Cartes, Bernardo. Oráculo del Siglo. Baeza (Jaén), c. 1644 – Monasterio de Monsalud (Guadalajara), 3.I.1720. Teólogo cisterciense (OCist.), catedrático de Filosofía, mariólogo, historiador, orador sagrado.
La primera noticia documental que ofrece R. Muñiz sobre Bernardo Cartes es la recepción del hábito monástico en Monsalud en 1659, que permite dar el año aproximado de su nacimiento, pues los aspirantes solían iniciarse oficialmente en la vida religiosa cuando tenían de catorce a quince años. Le tocó un período de formación brillante, cuando los colegios cistercienses florecían a la sombra de las universidades, y supo aprovecharlo bien gracias a su brillante ingenio. Se habla de que fue el número dos al licenciarse entre veintidós graduandos “en que se prueba lo relevante de sus méritos después que han vinculado la primacía de este honor al estado secular”, porque antes tal honor se concedía a los religiosos, como lo demuestra el hecho de haber regentado las cátedras otros maestros de la Orden.
Más tarde obtuvo la cátedra de Filosofía Moral y prosiguió en ascenso continuo hasta obtener la de Prima de Santo Tomás, empleo tan penoso como honorífico, en el que invirtió treinta años. Al mismo tiempo que ejercía esta labor, presidió por espacio de tres trienios el cargo honroso de abad del Colegio de Alcalá, que era uno de los puestos más brillantes de la congregación y que demuestra indirectamente su valía. Se pueden añadir los nuevos cargos que resume Muñiz: “Difinidor General, y General honorario, Examinador Sinodal del Arzobispado de Toledo, a quien los maestros Carbajal, Yáñez y Quadros en la censura de la Historia de Monsalud, llaman Oráculo de su siglo, muy versado en las divinas letras y sagrada Teología, no menos que en el conocimiento de sí propio y obligaciones de la vida monástica, de la que fue siempre tan amante, que después de jubilado se retiró a su monasterio de Monsalud con singular edificación de toda la Universidad, y no menos de los monjes a quienes acompañó hasta la muerte en todos los actos conventuales sin eximirse de ninguno”.
Estas alabanzas, calcadas en el tumbo del Colegio de Alcalá, son el mejor colofón que pudo poner a su vida, pues la norma general de cuantos se retiran del mundo y abrazan la vida monástica, no es para brillar o figurar en ningún campo fuera de la santidad, porque de lo contrario, no serían admitidos. El padre Cartes, como todos los demás sabios del Císter, no habría sido admitido en la Orden si no hubiera dado pruebas palmarias —ya en el noviciado— de buscar verdaderamente a Dios, que es condición sine qua non impuesta por san Benito a todos aquéllos que deseen alistarse bajo sus banderas.
A pesar de sus continuos cargos y cátedras regentadas en las universidades, ejercitó con notable asiduidad la pluma y dejó obras inmortales. Quizá la que mayor fama le haya dado es la que se señala a continuación. Se trata de una obra póstuma, que dio a la estampa el abad fray Ángel Franco, hijo del monasterio. Está dividida en tres libros: en el primero trata de la aparición de la milagrosa imagen de Nuestra Señora de Monsalud. En el segundo, de la fundación del monasterio, y en el tercero se añaden los milagros obrados por Nuestra Señora. Hoy día es no poco rara, y como valoración de la misma se puede decir que adolece de los grandes defectos en que incurrieron los escritores de su tiempo, en que la crítica apenas se tenía en cuenta y se admitían fácilmente doctrinas legendarias. No obstante, contiene multitud de noticias que han sido y pueden ser aprovechadas.
Murió en su monasterio de Monsalud, y se le dio sepultura en la capilla de San Bernardo con el siguiente epitafio grabado: “R. P. Dr. Fr. Bernardus de Cartes, Gigmnasiarcha dum a rege primus signatur emeritus, fugit iterum in montem ipse solus: Sicut tenebrae ejus ita et lumen ejus; si non amplius lux in tenebris lucet; ad dandam scientiam salutis aeternae; in Parentis Bernardi candido juvare: invenit modum, et construxit sepulcrum: Si in nidulo ocubuit; Quasi Phenix vivit in perpetuam aeternitates: Faxit Deus: Discat Monasticus Oret doctus, devotus, et pius: Obiit tertio nonas Jabnuarii”.
Obras de ~: Historia de la milagrosa Imagen de nuestra Señora de Monsalud venerada en su Real Monasterio de Monges Cistercienses, Orden de Nuestro P. S. Bernardo, Alcalá, 1721; Tractatus de Voto, de Legibus, de Justitia et Jure (desapar.); Representación de la Junta general que por orden de S. M. celebró la Congregación de San Bernardo (inéd.); Cursus philosoficus Tractatus Theologici de Locis Theologicis, et de Ente Supernaturali, ms., s. l., s. f.; Animadversiones ad Opera P. Cherubini, ms., s. l., s. f.; Tractatus theologici de Praedestinatione, Gratiae, et In Primam Secundae Divi Thomae, In tertiam Partem D. Thomae, ms., s. l., s. f.; Expositio in caput XII Genesis, et in Iun Isaiae, I. De Vera et falsa Prophetia y II. De Divinatione et Superstitione, ms., s. l., s. f.; Qüestion Quodlibetica, ms., s. l., s. f.; Raptus est ne malitia, ms., s. l., s. f.; Longitudine Dierum, ms., s. l., s. f.; Elogios de San Joseph, ms., s. l., s. f.; Sermones Panegíricos y Morales, ms., s. l., s. f.
Fuentes y bibl.: Biblioteca del monasterio de San Isidro de Dueñas, Synopsis Monasteriorum Congregationis Castellae de Bernardo Mendoza, págs. 121-122.Muñatones, Honoraria Magistri Cartes, Madrid, 1720; R. Muñiz, Biblioteca Cisterciense española, Burgos, José de Navas, 1793, págs. 85-87; “Tumbo del Colegio de San Bernardo de Alcalá”, en Cistercium, III (1951), págs. 31-32; E. Martín, Los Bernardos Españoles: Historia de la Congregación de Castilla de la Orden, Palencia, Gráficas Aguado, 1953, pág. 52; E. Brouette, A. Dimier y E. Manning (dirs.), Dictionnaire des auteurs Cisterciens, Rochefort, Abbaye Notre-Dame de St-Rémy, 1975, cols. 164-165.
Damián Yáñez Neira, OCSO