Soria Zapater, Salvador. Grao (Valencia), 30.V.1915 – Benissa (Alicante), 12.III.2010. Pintor y escultor.
Nacido en 1915 en el Grao de Valencia, manifestó ya desde niño su deseo de ser artista, especialmente escultor. Comenzó asistiendo a clases nocturnas de la Escuela de Artes y Oficios. Sin embargo, su formación será autodidacta, pues el comienzo de la Guerra Civil le obligó a cambiar los pinceles por las armas.
Al final de la guerra se exilió a Francia, donde estuvo preso durante varios años en diferentes campos de concentración. Su matrimonio con una ciudadana francesa le liberó de éstos, residiendo durante quince años en este país, en el que compaginó la pintura con diferentes oficios.
No es posible hablar de la obra de Salvador Soria sin conocer su periplo personal, ya que ambas, vida y obra, forman un todo difícil de separar. Por ello, su obra se ha dividido en diferentes períodos que corresponden en la mayoría de las ocasiones a situaciones personales muy diversas.
El primer período de la obra de Soria ha sido denominado “nostálgico-expresionista”; está formado por obras que reflejan el profundo sentimiento de un hombre que ha vivido dos guerras, ha conocido el exilio, el hambre y el hondo dolor de la muerte sin sentido.
Son obras fuertemente expresionistas y con un cierto tono surreal en las que toda una galería de personajes —mayoritariamente femeninos— nos miran interrogantes ante tanto dolor. La pintura, óleo o pastel, es aplicada en una finísima capa que deja ver el entramado del lienzo en un intento de dar homogeneidad al cuadro, consiguiendo una unidad más espiritualizada.
Como consecuencia del término de la guerra europea, la pintura de Soria inicia un proceso de transformación que se traduce en unas obras más alegres en sus colores y más libres en las formas, cargadas de matices simbólicos. El artista investiga en las raíces del cubismo, aportando una interpretación muy personal del mismo, en el que las figuras aparecen como las piezas de un puzle, intercalando el fondo con las figuras en un juego de superposición de positivos y negativos, de sombras y luces, muy interesante.
El año 1953 será clave en la vida y obra de Salvador Soria, ya que es el año en que regresa a España.
A su vuelta, comienza a realizar una obra de marcado carácter social, denominada “síntesis superrealista”. El regreso de Soria a España resulta descorazonador: encuentra un país triste y empobrecido por la guerra y su obra será una denuncia de esa realidad percibida. El concepto de síntesis se emplea en su obra como una progresiva eliminación de lo superfluo centrándose en lo esencial. Este proceso le llevará finalmente a una ausencia total de cualquier referencia a la realidad. Pero es también superrealista, ya que paralelamente hay un intento de llegar al máximo realismo posible con la introducción de materiales tales como madera, arena, hierro, tela, etc. En 1957 su obra se verá reconocida con la obtención del premio del Salón de Otoño organizado por el Ateneo Mercantil de Valencia con la obra Vendedor de cocos en la playa. El artista se encuentra plenamente integrado en el ambiente artístico español; a partir de mayo de 1957 es miembro del Grupo Parpalló, expone con ellos en varias ocasiones y participa activamente en sus reuniones y en la revista Arte Vivo, editada por dicho grupo. Por estos años participa también en el Movimiento Artístico del Mediterráneo, con cuyos miembros expone en numerosas ocasiones, incluso en la lejana ciudad de Taipei.
A partir de 1958 Soria comienza a realizar lo que se ha denominado “integraciones”, en las que centra dos de sus obsesiones fundamentales, el valor expresivo de la materia y la penetración de la obra más allá de su superficie hasta conquistar el muro. Los materiales usados —madera quemada, tela metálica, limaduras de diferentes metales, tornillos o clavos— serán los absolutos protagonistas de su obra. Éstos comienzan un proceso de destrucción-reconstrucción que deliberadamente evidencia el proceso de creación, disponiendo los materiales en torno a un agujero u oquedad y destruyéndolos posteriormente con fuego u otros procesos químicos para después reconstruirlo por medio de tornillos, remaches, etc. Paralelamente a este proceso, Soria busca el muro, pretendiendo romper la autonomía cerrada del cuadro para establecer un diálogo con el entorno que le rodea.
