razón de su cargo, Antonio Yepes mandó las fuerzas sutiles de la escuadra, con las que tuvo un comportamiento notable. Dichas fuerzas prestaron un gran servicio, con intercambio continuo de fuego, hasta que la situación se volvió insostenible y Gravina efectuó la evacuación de Rosas por mar (febrero de 1795). Al rendirse dicha plaza, Yepes volvió a la escuadra de Lángara.

Ascendió a brigadier en febrero de 1795. Tomó el mando del navío Salvador del Mundo (1796); navío de tres puentes y 112 cañones, botado en Ferrol en 1787, que había sido buque insignia del marqués del Socorro en la campaña de Finisterre de 1790. Por diversos incidentes, España declaró la guerra a Inglaterra (5 de octubre de 1796). Yepes se encontraba con su barco en Cartagena, integrado en la escuadra de José de Córdoba, cuando el gobierno de Madrid ordenó a Córdoba trasladarse con todos sus barco a Cádiz. Fue en este viaje, en principio sin serias amenazas ni grandes problemas, cuando Yepes se vio envuelto en el combate del cabo San Vicente contra la flota inglesa de Jervis (14 de febrero de 1797), donde encontró una muerte gloriosa. La escuadra salió de Cartagena el 1 de febrero de 1797 y se trasladó a Cádiz dando protección a un convoy de mercantes. Llegó al estrecho el 5 de febrero y continuó hacia Cádiz, donde entró el convoy de mercantes. Pero se produjo un cambio brusco de tiempo, saltó levante fuerte, y la escuadra de Córdoba, con sus veinticuatro navíos, se sotaventó y fue arrastrada hacia el oeste, hacia el cabo de San Vicente. Mientras tanto, la flota inglesa, mandada por Jervis y compuesta por quince navíos, conocedora de los movimientos de la fuerza española se encontraba en las inmediaciones de San Vicente.

El encuentro entre ambas escuadras se produjo el 14 de febrero por la mañana, cuando la escuadra española estaba muy desorganizada y dividida en tres grupos muy separados entre si: un grupo de diecisiete navíos, entre los que se encontraba el Salvador del Mundo de Yepes, situado hacia poniente y a barlovento; otro grupo de cinco navíos, a levante y a sotavento; y otros dos navíos al sur, a donde habían sido destacados a primera hora de la mañana para reconocer unos barcos sospechosos. Córdoba confiaba en su superioridad, al creer que Jervis solo contaba con diez navíos y no tener noticias que el gobierno inglés había reforzado su escuadra con otros cinco navíos de la fuerza del canal de la Mancha, por lo que no había adoptado las necesarias medidas ante la posibilidad de encontrarse con el enemigo. Por otra parte, Nelson, procedente del Mediterráneo a bordo de la fragata Minerva, tras haber seguido los movimientos de la escuadra española, informó a Jervis del estado, composición y navegación desordenada de los barcos de Córdoba, y consideró que era una excelente ocasión para tratar de interceptar alguno.

A la vista de la gran diferencia de fuerzas —quince navíos ingleses contra veinticuatro españoles— la opinión de Nelson podía parecer descabellada, pero él tenía un pobre concepto de la Armada española por su penuria de medios, falta de entrenamiento y desorganización. Tanto es así que había llegado a escribir que “los españoles construyen los más hermosos navíos, pero no tienen la misma habilidad para formar hombres de mar para tripularlos”. A Jervis la propuesta de Nelson le pareció buena idea, y se lanzó al ataque con sus quince navíos en línea de combate con las fragatas en descubierta, navegando con rumbos de componente sur. Arrumbó a pasar entre los dos grupos más grandes de barcos españoles, y a continuación viro a poniente para dirigirse contra el grupo español más numeroso, que era el de barlovento, y atacarlo sin prestar atención al de levante, que por estar a sotavento no representaba un peligro inmediato. Trataba también evitar que los españoles concentraran sus fuerzas y alcanzaran una franca superioridad. A pesar de la desorganización de la fuerza española, Córdoba, que se encontraba en el grupo de barlovento con su insignia en el navío de 130 cañones Santísima Trinidad, trató de organizarlo para hacer frente al enemigo, para lo que ordenó a los barcos adoptar línea de combate sin sujeción al número de puesto, y en un determinado momento mandó a la línea virar a levante para tratar de batir a Jervis de vuelta encontrada y cogerlo entre dos fuegos. Pero por el humo del combate, las distancias, la desorganización de la línea y la falta de adiestramiento, sus órdenes fueron seguidas solo por los barcos de cabeza, entre los que además de su insignia, el Santísima Trinidad, se encontraba el Salvador del Mundo de Yepes, el San José de 112 cañones, el Mejicano también de 112 cañones, el San Nicolás de 80 cañones, el San Isidro de 74 cañones, y el Soberano también de 74 cañones.

