Boqués, Pedro. Benicarló (Valencia), p. s. xvi – Poblet (Tarragona), 26.X.1564. Abad, reformador y visitador cisterciense (OCist.).
Valenciano, de Benicarló, entró para vestir el hábito cisterciense en Poblet, bajo el abad Porta (1498-1526), en 1523. De espíritu religioso y austero y vivo ingenio, muy solícito del bien de su casa, fue además muy apreciado y valorado por Carlos V y Felipe II, que le dieron toda su confianza. Fue elegido abad de Poblet en 1546, y desempeñó dignamente el cargo hasta su muerte, tras breve enfermedad, el 26 de octubre de 1564. Vistió el hábito a setenta y nueve novicios, de los que perseveraron setenta y dos, y a él se debe la hermosa construcción cuadrada, de estilo renacentista, con dos fachadas al norte y al oeste, de la casa de los hermanos, sobre la cocina y edificaciones contiguas a ésta de 1560. En la esquina noroeste del edificio figura un escudo de armas donde se lee sencillamente esa fecha y debajo “PO”, timbrado todo ello con el báculo abacial. En su lauda sepulcral, en cambio, sí figura, en la sala capitular sobre su efigie con la cogulla y el báculo, su escudo completo con tres herraduras.
Hizo construir asimismo, en la granja de Riudabella, el colegio para los monjes jóvenes de Poblet. Compró la jurisdicción señorial, de la que será la baronía pobletana de Algerri, capitalizada por esa villa, la de Almenar, o Almenara Vella, y los lugares despoblados de Boix, El Penal y Llunell, todos ellos cerca de la ciudad de Balaguer, donde Poblet tenía el priorato de les Franqueses, antiguo monasterio femenino.
En Flandes Felipe II solicitó y obtuvo del abad general Juan Loysier (1540-1559) “unas letras de comissario visitador” en favor suyo, letras que remitió a su hermana Juana, princesa viuda de Portugal y por entonces gobernadora de España, que, de manos del doctor Jerónimo May, las hizo entregar al padre Boqués. Finestres explica muy bien que esas letras iban especialmente dirigidas contra dos abades, el de Veruela, por entonces el pobre Lope Marco, hechura del abad anterior y arzobispo entonces de Zaragoza, Fernando de Aragón y Gurrea, hijo natural del Rey Católico, “que pasaba más tiempo fuera de su monasterio que en su casa”, y la joven, hermosa y relajada abadesa de Tulebras, María de Viamonte o Beaumont —hay que recordar aquí las implacables luchas entre beamonteses y agramonteses, de la montaña y la zona baja de las tierras del Ebro, de Navarra—. Sustituirán a ambos, respectivamente, Carlos Cerdán y Ana Pasquier, mujer ya mayor, pero observante y enérgica.
Aun sabiendo perfectamente que el asunto sería difícil, y que contaría con la abierta oposición del arzobispo, actúa con decisión implacable, y depone a ambos, seguro del apoyo del Rey. Y, en efecto, el siguiente abad general, Luis de Baissey (1560-1564), lo confirmará en su comisión, junto con el abad de Santes Creus Jerónimo Contijoc, el 16 de abril de 1560.
Bibl.: J. Finestres, Historia de el Real Monasterio de Poblet, t. IV, Cervera, Joseph Barber, 1753-1765, págs. 130- 155; P. Blanco Trias, El Real Monasterio de Santa María de Veruela, 1146-1946, Palma de Mallorca, Imprenta Mosser Alcover, 1949, págs. 149-177; J. Bassegoda Nonell, “Un benicarlando ilustre: Fray Pedro Boqués, abad perpetuo de Poblet”, en Boletín de Bellas Artes, 2.ª época (1980), págs. 181- 190; G. M. Colombás y M.ª L. Aizcorbe, Monasterio de Tulebras, Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 1987, págs. 285-286, 290-300, 303-304 y 316-322; A. Masoliver, “El catálogo de los abades generales de Cister”, en Analecta Cisterciensia, 44 (1988), págs. 172-182; “El abad Pedro Boqués de Poblet (1546-1564) y el monasterio navarrro de Tulebras”, en Studia Monastica, 37 (1995), págs. 101-131.
Alejandro Masoliver, OCist.