A partir de los años ochenta el artista introduce un nuevo elemento a sus “integraciones”, el óleo. En estas últimas obras, denominadas “integraciones de la destrucción”, el color les dará una mayor sensación de equilibrio, perdiendo la tensión de las anteriores en favor de un mayor lirismo que invita a la reflexión.
Mención aparte necesita la obra escultórica de Salvador Soria, que comienza a partir de 1964 y que el autor ha dividido en dos grupos consecuencia uno del otro. A las primeras obras las llama “mecánica plástica”: son piezas desmontables, fruto de complicados cálculos espaciales, que pueden moverse a gusto del espectador adoptando multitud de formas diferentes.
Posteriormente realizará piezas más complejas, las llamadas “máquinas para el espíritu”, que parten del mismo concepto espacial que las anteriores pero que están mucho más trabajadas y perfectamente terminadas; son máquinas de precisión que pueden adoptar hasta mil formas diferentes. Generalmente utiliza acero inoxidable solo o combinado con madera, la mayoría de las veces pintada de bellos colores.
En enero de 2009 recibe el VIII Premio de Artes Plásticas de la Generalitat Valenciana.
Falleció sobre las cuatro y media de la madrugada del 12 de marzo de 2010 en su casa de Benissa (Alicante) como consecuencia de una insuficiencia cardiorrespiratoria.
Obras de ~: Consolación, 1943; Essai, 1946; Desnudo a la estrella negra, 1947; Arlette, 1950; Hombre de guerra, 1952; Madre e hijo, 1953; La tabla de planchar, 1958; Composición con espacio y elemento dinámico, 1959; Integración con elemento dinámico, 1960; Mecánica plástica AU, 1965; Máquina para el espíritu AC-3pu, 1967; Integración con elemento sugerente, 1978; Integración a lo destruido 90-A, 1990; Emotividad de la razón con elemento externo, 2008.
Escritos: Esquema de una trayectoria, discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, Valencia, 1988 (inéd.); con J. Carrete Parrondo, Salvador Soria, grabados y planchas, Zaragoza-Fuendetodos, Diputación Provincial- Consorcio Cultural Goya, 2002; Conceptos de luz y memoria, Valencia, IVAM, 2011.
Bibl.: A. Cirici Pellicer, “En torno a la obra de Salvador Soria”, y R. Vela, “Una plástica para los hombres de hoy”, en Ediciones del Movimiento Artístico del Mediterráneo (n.º especial monográf.) (Valencia) (1960); E. Borja, Salvador Soria.
Aproximación a un recorrido vital, Madrid, Servicio de Publicaciones del Ministerio de Educación y Ciencia, 1977; R. de la Calle, Salvador Soria: la concreción de un lenguaje, cuadros de 1953 a 1978: Elche, noviembre de 1983 a enero de 1989, Elche, Museo de Arte Contemporáneo, 1983; J. A. Blasco Carrascosa, Salvador Soria. Una aproximación a las integraciones: sala de exposiciones de la Consellería de Cultura en Alicante, junio-julio 1992, catálogo de la exposición, Alicante, Centro Eusebio Sempere de Arte y Comunicación Visual, 1992; C. Doménech Romero, Estudio de la obra de Salvador Soria: Pintura y Escultura y catálogo razonado, tesis doctoral, Universidad de Valencia, 1996 (microfichas); A. Fosati Parreño, La obra escultórica de Salvador Soria, tesis doctoral, Universidad Politécnica de Valencia, 1999 (inéd.); F. Agramunt Lacruz, Integración de lo destruido, 1969-2003: exposición del 9 de mayo al 22 de junio de 2003: L’Estació Centre D’Art Denia, Denia, Ayuntamiento-Delegación de Cultura, 2003; E. Moltó, “Muere Salvador Soria, exponente del arte abstracto”, en El País, 12 de marzo de 2010.
Cristina Doménech Romero