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Manuel Tomás Gutiérrez

Biografía

Gutiérrez, Manuel Tomás. Sigüenza (Guadalajara), c. 1740 – ¿Madrid?, 25.V.1808 post. Arcabucero real, maquinista del Real Seminario de Nobles y relojero.

Nacido en Sigüenza, en fecha aún no determinada, cursó estudios en el seminario de Sigüenza, teniendo a su cuidado el reloj de su catedral. Fue discípulo del relojero e instrumentista Diego Rostriaga y, además, fue nombrado arcabucero real e instrumentista del Real Seminario de Nobles con sueldo y uniforme.

Fue relojero de cámara del infante Luis de Borbón y Farnesio, entre 1770 y 1780, realizando para el infante un reloj esqueleto fabricado de acero pulido, bronce dorado y cristal. La estructura es una jaula que se arma con cuatro pilastras, con doce estrías talladas a mano en cada una de ellas, rematada en una cúpula de cristal que cubre el escape. Dispone de un solo tren principal, de marcha, con motor de resorte, cubo, caracol, escape de paletas, péndulo y suspensión metálica.

Un mecanismo secundario, vinculado a éste, sirve para dar la sonería. La esfera tiene dos escalas independientes: una interior, con cuarenta y ocho divisiones, de cuartos y horas, y otra de minutos, con sesenta divisiones. Una roseta frontal, de acero calado y pulido, ocupa el centro de la esfera. El reloj tiene, con cada carga, una duración de ocho días de marcha. El infante debió de regalárselo a su hermano Carlos III para que conociera la maestría de su relojero. Existe un duplicado de este reloj actualmente en colección particular posiblemente fabricado por Gutiérrez en señal de gratitud hacia el infante don Luis por introducirle en el círculo cortesano.

En 1774 casó con María Suárez, al tiempo que abría su propio taller en la madrileña calle de Fuencarral.

El 12 de diciembre de 1776 envió al Rey a través de la Real Sociedad Económica Matritense un memorial y un plan para establecer una “Escuela de Reloxería”.

En el proyecto de la escuela se comenta que los discípulos vivirían con sus padres o tutores asistiendo a clase y trabajando sin cobrar lo que abarataría la enseñanza.

Al llegar al tercer año se les abonarían tres reales al día, 100 ducados anuales, aumentando un real al año, de tal forma que en el séptimo año tuvieran un salario de siete reales diarios. Esta enseñanza externa era una ruptura con el vínculo aprendiz-maestro que era lo tradicional. Sólo se pedía un sueldo para el maestro y el alquiler del local necesario. Los alumnos aprenderían a fabricar relojes de faltriquera y de acero y latón, compitiendo con la producción de los obradores ingleses y suizos. No se aceptó su proyecto porque en esa misma fecha se abrió otra fábrica escuela dirigida por los hermanos Pierre y Philippe Charost, de origen francés.

En 1778 solicitó la plaza de relojero de cámara del Rey. En 1782 inventó una máquina para fabricar hebillas y comenzó a realizarlas en plata. Esta intromisión alertó al poderoso gremio de plateros que le denunció. La intención de Gutiérrez era presentar las hebillas a la Junta de Comercio para que le autorizasen su comercialización, pero los plateros se le adelantaron. El 28 de junio de 1782 se le autoriza a experimentar con la máquina de su invención, utilizando plata y oro, pero no podía poner los objetos a la venta. El 7 de noviembre de 1783 se le permitió la comercialización de estas piezas, utilizando como contraste su marca de arcabucero del Rey. En 1787 en calidad de arcabucero real realizó dos espadas para el príncipe de Gales.

El 22 de diciembre de 1787 envió, por segunda vez, un memorial al Rey ofreciendo sus conocimientos para poner en marcha una fábrica bajo la protección real. El plan que presentó Gutiérrez al Rey implicabala necesidad de crear varias fábricas auxiliares que reunieran todas las actividades necesarias para el perfecto funcionamiento de una industria de relojería, con absoluta autonomía de las fábricas extranjeras.