El comodoro Nelson, embarcado en el Captain de 74 cañones, que era el tercer barco de la cola inglesa, se percató de la maniobra de José de Córdoba, salió de la formación, arrumbó directamente a la cabeza de la fuerza española, informó de su maniobra a los dos barcos que le seguían por popa (Diadem de 64 cañones y Excellent de 74 cañones), y hacia el mediodía se enfrentó a los barcos de proa de la línea española. Córdoba frenó su andar creyendo que la oposición en aquella zona era mucho mayor que la que realmente existía. Se entabló un fuerte combate en el que el Captain recibió un duro castigo por el fuego de los barcos españoles, pero al poco tiempo vinieron en su ayuda otros barcos ingleses, entre ellos el Cullodem de 74 cañones y el Blenheim de 98 cañones, ambos de la vanguardia inglesa, y el Excellent de la cola, que mandado por Collingwood había seguido al Captain. Poco después acudieron otros barcos ingleses que cañonearon intensamente al grupo de cabeza español. Antonio Yepes, siguiendo a su insignia, no dudó en llevar y mantener a su navío a lo más duro del combate, y el Salvador del Mundo recibió un nutrido fuego de los navíos ingleses Excellent, Diadem, e Irresistible de 74 cañones. En pleno combate, Antonio Yepes Arrigoni recibió una bala de cañón que le dio en el pecho, y le produjo la muerte en el acto. Tras duros enfrentamientos cuerpo a cuerpo, resultaron apresados cuatro barcos españoles, todos ellos con las cubiertas llenas de heridos y cadáveres: el navío Salvador del Mundo, con su comandante ya muerto y según informes de los ingleses, con un total de 136 bajas a bordo entre muertos y heridos, y los navíos San Nicolás, San José y San Isidro.

Yepes y su barco se batieron con valentía en San Vicente, siguieron las órdenes del buque insignia, y se mantuvieron en su puesto hasta que Yepes encontró la muerte, y el Salvador del Mundo, con muchas bajas, fue apresado. Así lo reflejó José de Córdoba en sus informes sobre el combate, firmados a bordo del navío Conde de Regla el 27 de febrero de 1797, entre los que al citar la Relación que manifiesta los navíos de esta escuadra que se han batido en sus puestos con esfuerzo y decisión, incluía al Salvador del Mundo y citaba a su comandante Yepes, muerto en el combate.

Tras la lo oportuna concesión de licencia real, firmada en junio de 1786, Antonio Yepes y Arrigoni había contraído matrimonio con Vicenta Anrich García de Cáceres, con la que fijó su residencia en Cartagena, a la que a partir del 1 de febrero de 1796 había dejado asignados los dos tercios de su sueldo, según consta en documentación posterior a su muerte.

Su recuerdo se perpetúa en una lápida colocada en una de las capillas del panteón de marinos ilustres de San Fernando, con un texto que dice lo siguiente: “A la memoria del brigadier de la Armada don Antonio Yepes muerto gloriosamente sobre el navío de su mando Salvador del Mundo en el combate naval de San Vicente el 14 de febrero de 1797”.

 

Bibl.: Estados Generales de la Armada, Madrid, 1789-1793; C. Fernández Duro, Armada Española, desde la unión de los reinos de Castilla y de Aragón, vol. VIII, Madrid, Est. Tipográfico Sucesores de Rivadeneyra, 1902; J. Cervera y Jácome, El Panteón de Marinos Ilustres. Historia y Biografías, Madrid, Imprenta Ministerio de Marina, 1926, págs. 87-88; N. Gómez y J. L. Balcácer, Calendario efemérico de Ejército y Armada, t. I, Madrid, Ministerio de Marina, 1931, págs. 203- 204; D. de la Válgoma y B. de Finestrat, Real Compañía de guardias marinas y Colegio Naval: Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes, vol. II, Madrid, Instituto Histórico de Marina, 1944, pág. 213; J. M.ª Martínez-Hidalgo y Terán (dir.), Enciclopedia general del mar, t. VIII, Barcelona, Ediciones Garriga, 1982, pág. 1451.

 

Marcelino González Fernández