Fernández Lombardero, Juan Antonio. Santalla de Piquín (Lugo), 27.X.1705 - ¿?, 1796. Maestro relojero.
Descendiente de una familia ancestralmente vinculada a la industria artesanal del hierro en las cuencas fluviales del Eo y Navia, y habiendo recibido posiblemente alguna educación en Humanidades en el Real Colegio de Meira (Lugo) fue pionero en la construcción de relojes de torre y sala en Galicia, antes de que ningún tratado específico sobre relojería hubiera visto la luz en España.
Casado con Jacinta Teixeiro en Santalla de Piquín el 26 de julio de 1730, se traslada y establece en el lugar de Vilarpescozo (Ribeira de Piquín) viéndose en la necesidad como consecuencia de dicho traslado, de probar su hidalguía ante la Real Chancillería de Valladolid, en un largo proceso iniciado en 1733 y finalizado con éxito en 1738.
En el recóndito lugar de Vilarpescozo compagina una aparentemente desahogada situación financiera de terrateniente, probablemente alcanzada por dote de su esposa, con la puesta en práctica de sus conocimientos en gnomónica, realizando varios relojes de sol, de los que subsiste el situado en la cercana iglesia parroquial de San Juan de Baos (Ribeira de Piquín) con la inscripción “Lombardero. Siendo prior don Francº Brdº Pasarín y Quindós. Aº de 1742”.
En el año 1752 consta ser padre de dos hijos y dos hijas, tener dos criados (uno de ellos hijodalgo) y tres criadas. Por entonces sus dos hijos varones están estudiando Leyes en la Universidad de Santiago de Compostela, después de haber estudiado Gramática Latina y Filosofía en el Real Colegio de Meira (Lugo). Ambos se doctorarán en el año 1754 en la Universidad de Oviedo, trasladándose a continuación a la Real Audiencia de Galicia en A Coruña.
En la década de los cincuenta del siglo XVIII, posiblemente haciendo uso de sus conocimientos en mecánica, adquiridos de sus ancestros en la construcción de ingenios hidráulicos, da el cualitativo salto de pasar de la elaboración de relojes de sol, a la manufactura de relojes mecánicos de torre, encargándose del proceso completo para su construcción: adquisición y transporte de las barras y planchas de hierro en bruto en diversos mazos y herrerías, la elaboración en su fragua doméstica de las grandes ruedas dentadas, resortes y engranajes necesarios, y el completo montaje y puesta en funcionamiento de los relojes.
El primero documentado se lo encarga el 3 de junio de 1756 el concejo de Ribadeo, detallando que ha de ser “de buen hierro (…) de diez y seis arrobas castellanas, poco más o menos, con péndola real y todas sus piezas de maniobra correspondiente, martillo, pesas, cuerdas, y mostrador de hierro”. En 1757 recibe encargo similar de la villa de Betanzos (a 100 km. de distancia de su taller en Vilarpescozo) en cuyo bastidor de hierro figura cincelado un asombrosamente elevado número de registro de fabricación del relojero: “N.º 59”, que parece delatar un control y numeración de sus creaciones, incluidos los relojes de sol.
El año 1757 muere el menor de sus dos brillantes hijos varones, y el hermano mayor, Francisco Antonio, al parecer profundamente afectado, abandona la carrera de Leyes optando por la sacerdotal, recluyéndose en Vilarpescozo junto a su padre, siendo posiblemente el impulsor, en base a los conocimientos adquiridos en las ciudades universitarias y su habilidad como grabador, de una nueva etapa creativa: los relojes de sala.
El más primitivo reloj conocido de esta nueva etapa, es un reloj de sala que lleva el número 62, en el que parece intuirse el inicio de fabricación de un modelo en serie, y que en este caso tiene la particularidad de tener como pesa una bala de cañón.
El inicio de la manufactura de relojes de sala no interrumpe la faceta de constructor de relojes de torre, y el 4 de diciembre de 1759 se le contrata un reloj para la torre de la catedral de Lugo, que estará terminado en agosto de 1760.
El 3 de octubre de 1763 casa a su hija Isabel Teixeiro y Cancio (llevaba los apellidos de la madre) con un jovencísimo Antonio Manuel Fernández Lombardero, mayorazgo de una rica casa de Santa Eulalia de Oscos (Asturias) con quien, a pesar de la coincidencia de apellidos, no tenían relación de parentesco. Este matrimonio también se establece en Vilarpescozo, implicándose el joven yerno en la actividad relojera, junto a su suegro y su cuñado, especialmente en la tediosa parte contable y administrativa.
La producción de relojes de sala se intensifica en los siguientes años, de manera que en ninguna iglesia, monasterio, o casa solariega de la comarca que se precie, puede faltar un reloj Lombardero. Destacan los relojes con número de serie 92 y 96 (años 1765 – 1967, aproximadamente) para la familia de su yerno, a los que años más tarde se les aplicarán como adornos, sendos grabados con su retrato, posiblemente obra de su nieto Francisco Antonio.
En el año 1768 la desgracia regresa a su familia, con el fallecimiento de su hijo y colaborador, Francisco Antonio, cuyo nombre, en evidente señal de reconocimiento, le será impuesto a su primer nieto, habido del matrimonio de su hija Isabel con Manuel Antonio, nacido ese mismo año.