Estos talleres auxiliares serían: una factoría de máquinas formada por tres oficiales y tres aprendices; otra fábrica de cajas con dos oficiales y dos aprendices; otra de muestras de porcelana con dos oficiales y dos aprendices; otra de muelles con tres oficiales y cuatro aprendices; otra de piñones, cadenas y espirales con dos oficiales y cuatro aprendices, y otra de relojes con cuatro oficiales y seis aprendices. Esta propuesta incluía una novedad porque se permitía que las mujeres ejercieran el oficio en la especialidad de dorado. De nuevo se le rechazó.

El 3 de febrero de 1792 solicitó permiso para poder esculpir en la muestra del reloj que había construido para la iglesia catedral de Toledo su nombre y patria, así como añadir el blasón de relojero del Rey. En la colección de Patrimonio Nacional se conserva un reloj considerado por los estudiosos como la maqueta del reloj de torre de la catedral de Toledo.

Fue nombrado relojero de la Real Casa el 15 de febrero de 1792, jurando la plaza el 9 de abril.

En 1793, la mala gestión de la Real Fábrica de Relojería de la calle de Fuencarral obligó a su cierre. Por tercera vez, Manuel Gutiérrez hizo un último intento por salvar la fábrica y se ofreció voluntario en 1794 para dirigirla. Pero a pesar de todas las alabanzas hacia su trabajo, se desestimó su propuesta dada su edad avanzada.

Aún así, el 9 de agosto de 1797 presentó las cuentas de un reloj fabricado para la reina María Luisa de Parma y aprovechó la ocasión para solicitar el nombramiento de relojero de Cámara.

El 25 de mayo de 1808 pidió permiso para trasladarse a Sigüenza con el propósito de reponerse de su enfermedad. Debió de fallecer en esa fecha.

 

Obras de ~: Reloj de la catedral, Toledo, 1792.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Palacio, exps. personales, caja 489/27.

P. Junquera, Relojería palatina. Antología de la Colección Real Española, Madrid, Roberto Carbonell, 1956; M. Capella Martínez, La industria en Madrid y ensayo histórico crítico de la fabricación y artesanía madrileños, Madrid, Cámara Oficial de Comercio e Industria, 1962; L. Montañés, “El reloj de la catedral de Toledo”, en Anales Toledanos, t. II (1968), págs. 149-162; “Manuel Gutiérrez, un relojero a ultranza”, en Anales Seguntinos, vol. I, n.º 2 (1985); R. Colón de Carvajal, Catálogo de Relojes del Patrimonio Nacional, Madrid, Patrimonio Nacional, 1986; L. Montañés, El Escape y el Péndulo: literatura relojera, Madrid, Antiquaria, 1991; “Un repaso a la Real Escuela de Relojería”, en Antiquaria, n.º 132 (1995), págs. 44-49; J. L. Basanta Campos, Relojeros de España y Portugal, Diccionario Bio-bibliográfico, Pontevedra, Museo de Pontevedra, 1995; A. M. del Moral Roncal, “Don Manuel Tomás Gutiérrez, un relojero seguntino en la España de la ilustración”, en Wad-al-Hayara: Revista de estudios de Guadalajara, n.º 24 (1997), págs. 165-182; L. Montañés, Relojería. Las Artes Decorativas en España, en J. Pijoán (dir.), Summa artis: historia general del Arte, t. XLV, vol. I, Madrid, Espasa Calpe, 1999; A. Aranda Huete, “La Real Escuela-Fábrica de Relojería”, en Jornadas sobre las reales fábricas, Madrid, Fundación Caja Madrid, 2004, págs. 316-335; M. Silva Suárez, El Siglo de la Luces. De la Industria al ámbito agroforestal, Zaragoza, Institución Fernando del Católico-Real Academia de Ingeniería, 2005.

 

Amelia Aranda Huete

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