En 1772 llega un nuevo titánico encargo de reloj de torre (pesaban unos 200 kg.) esta vez para la catedral de Mondoñedo, y al año siguiente, consta fecha y número de serie de un reloj de sala con la inscripción: “Para D. Federico Ramón Tormaleo. Año de 1773. N.º 112”, lo que permite saber, referenciándolo al n.º 59 de Betanzos de 1757, que elaboraban una media aproximada de tres relojes al año, y que debía de haber comenzado su actividad relojera hacia el año 1735.
Pese a su avanzada edad, su producción no merma, apoyado ya sólo en su yerno Antonio Manuel —en 1777 firma un reloj para Antonio Raymundo Ibáñez— paralelamente a la paulatina desintegración del núcleo familiar de Vilarpescozo: su hija Isabel muere antes del año 1780; su nieto, Francisco Antonio, es enviado a estudiar al Real Colegio de Meira; y finalmente su yerno, debe de regresar a su casa patrocial en Ferreirela (Santa Eulalia de Oscos) en 1792, para hacerse cargo de su diseminada hacienda, tras el fallecimiento de su padre.
Su nieto Francisco Antonio debió de ser el único que regresó por largas temporadas a Vilarpescozo, adquiriendo junto a él los conocimientos necesarios para convertirse en un dignísimo continuador del oficio de relojero en Santa Eulalia de Oscos. De su mano, ya establecido en su taller de Ferreirela (Santa Eulalia de Oscos) salieron los últimos relojes Lombardero.
Este nieto, al parecer, era una persona un tanto peculiar, y quizá fue el que dio origen a una leyenda popular que aun hoy se cuenta en la comarca, sobre un relojero Lombardero un poco “raro” que construyó un autómata simulando un caballo a cuyos lomos acudía a la misa dominical, y que se fabricó además un artilugio para volar con el que se lanzó por el profundo valle, logrando alzar el vuelo algunas decenas de metros, con la única consecuencia de romperse una pierna en el contundente aterrizaje.
Quizá aquellos supuestos autómata equino y el artilugio para volar, fueran ingeniosos inventos fruto de la audacia e imaginación del joven nieto, complementada con los conocimientos mecánicos del anciano y sabio abuelo relojero, que falleció en 1796, a los noventa y un años de edad.
Obras de ~: Reloj de sol, San Juan de Baos (Ribeira de Piquín), 1742; Reloj de torre, Ribadeo, 1756; Reloj de torre (nº 59) Betanzos, 1757; Reloj de sala (nº 62) c. 1759; Reloj de torre, catedral de Lugo, 1760; Reloj de sala (nº 92) c. 1765; Reloj de sala (nº 96) c. 1767; Reloj de torre, catedral de Mondoñedo, 1772; Reloj de sala (nº 112) 1773; Reloj de sala (nº 117) Museo Provincial de Lugo; Reloj de sala, para D. Antonio Raymundo Ibáñez, 1777; Reloj de sala (nº 131), con caja barroca de madera dorada, c. 1779; Reloj de sala, para D. Joseph de Barcia, 1780.
Fuentes y bibl.: Archivo de la Real Chancillería de Valladolid (ARCV). Sala de hijosdalgo. Caja 1317.0032. Pieza 1ª. Fol 16 vª; ARCV. Sala de hijosdalgo. Caja 1317.0032. Pieza 1ª. Fol 16 vª; Archivo Histórico Provincial de Lugo. Hacienda. Catastro de Ensenada. Respuestas particulares. Libro personal de legos de la feligresía de Santa Eulalia de Piquín; Arquivo Histórico Universitario – Universidade de Santiago de Compostela (AHU-USC). Expedientes personales. F.U. 4.759, Exp. 32; Arquivo Municipal de Ribadeo. Libro de puridad y autos consistoriales correspondientes al año 1756. Fol. 57 r a 57 vª; Arquivo Municipal de Betanzos. Gobierno. Libros de actas capitulares del pleno 1751-1770. Caja 3070: Actas del año 1757. Fols. 233 r a 234 vª; Archivo Diocesano de Lugo. Archivo catedralicio. Actas Capitulares. Libro 17. Fol 159 vª; ARCV. Sala de hijosdalgo. Caja 1134.0059. Fol. 11 r.
E. Lence-Santar y Guitián, “Un famoso mecánico gallego del siglo XVIII, precursor de la Aviación”, en El Compostelano (8 de noviembre de 1941), pág. 1; F. Landeira de Compostela, “Los hidalgos relojeros de las Asturias occidentales, fabricantes de relojes en la raya del reino de Galicia. La ilustre casa de los Fernández Lombardero”, en Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, (1958), págs. 5-34; L. Montañés, “La centenaria dinastía de los Lombardero”, en ABC (3 de marzo de 1960), pág. 49 y ss.; F. Landeira, Theatro Chronometrico del Noroeste Español, Madrid-Valencia, Albatros Ediciones, 1984; A. de Abel Vilela, “La torre y los relojes de la Catedral de Lugo”, en Boletín do Museo Provincial de Lugo (1984), págs. 135–146; X. Mª. Veiga Ferreira, “A Torre do Reloxio”, en Anuario Brigantino (1994), págs. 267–280; B. Ces Fernández, “Reconstrucción de la Torre del Reloj tras el terremoto de 1755”, en Anuario Brigantino (2015), págs. 365–390; F. J. Martínez Santiso, “La Torre del Reloj. Notas para un informe de 1917-27”, en Anuario Brigantino (1995), págs. 233–238.
Alberto Paraje Méndez